Tuesday, January 20, 2015

PREDESTINATIÓN – de los hermanos Spierig


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Una película de ciencia-ficción que puede disfrutar cualquiera a condición de que no sea un fanático de la ciencia-ficción. O sea, desde mi punto de vista como fanático, un despropósito.

La película está bien filmada, tiene buenas actuaciones, aunque el maquillaje falla respecto a un personaje que debe verse de forma ambigua y no deja de verse como una mujer.

No están presentes los efectos especiales que uno tal vez espera de una película de viajes en el tiempo (el puente Einstein-Rosen, el círculo acuoso utilizado en Stargate y en muchas películas más desde entonces, el túnel por el cual circula la TARDIS), sino que los desplazamientos son automáticos, a la manera de un ilusionista: ahora lo ves, ahora no lo vez... y un poco de viento, eso es todo.

El problema no está en ninguno de los aspectos técnicos de la película, tampoco en la morosidad con que está filmada, la lentitud del relato. En realidad, no hay ningún problema que pueda ser definido como tal. El problema es mío, y de cualquiera que haya leído mucha ciencia-ficción e investigado acerca del género.

Dicen que la ignorancia es felicidad, y debe agregarse que la ignorancia permite también el disfrute y la sorpresa. Mucho más en mi caso porque, tratándose de películas, le presto muy poca atención a los aspectos técnicos o la calidad actoral y me centro casi exclusivamente en el argumento; entonces, para mí (y para muchos otros, creo) ignorar el argumento es vital, cosa que en este caso fue imposible porque los hermanos Spierig tomaron una de las dos o tres paradojas más conocidas acerca de la teoría de los viajes temporales (si no es, directamente, la más conocida; popularizada además a través de un cuento de Robert Heinlein que el film toma como inspiración directa) y la transformaron en un relato cinematográfico super lineal. Todo lo lineal que puede ser un relato en el que se la pasan saltando adelante y atrás en el tiempo, se entiende.

Antes de los diez minutos de metraje ya sabía de qué iba la película. Con el paso del tiempo iba creciendo la seguridad de que me estaban contando la paradoja sin ningún agregado, sin ningún plus que justificara seguir mirando. Entonces busqué críticas de la película en internet. No destripaban el argumento pero me sirvieron para confirmar mis sospechas. Sin embargo, me quedaba todavía la esperanza de la vuelta de tuerca final, de que hubiesen tomado la paradoja como punto de partida para ir más allá. Y empecé a repetir en mi mente: “Si no hay una vuelta de tuerca me voy a enojar mucho... si no hay una vuelta de tuerca me voy a enojar mucho...”. Y al final me enojé mucho.


Entonces, la recomendación es simple: si no sabés nada de ciencia-ficción, es muy probable que la película te vuele la cabeza. Si sos un especialista en el género, o has leído una buena cantidad de novelas, relatos o ensayos sobre viajes en el tiempo, no te le acerques porque vas a salir decepcionado, o al menos vacío, sin experimentar ni descubrir nada nuevo. Y lo peor que te puede pasar cuando entrás en contacto con cualquier forma de arte es salir tal cual como entraste, sin que nada cambie adentro tuyo, sin tener siquiera una nueva idea, una nueva sensación, nada.

Wednesday, January 14, 2015

Teeneage Mutant Ninja Turtles (2014) de Jonathan Liebesman.

La película es malísima.

La fui a ver porque mi hija quería saber “cómo se ven las Tortugas en el mundo real”, tomando como “realidad” lo opuesto a “animación”. Mi hija tiene 9 años, todavía no leyó a Platón ni a Phillip K. Dick y ni vio Matrix, así que está bien que use la categoría de realidad con esa soltura y esa ingenuidad. El mundo de los chicos es algo irrecuperable y yo pensaba “¿Cómo quiere ver a las Tortugas en el mundo real, no vio las películas que hicieron en los noventas?”. Y no, por supuesto que no, porque en los noventas ella no era ni ese proverbial destello en el ojo de los padres del que hablan. Yo tenía mi carpeta de primer año llena de stickers (que en esa época se llamaban calcomanías) de las Tortugas, de la primera serie de dibujos animados, cosa que no me imagino que pase con los adolescentes de hoy en día. Y no sólo se trata de que la relevancia social de los personajes pueda haberse agotado con el paso del tiempo sino que en esa época eran una novedad pero a esta altura son un clásico y a los clásicos se les pide ciertas cosas, como calidad y relevancia.

