Tuesday, September 28, 2021

Lamas Médula 12-Mariana Arabarco

 

MARIANA ARABARCO: “Un instante me capta y se torna vehículo poético”

Feb 28, 2020 | Entre-vistas

Por Cristian Fernando Carrasco.



Cada vez que preguntás en Neuquén, a los escritores con trayectoria y proyección, quiénes son las “tapados”, los buenos escritores que por uno u otro motivo, todavía no han llegado a la consideración pública, los más prometedores, los que deberían estar en esa lista de los “necesarios” en cualquier lectura, feria del libro, antología de autores, uno de los nombres que suele aparecer es el de Mariana Arabarco.



Mariana ha hecho circular entre sus allegados y amigos, muchos de ellos escritores, poemarios en los cuales se puede descubrir muy claramente sus señas de escritura: una ternura que no cae en lo cursi ni en el lugar común del romanticismo para masas, compromisos genuinos con distintas causas, las mismas de las que te habla en persona cuando surge la ocasión, una inmensa capacidad para compartir a pesar de la timidez o de las ganas de alejarse de los reflectores.



Lamás Médula: Sos escritora, enseñás literatura, estás en pareja con otro escritor… ¿Cómo es una vida dedicada casi por completo, las 24 horas del día, a la literatura? ¿Qué otras cosas te ocupan?



Mariana Arabarco: Creo no escindir a la literatura de la vida, está en todas mis prácticas cotidianas, en la escuela y en mi casa, como vos decís, pero también en pequeñas cosas. Pienso a la literatura como un flujo vital que detona o evoca experiencias y pensamientos que no podrían ser ajenos a la vida. Entre otras actividades que me viven practico kung fu y asisto a clases en la escuela de música de la ciudad. Volví a pisar suelo académico después de unos años y comencé a cursar una Maestría que se llama Estudios de las Mujeres y de Género en nuestra universidad pública. También integro un grupo que realizó algunas intervenciones poéticas en espacios públicos el año pasado.



LM: Sé que alrededor del 2004-2005, participaste en algunos encuentros de escritores, también publicaste artículos críticos en libros de la Universidad (Nacional del Comahue). Fue una época de exposición después de la cual te guardaste. Y ahora estás saliendo al ruedo de nuevo, ganaste un par concursos en 2015 y 2016, y el año pasado también recibiste una Beca de formación artística del Fondo Nacional de las Artes. No es un movimiento extraño para un escritor, pero en tu caso, ¿qué te lleva a alternar momentos de aislamiento y socialización de tu literatura, de repliegue y exposición?



MA: Esta alternancia tiene para mí sus ciclos y búsquedas equilibradas. Durante años y años escribí sin compartir los textos poéticos con otras personas. Supongo que escribir fue siempre habitar una zona de extrañamientos muy hondos y no sentía la necesidad de andar “mostrando las costillas por la calle” como dice el poema de Spíndola. Siento escribir poesía como un ejercicio espiritual de emociones y reflexiones en un viaje de transformación y de aprendizajes, un movimiento de sonoridades queriendo asir una vibración, un temblorcito, una respiración que busca su ritmo. Escribir poesía me hace otra, algo en mis percepciones se altera permanentemente, se muda, se tensa. La poesía me alteriza en reescrituras y habilita un margen de contingencia para que se exprese algo del orden de lo que no se deja captar ni mesurar, lo errático, lo que abisma, lo invisible. Con el tiempo he cambiado el modo de concebir mis prácticas lectoescritoras. Si pensara el compartir un poema en términos de exposición bajo un reflector no saldría de mi refugio, sería una experiencia cegadora poco feliz. He deslindado mi ejercicio espiritual de escritura poética del compartir los poemas. Cuando esa energía poética puesta en movimiento devino poema compartido ya es de quien lee y siente. Compartir poemas es ahora entablar diálogo, un momento de apertura con otras personas, con otros textos, algo que lejos está de ponerse en el lugar de la atención. Una conversación, simple, abierta, nutritiva. Saberes, visiones y experiencias de boquita en oído. Un encuentro.



LM: También te dedicás a la fotografía… ¿de qué manera impacta esa necesidad de captar el instante perfecto para retratar con tu poesía? Porque varios de tus poemas tratan básicamente de eso: retratar un instante y agotarlo, describir cada detalle como si se observara una fotografía milímetro a milímetro.



