Tuesday, September 28, 2021

Lamas Médula 5-Koren Shadmi

La carne sigue siendo débil

Jul 10, 2016 | Reseña

Por Cristian Carrasco.



Koren Shadmi, artista israelí radicado en Estados Unidos, publicó sus primeras obras siendo adolescente. En carne viva (editado en inglés en 2009 y en castellano en 2010) es un libro de historietas para adultos, perturbadoras tanto a nivel emocional como intelectual, sin un héroe protagonista y sin personajes reincidentes, enhebradas por una mirada equivalente no al ojo del forense sino del infectólogo que enfrenta un caso terminal.

En carne viva de Koren Shadmi es un libro de ciento treinta páginas compuesto por diez historias autoconclusivas de distinta duración (van desde las cinco a las veinticuatro páginas) que, salvo dos excepciones, tratan acerca de las dificultades para establecer una relación de pareja en nuestro mundo actual. Sin llegar al nivel de un episodio de Black Mirror, en todas las historias hay elementos que refieren a la incidencia de la tecnología y la modernidad en la vida de los personajes: Internet, televisión, fotografías, comida rápida, elementos radioactivos, incomunicación buscada y conveniente, psicoanálisis.

La realidad que representa Shadmi no es de ciencia-ficción ni de terror. Aunque toca esos géneros de forma tangencial, se aleja de sus representaciones más convencionales para conservar guiños y detalles con peso propio. La suya es una realidad enfermiza, atravesada por gérmenes provenientes de universos irreales, que crecen como una infección. Un mundo cortazariano, donde lo raro se hace carne a nivel cuasi-microscópico: en casa, en el trabajo, dentro de la pareja, sin afectar al resto del mundo, cuya cotidianeidad inmutable realza la extrañeza puertas adentro.

Como debe suceder en un buen libro de poemas o relatos, cada pieza que conforma En carne viva obedece su propia lógica interna a la hora de ser narrada. Hay historias sostenidas por monólogos, otras contadas a través de cuadros de diálogo, en ilustraciones a hoja completa, en una sucesión de páginas que, de ponerse una al lado de la otra, formarían un tapiz de Bayeux de la desesperación amorosa: se llama al olvido que se niega a venir, que se aleja más mientras más se lo invoca, porque la consciencia de no poder olvidar es la forma más efectiva de recordar hasta el infinito.

En las historias que se centran en las relaciones entre los sexos, las mujeres son el mal, el peligro, lo que lleva la ruina. Desde mi punto de vista, el tema que se toca es la crueldad femenina. Y supongo que desde el punto de vista de una lectora, pueden tratarse de la debilidad masculina. El significado depende del posicionamiento del lector. No sucede con la trama, la anécdota o la caracterización de los personajes, elementos en los que es muy posible conciliar una apreciación, pero el significado siempre se forma en la intersección entre la obra y el lector, que aporta, queriendo o no, todo lo que hay dentro suyo a la hora de generarlo. Por ello, el significado que se obtiene de cualquier obra de arte habla tanto de la obra como del receptor.

Ya desde la portada se evidencia el tipo de relación entre hombres y mujeres que se exhibe en el libro: un hombre sentado en una silla, imagen icónica del rehén torturado, con los ojos vendados por el largo cabello de una mujer que flota, fantasmal, sobre él.

No se trata de misoginia, creo, sino de las cicatrices que relaciones fallidas dejaron en el autor. Las mujeres no se comportan como personajes malvados, lo que tal vez no sea decir mucho ya que un malvado nunca cree serlo. Su racionalización, refugiándose en los extremos, suele calificarlo como más inteligente, más fuerte y más astuto que los tontos, débiles y cándidos que lo acusan de maldad.

Si no queremos calificar a los personajes en buenos y malos, en fuertes y débiles, tal vez podamos convenir en que las mujeres actúan mientras los hombres se ahogan en el remolino absorbente de sus reflexiones sin fin, después de intentar salir de la soledad sólo para golpearse contra el engaño, el rechazo, la indiferencia, las perversiones o los desórdenes psicológicos.

El dibujo de Shadmi es realista, curvilíneo, casi sin líneas rectas, lo que le da a los personajes tridimensionalidad y volumen, se los siente pesar en la página, no tienen nada de etéreo, sus rasgos alienígenas o artificiales se licúan en medio de su patente carnalidad humana. De hecho, en una historia que descubre algo tan escabroso como la perversión de un adulto dentro de la familia, aparece un abuelo con cabeza de cámara fotográfica (Abuelito Minolta) y, de forma admirable, ese detalle mecánico pasa a segundo plano debido a la reproducción realista y minuciosa del cuerpo del anciano, gordo, fofo, rollizo, siempre sentado en su sillón.

El título En carne viva (In the flesh, en el original) puede tener resonancias bíblicas en la famosa frase de la carne débil que lleva al ser humano a la perdición, ya que en estas historias el amor y el deseo son carnales, corporales, con una alta carga de sensualidad. Si bien hay mucha introspección, no se trata de la idealización previa sino del sufrimiento posterior.

Las historias suelen detenerse en ese momento más allá del cual se deberá buscar una forma de seguir viviendo, aún derrotado y herido, de acomodar en los esquemas cognitivos rotos el nuevo concepto de amor que nace tras el fracaso. Porque para el ser humano sentir, conocer y saber son el mismo acto y cuando se rompe un corazón también se rompen ideas.


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