Lo único que rescato son los cambios visuales, que no sean las cuatro iguales, que las dimensiones físicas, las caparazones y los adornos que usan a la forma de vestido sean diferentes. Es un rasgo de caracterización que bien podrían haber extendido a los diálogos y a las personalidades, pero se ve que los animadores trabajaron más que los guionistas.

Los cambios argumentales son ridículos y me hacen recordar algo que surgió en la época del Batman de Tim Burton, donde se mostraba que el Joker, de joven, había sido el asesino de los padres de Bruce Wayne. Recuerdo haber leído en algún lado reacciones contra esa manía de hacer que el villano tuviera un papel importante en la génesis del héroe como si el sentido de la historia surgiera de cerrar un círculo cuando, en realidad, el sentido surge de tratar un tema que resuene en el público, tenga o no que ver con el origen del héroe. Decían en esa época que, si se hiciera otra película de Superman, iban a encontrar la forma de hacer que Lex Luthor fuera el responsable de la destrucción de Kripton, por ridícula que fuera esa forma... y tal vez por eso en Man of Steel no aparece Luthor y el villano es Zod que, si bien no hizo explotar Kripton, sí asesina a Jor-El, valga una cosa por la otra.

Pero, volviendo al sentido, y haciendo referencia a un texto que me causa reacciones negativas por motivos personales, Ricardo Piglia dice que en un cuento debe llevar dos historias, aunque una sea como una corriente subterránea que emerge a la superficie recién la final. No sé si estoy tan de acuerdo con eso, pero sí creo que en una obra de arte narrativa (cuento, novela, serie, película, historieta) debe haber dos componentes: la trama y el sentido profundo, lo que se cuenta y lo que se quiere transmitir, las peripecias y (en cierta forma, aunque no es tan así) la moraleja. Y esta versión de las Tortugas Ninja no tiene nada debajo, nada importante que decir. Lo peor de la película es eso: que no tiene un eje, un centro, una idea rectora. No va a ningún lado, pero tampoco lo pretende, así que uno no sabe si es impericia o fidelidad ciega a lo que en un principio se pretendió hacer. El Doctor Who dice que no todo el que vaga está perdido... bueno, esta película sí.


Si es por recomendar algo, recomiendo la película de animación por computadora que dirigió en el 2007 Kevin Munroe: los personajes humanos están diseñados de una forma superangulosa que borda lo grotesco, pero al menos tiene un tema central (la familia) que le da unidad y sentido. Porque ese es el quid, eso es lo que se le pide a una obra de arte y aunque una película de las Tortugas Ninja apunte al mero entretenimiento sigue siendo cine, y el cine es, a pesar de todo, un arte, así que no está mal pedirle lo mismo que le pedirías a cualquier otra forma de arte.

Invincible – de Robert Kirkman, Cory Walker y Ryan Ottley (Image / Ovni Press)

Invincible es la otra gran obra de Kirkman, junto con The Walking Dead. Y no podrían ser más distintas. Mientras en The Walking Dead lo único fantástico, anormal, es la presencia de zombies, Invincible está ambientada en ese mundo de fantasía y ciencia-ficción que ya normalizamos como universo superheroico. En las portadas, Kirkman se hace autobombo poniendo la leyenda “Probablemente el mejor comic de superhéroes del universo” (como una parodia-homenaje a los Fantastic Four de Marvel y su leyenda “Los mejores comics del mundo”) y yo no sé si en otras partes del universo se harán comics, pero si dijera “Probablemente el mejor comic de superhéroes del planeta” estaría totalmente de acuerdo.


Kirkman es un fan, eso es innegable. Y como fan sabe qué funciona y qué no, sabe qué cosas ya ha leído tantas veces que lo cansaron y cuáles nunca ha visto, qué vuelta de tuerca estaba ahí, picando como una pelota frente al arco sin arquero, pero nunca nadie hizo el gol por interferencias editoriales y demás razones de marketing. Y entonces él va y patea. La serie es eso: un golazo tras otro. No hay un solo número “quieto”, un solo número intrascendente: el status de los personajes cambia casi en cada página, los personajes se desarrollan de forma coherente y sorprendente al mismo tiempo (lo que es jodidísimo de lograr) y prácticamente todos son queribles (o al menos comprensibles) después de unos números.