MA: La poesía puede hacerse presente en cualquier momento (incluso en todos si viviéramos con mayor sabiduría). Aparece en la captura del instante como en la fotografía o en una secuencia de movimientos, en la danza y en el canto. Ahora que lo decís me pregunto si albergo esa necesidad que mencionás de captar el instante. No sé… Imagino que un instante me capta a mí, algo que me cautiva o impacta se torna vehículo poético al momento de escribir. En cuanto a la fotografía, soy de desenfundar la cámara cuando la naturaleza y la luz me seducen. Digo esto mientras regreso de El Bolsón y la ventana me extravía entre montañas azules de lejanía y una fiesta de nubes viaja sobre el agua… Me dan ganas de tomar una foto….



LM: Muchos de tus poemas hablan de los enfrentamientos sociales de nuestro tiempo: pobres y ricos, como un combo de pobreza/creatividad/sinceridad/emoción, y los ricos como una especie de robot centrado en tener cada vez más y con conductas mojigatas falsas y copiadas para ser aceptados por los suyos (o tal vez estoy proyectando, porque esa es mi visión); del enfrentamiento entre hombres y mujeres enmarcado en la violencia de género; de la opción de una vida diferente frente a lo que la sociedad presenta como la imagen publicitaria de la realización personal. ¿Cómo manejás los porcentajes? Es decir, ¿te planteás de antemano escribir un poema “comprometido” y lo textual queda relegado, o la meta es crear un artefacto artístico y el tema viene después?



MA: Mis reflexiones y críticas a la sociedad en la que vivimos, las opresiones del capitalismo y del patriarcado, la violencia contra las mujeres, el daño a nuestra madre tierra -que entiendo como un gesto de vileza y alienación-, mis posicionamientos políticos, todo lo que pienso y siento sobre estas cuestiones moviliza mi ejercicio de escritura. Habito la escritura como un lugar de resistencia frente a lo opresivo, sí, pero no me planteo ‘temas’ cuando me doy a las palabras. Más bien me dejo perder en las rajaduras de sus sentidos, en sus musicalidades, en sus misteriosos senderos de posibilidad.



LM: ¿Cuáles son tus referentes, tus autores preferidos, desde el punto de vista del compromiso social o de género?



MA: Muchos textos me han enamorado en distintos momentos de mi vida, independientemente del compromiso social asumido por sus autorxs. Me animo a confesar que muchas veces saboreo textos de cuyxs autorxs sé poco o nada. La figura de autor carece de importancia para mí. Tuve mis primeros romances con Alejandra Pizarnik, con Juan Gelman, con Fernando Pessoa, con Baudelaire. Luego, Bustriazo Ortiz, Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Roa Bastos, Pedro Lemebel, Perlongher, Diana Bellesi, Macky, Liliana Ancalao. Marta Brunet llegó de las manos de mi compañero recientemente y me dio gusto conocer a las mujeres de sus relatos. Pienso también en lo mucho que me cautivan las palabras anónimas, las coplas populares, los cantos campesinos… Me gusta pensar, como señala Ivonne Bordelois, que somos vehículos de las palabras, no su fuente, y mucho menos sus propietarios.



LM: Hablando de Macky (Corbalán), que es LA poeta referente de nuestra generación, contame si compartiste alguna experiencia con ella.



MA: No compartí con Macky ningún encuentro de lectura, sólo con mis oídos, pero dialogo mucho con sus poemas. Justamente en este viaje a la cordillera me llevé el libro Poesía de Ediciones en Danza para releerlo en un espacio sagrado, bajo otras coordenadas de percepción. Sus hablantes poéticos me resultan muy muy cercanos, sus versos son como el agua, combinan sus ritmos, escapan a la fijeza.



LM: ¿Y con otras mujeres del panorama literario neuquino actual?



MA: De la numerosa cantidad de mujeres que escribe en este lugar tengo un vínculo más estrecho con Verónica Padín y con Silvia Mellado por haber compartido algo del tránsito por la facultad. He escuchado varias veces a Silvia decir sus poemas y el modo en el que su voz vibra me para los pelitos de los brazos. Pantano seco me hace cerrar el libro luego de cada poema y levantar la mirada hacia el silencio. Y la voz de Vero me ha acompañado a muchísimos lugares, me he encontrado muchas veces viajando en colectivo y escuchando poesíasong, y también trabajos suyos anteriores. Celebro su tejido de lenguajes. Vero me ha sugerido que comparta textos y la he escuchado; además de leernos poemas entre mates en alguna ocasión de verano.

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