Me hace acordar a otros dos guionistas: Erik Larsen (con cuyo universo superheroico está muy emparentado: Savage Dragon aparece bastante en Invincible) y sobre todo Joss Whedon (el creador de Buffy y quien mejor ha escrito a los X-Men después de Grant Morrison). Porque lo bueno de Whedon es que es también es un fan, y se nota. En los comentarios del dvd de Serenity (peliculón de ciencia-ficción escrito y dirigido por Whedon) él dice que, cuando creó la serie Firefly, no quería hacer algo que a los espectadores les gustara sino algo que los espectadores pudieran amar. Y esa es, resumida al máximo, la actitud de un fan devenido en creador. Y estoy seguro de que la cabeza de Kirkman funciona igual.

Otra cosa que me gusta de Invincible es que toca casi todos los temas que pueden tocar tanto la ciencia ficción como el subgénero de los superhéroes. Una pequeña lista de los tópicos que se pueden encontrar en la serie abarcaría:
*Extraterrestres y descendencia híbrida
*Viajes en el tiempo
*Universos paralelos
*Robots e inteligencias artificiales
*Hombres inmortales
*Viajes al espacio exterior
*Zombies (zombies mecánicos, para ser exactos)
*Clones
*Parásitos ladrones de cuerpos (body snatchers)
*Criaturas del centro de la tierra (homenaje al Mole Man de los Fantastic Four)
*Relación ciencia/magia (en la búsqueda de la cura para la “enfermedad” de Monster Girl)
*Parodias a Star Trek (es casi un género aparte dentro de la ciencia ficción actual)
Y respecto a los superhéroes, los tópicos son todos: cualquier cosa que haya pasado en un comics de superhéroes desde el número uno de Action Comics hasta hoy (la identidad secreta, los poderes, el legado, el romance, el supergrupo, los villanos), es usado, revisitado, sublimado, invertido, doblado hacia afuera como un guante, llevado al paroxismo o resignificado en cada número.
Eso sí: a diferencia de la media de los comics de superhéroes, Kirkman muestra mucha sangre en sus historias, lo cual suma realismo pero hace que Invincible no sea muy apto para niños. Es una serie para adolescentes y adultos que no sólo disfruten la lectura sino que capten los homenajes y las variaciones.


Guardians of the Galaxy – de James Gunn (2014)

Lo difícil de escribir una reseña acera de esta película no es recomendarla sino estar a la altura, porque para mí Guardians of the Galaxy fue una fiesta: una fiesta visual, una fiesta de humor, una fiesta de acción copada, con ideas, no los típicos tiros y rotura de huesos de las películas de acción convencionales.
Lo que, creo, jugó más a favor de la película fue mi desconocimiento casi absoluto de los personajes. De hecho, colecciono historietas desde los catorce años, a esta altura debo tener algo así como nuevemil (decenas más, decenas menos) y si tengo cinco revistas donde aparezca este grupo es demasiado.
Me refiero a que no son los superhéroes onmipresentes, no son iconos. Y eso es positivo porque le da al director más espacio y sobre todo más permiso para jugar con su interpretación. Todos creemos conocer a la perfección a los iconos, aunque en realidad no sea así, y eso genera un sentimiento de apropiación, de pertenencia, de “yo sé quién es y cómo actúa tal personaje y por eso me jode que se comporte de una forma distinta a la que imagino en mi cabeza”. Avengers, por ejemplo, fue una película simpática, graciosa, con momento cómicos, pero no una comedia hecha y derecha. Supongo que si Avengers hubiera sido claramente una comedia de acción de la forma en que los es Guardians of the Galaxy, medio mundo hubiera puesto el grito en el cielo porque, en cierta forma, con esos personajes no se jode, son de todos, cualquiera que los conozca los siente como propios.

La película es tan épica como debería serlo cualquier película de superhéroes y cualquier episodio de una serie de superhéroes (salvo, claro, que por algún motivo se trate de un intermedio introspectivo). Es incluso más épica que Avengers, supongo que por la escala: todo es cósmico y gigantesco. Eso le quita un poco de espacio a la caracterización, los personajes son bastante arquetípicos, pero tienen la complejidad justa para una historia de este estilo.

Hay un diseño de producción soberbio: las naves, los vestidos, los lugares en los que transcurre la acción, todo está super cuidado, es muy reconocible y funcional. Hay detalles excelentes, como el diseño de las naves de los Nova Corps, que tienen la forma de la estrella que es el símbolo de Nova, personaje que al final no llegó a aparecer en la película.

Con respecto a la música, tal vez el componente al que más relevancia le han dado las críticas, por un lado me gustó mucho el rol central del “Awesome Mix 1” en formato cassette, pero por el otro me quitó la idea de reivindicar ese formato en una novela, porque va a quedar como una copia. Lo he dicho muchas veces: un escritor es un tipo al que le roban las ideas antes de que se le ocurran, o al menos antes de que pueda llevarlas al papel.
Mi hija vio por primera un cassette en la pantalla del cine el día del estreno. Después le mostré algunos que todavía tengo, de cuando era chico, en la casa de mis viejos, y creo que todavía no capta del todo la idea de que de ahí salía música. Más allá de la diferencia generacional, debería parecernos un milagro que salga música de cualquier aparato, pero ese es otro tema.

Como protagonistas, tenemos a un Chris Platt que he visto antes solamente en Her, un par de personajes animados con voces famosas que ponen el humor y el desenfreno (Rocket Racoon) y la ternura (Groot), y una Zoe Saldaña abonada a las películas de ciencia-ficción y basadas en comics (Star Trek, The losers, Avatar), lo que viene siendo bastante común: por lo general, el actor que participa en una película de estos géneros lo hace en dos, tres, cuatro, hacia el infinito y más allá, y no creo que lo hagan por la guita sino porque estos films tienen otra vibración, otra relevancia, no dentro de lo que puede denominarse la alta cultura, claro, pero eso incluso puede ser el mayor aliciente. La actitud, citando al gran filósofo de nuestro tiempo Milhouse Van Houten, puede ser: “El hecho de que los intelectuales lo critiquen me hace desearlo más”.


Los villanos están bastante bien, y suma también la aparición de Karen Gillian, posiblemente la companion más entrañable y extrañada del Doctor Who desde que se renumeró la serie, de Eccleston para acá, y que ahora, después de salvar el universo media docena de veces en la BBC, va a hacer de pelirroja tonta en una sitcom, tentada por la tv estadounidense. Para que después digan que no es posible venderle el alma al diablo.

QUÉ ES LA REALIDAD - por Alan Moore

TEXTO PROPUESTO PARA “HOLY SMOKE”
QUÉ ES LA REALIDAD
Este documento fue escrito para la tv por Alan Moore, y constituye un buen pasaje introductorio.

La realidad, a primera vista, es algo simple: la televisión hablándote es real. Tu cuerpo hundido en esa silla al aproximarse la medianoche, un reloj haciendo tic-tac en el umbral de la percepción. Todos los detalles interminables del mundo sólido y material rodeándote. Esas cosas existen. Pueden ser medidas con un metro, un voltímetro, una balanza. Esas cosas son reales. Y después está la mente, enfocada a medias en la tv, el sillón, el reloj. Ese vínculo fantasmal de memoria, idea y sentimiento que llamamos nosotros mismos también existe, aunque no sea parte del mundo mensurable que nuestra ciencia puede describir. La consciencia es incuantificable, un fantasma en la máquina, apenas considerada real, aunque en cierto sentido ese mosaico fluctuante de percepciones es la única realidad verdadera que nunca podamos conocer. El Aquí-y-Ahora demanda atención, está más presente para nosotros. Desechamos el mundo interno de ideas como menos importante, aunque la mayoría de nuestra realidad física inmediata se origina sólo en la mente. La tv, el sofá, el reloj y la habitación, toda la civilización que los contiene, fueron alguna vez nada más que ideas. La existencia material está enteramente fundada en el reino fantasmal de la mente, cuya naturaleza y geografía permanecen inexploradas. Antes de que la Era de la Razón fuese anunciada, la humanidad había refinado estrategias para interactuar con el mundo de lo imaginario e invisible: complicados sistemas mágicos esparcieron panteones de dioses y espíritus, imágenes y nombres con los que etiquetábamos poderosas fuerzas internas que nos convendría entender. Intelecto, Emoción y Pensamiento Inconsciente fueron convertidos en divinidades o demonios que a nosotros, como a Fausto, nos convendría conocer, lidiar con ellas, volvernos ellas. Las culturas antiguas no fabricaban ídolos. Sus dioses-estatuas representaban estados ideales a los que, después de meditar constantemente, uno puede aspirar. La ciencia prueba que nunca hubo una sirena, un Krishna de piel azul o el parto de una virgen en la realidad física. Aún así el pensamiento es real y los dominios del pensamiento son el lugar donde los dioses irrefutablemente existen, blandiendo tremendos poderes. Si Afrodita fue un mito y el Amor sólo un concepto, entonces ¿vamos a negar los crímenes y gestos amables y canciones hechos en nombre del Amor? Si Cristo fue siempre sólo ficción, una Idea divina, ¿eso invalida el cambio social inspirado por esa idea, hace a las guerras santas menos terribles, o al mejoramiento humano menos real, menos sagrado? El mundo de las ideas es en ciertos sentidos más profundo y verdadero que la realidad; esta televisión sólida es menos significativa que la Idea de la televisión. Las Ideas, a diferencia de las estructuras sólidas, no perecen. Perduran inmortales, inmateriales, en todas partes, como todas las cosas Divinas. Las Ideas son un dorado paisaje salvaje por el que vagamos ignorantes, sin un mapa. Tené cuidado: en el análisis final, la realidad debe ser exactamente lo que pensamos que es.

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FUENTE: http://homepages.tesco.net


LA REVOLUCIÓN ES AHORA - por Grant Morrison

Comics.

Justo cuando pensabas que te la habías arreglado para dejarlos atrás, ahí están, humeando cual Saigón bajo una podrida niebla de agria tinta de smog. Esas calles atestadas de extraños hombres de caricatura con ojos de niño, haciendo aparecer cosas de la nada, ‘por dinero’. Fiolos de la imaginación con sus barbas de drogón y cabezas afeitadas y sus voces chistosas y las estúpidas opiniones pagadas de sí mismas que rebuznan en cada oreja desprevenida. Esta ciudad volteada patas arriba, embrujada por lo brillante, dañado y trastornado, donde la palabra ‘genio’ se estampa sobre cada bolsa de basura sin importar qué haya dentro.

La nauseabunda, estática densidad del ‘mainstream’, la pomposa Generación-X salida de la escuela de arte quejándose de ser ‘alternativa’. Y todos los cansados pececitos con caras raras, alimentándose uno a otro en piscinas menguantes de barro y hierba mala. Nadie se digna ni siquiera a mirar cómo el frenesí de la extinción se interpreta a sí mismo en un repugnante revoltijo de recreaciones nostálgicas, regurgitaciones afiebradas. El agua llenándose de espuma roja y azul y amarilla hasta que quieras vomitar sólo para añadir algo al desastre.

Comics.

Ahí están de nuevo, como una mala fantasía sexual que le contaste a tu doctor en confidencia y ahora él llamó a la policía...

Afrontémoslo, todos hemos despertado alguna vez sintiéndonos raros acerca de los comics, ¿no? Avanzada la noche y cubiertos de sudor como burros, ¿mmm? Pensando en esqueletos a las 3 de la madrugada. Rumores húmedos del Ello: ¿de verdad cae el telón para todo lo que nos preocupa? ¿Somos genuinamente tan raros como para mostrar nuestro rostro en público? ¿Por qué siempre estamos cargando una bolsa de plástico?

¿Por qué, de hecho, intento escribir ‘algo positivo’ acerca de la viabilidad del negocio de los comics cuando todos saben que las ventas están cayendo más rápido que Lucifer desde las almenas del cielo? ¿Qué resta por decir acerca del horroroso declinar al lecho de muerte de lo que fue una vez el vivaz pequeño de la Edad de Oro que se convirtió en el niño con ojos asombrados de la Edad de Plata y el adolescente hosco, brillante y frustrado de la ‘Edad Oscura’ que recién ha terminado? Es tan fácil aceptar la sabiduría heredada de que somos grotescos culturales marginados rondando los límites de la realidad. Todos SABEN que los comics son para retrasados, ¿verdad?

Pero imaginame con mi máscara de Anthony Robbins por un día. Desnudo, sin vergüenza y viniendo no a enterrar a los comics sino a alabarlos hasta que chillen como cerdos. Observá el Rictus Neuro-Lingüístico que ocupa mi cara mientras te miro a los ojos y te digo que no hay NADA MAL con la ‘industria de los comics’. De hecho, podemos tener un nuevo boom de los comics ACÁ y AHORA y lo tendremos, lo queramos o no.

Aquí tienen sabiduría: el negocio de los comics, como muchos otros, ha estado atravesando un enorme proceso cíclico desde los 1930s. Si lo mirás a largo plazo, los booms de crecimiento y las caídas hacia la ruina vienen y van como las poblaciones de caribúes, tan fácil es predecirlos y prepararse para ellos como lo son el cambio de las estaciones o las fases de la luna. Ahora estamos atravesando el túnel de la típica ansiedad glacial de fin de siglo cuando las reconfortantes retiradas hacia estilos y actitudes del pasado han estado brevemente en boga. Dentro de seis meses, con el siglo pasado retirándose hacia las nieblas de la memoria, esta solución a corto plazo al problema de mantener a flote los comics tras el reciente desplome parecerá agotada y cínica, como un viejo Don de la Mafia deshojando el álbum Familiar una y otra vez, dándose cuenta de que ha matado a todos los que aparecen en las fotos.

En este deprimente futuro de circuito cerrado ‘El Mercado’ es descrito como un puñado de opinólogos solteros que se están quedando calvos, criados entre algodones como asquerosos bebés adultos mientras toman como un bocado a deshora algunas buenas emociones chapadas a la antigua en cuatro colores diseñadas para hacerlos sentirse normales. Llevá este escenario espantoso a sus límites y toda esperanza está perdida; los dinosaurios del medio sacian su monstruosa lujuria caníbal hasta que al final cada idea reciclada es reducida a pasta entrópica y el último de los titanes cae, muerto de pura falta de sentido.

Es una imagen descorazonadora pero, por suerte, hay varios caminos en el zigzagueante Jardín de Destino y probablemente todavía haya tiempo de evitar esta ruta en particular hacia la perdición si dejamos de ser tan miserables.

La verdad es que a la mayoría de las personas realmente le GUSTAN los comics y estarían felices de leerlos si les dieran material hecho a la medida de sus gustos. He realizado esta sencilla prueba con peluqueros, contadores, artistas marciales, drogones, anarquistas, maestros, doctores, dentistas y demás, a cada lado del camino.

Incluso el peor de los comics de superhéroes es a menudo más inteligente, más adulto y más sofisticado que el culebrón, el disco de dance o el show de preguntas de TV promedio. Si las historietas fueran tan fáciles de conseguir y tan agresivamente promovidas como los CDs, DVDs, revistas de estilos de vida y juegos de computadora, serían consumidas en las mismas cantidades, créanme.

Los videojuegos no van a matar a los comics más de lo que la TV puede matar a las películas (y siempre que alguien saque a relucir el argumento de que la pantalla de computadora es el reemplazo de la página impresa, decíle que no podés agarrarte un cáncer por sentarte demasiado tiempo frente a una historieta). En este mundo supercargado, hiperkinético, de soluciones rápidas, la gente quiere ser constantemente entretenida y tomará el entretenimiento en cualquier forma que se le ponga al alcance, incluyendo comics (portátiles, fáciles de leer, brillantes, llamativos y como mínimo igual de divertidos que la mayoría de las novelas, programas de TV o películas). El archivo de comics tiene 60 años de espesor, es ya vasto, ecléctico e inspirador –va desde ganadores del premio Pulitzer hasta blockbusters sin cerebro pasando por cada matiz posible- y el potencial para el futuro es todavía más grande. Simplemente, acá hay algo que cada uno puede disfrutar. Lo que significa que ya es momento de que la ‘industria’ y el fandom arrojen por la borda la vergüenza adolescente auto-conciente que todavía flota sobre la noción de disfrutar de las historietas. No tengo nada contra el rincón de los coleccionistas en el mercado de compradores de comics –nadie, después de todo, condenaría a los deportes o la industria discográfica como paraísos de imbecilidad eterna basado en la obsesión de aquellos pocos entusiastas del núcleo duro que sellan y catalogan cuidadosamente sus programas de fútbol y vinilos raros- pero haríamos bien en dejar de confundir a los coleccionistas con ‘el mercado’.

Lo que significa, ¿por qué deliberadamente apuntamos a un nicho menguante de consumidores cuando el ‘mercado’ REAL es más grande DE LO QUE HA SIDO NUNCA? Es un momento donde las películas llenas de efectos especiales y una generación de directores amamantados por Marvel y DC han tomado ideas que una vez estuvieron sólo al alcance de los nerds de los comics o la ciencia ficción y las han emplazado en el corazón chirriante de horno de fundición de la cultura de masas – Buffy, Angel, The Matrix, X-Files, Playstation, Pokemon, historietas, todo se vuelve Uno dentro del borroso brillo diurno de los ruidosos Medios Populares supercalentados. ¿Entonces por qué no habríamos de reclamar nuestro asiento en la mesa global, agitando orgullosamente nuestros comics, nuestras obras maestras, nuestras exhibiciones de angustia adolescente, nuestros brillantes desvaríos, nuestras obscenidades, nuestros tratados filosóficos y nuestros gloriosos dibujos? ¿Por qué estamos abatidos e ignoramos deliberadamente todos esos rostros hambrientos en la calle y en los trenes? Millones de ellos. Naciones enteras de consumidores ansiosos.

AHÍ MISMO ESTÁ EL MERCADO. Los buenos tiempos están justo a la vuelta de la esquina... si vamos a molestarnos en caminar esa distancia.

No hay problema con el talento. No hay problema con el mercado. El problema yace sólo en el área del marketing. Si a la gente se le puede hacer creer que los productos de Pokemon son copados, se les puede hacer coleccionar Green Lantern. Si se puede hacer que tomen en serio a Harry Potter, se los puede hacer tomar en serio a Warren Ellis. Necesitamos personas que puedan venderle comics al público. Necesitamos gente en las editoriales y posiciones gerenciales, personas con un poco de orientación, mucho dinero y la misión de poner estas revistas en la arena de la cultura popular de masas.

Confiá en mí: según las leyes de la progresión cíclica, los comics están a punto de volverse ‘copados’ de nuevo. Unítenos y ayudá a apresurar el proceso de inventar maneras de promover los comics que nos gustan a todos y hacerlos llegar a las manos de las personas que quieren leerlos. Pronto vas a ver más y más artículos e historias acerca de las historietas y sus creadores en la prensa mainstream. Habrá un interés creciente del público hacia los superhéroes, mutantes, freaks y parias. Las historietas atraerán a una nueva audiencia curiosa y empezarán a vender en números inesperados. Esta ola de interés del mainstream y ventas altas que se avecina será incluso más grande que la ocurrida a mitad de los 80s y principio de los 90s, pero no durará más que aquella, de ninguna forma, a menos que pensemos formas de cultivar y conservar a la nueva audiencia.

Esto va a pasar con o sin tu apoyo pero ¿no sería bueno si, cuando el mundo llegue a tu porche de nuevo, encontrara a una industria de la historieta confiada, diversa e innovadora con un ojo en el futuro, en lugar de a una muchedumbre de nerds quejosos y divididos que no pueden esperar para retirarse a las sombras y empezar a refunfuñar de nuevo cuando los reflectores se aparten? ¿No sería bueno si esta vez pudiéramos usar el boom y construir un nuevo contexto para la apreciación más amplia de TODOS los tipos de historietas? En una cultura cada vez más dominada por la imagen no debería ser tan difícil.

Yo tengo mis propios planes. ¿Y vos?

Es simple: si realmente odiás los comics tanto que querés verlos morir, entonces seguí llenando los foros con bilis frustrada e ignorante (he estado leyendo alguna de esas cosas y un montón de los tipos que aparecen ahí necesitan irse a la cama con alguien o hacer algo de meditación). Si no es así, vamos a decretar un cese al fuego momentáneo para evaluar maneras de reconstruir el perfil completo del medio de los comics.

La responsabilidad es nuestra; todos sabemos qué tan horribles y qué tan porquería son los comics. Todos hemos oído la cansina vieja canción de asco autoprovocado durante suficiente tiempo y está empezando a volverse un completo embole. Si creés que no hay esperanza entonces por favor andate a la mierda, morite sin hacer ruido y probate a vos mismo que tenías razón.

En cuanto a mí, quiero que los creadores de comics sean tan grandes como las estrellas de rock. Quiero que las historietas sean reseñadas por el mainstream. Quiero que a todos los fans de los comics copados, inteligentes y amistosos se les dé el respeto que merecen. Quiero que los comics se unan de nuevo a la raza humana después de haber pretendido por mucho tiempo ser el idiota de la aldea global.

Me han escuchado, hermanos y hermanas en la desesperación. ¿Recuerdan esa mierda que creyeron honestamente porque pensaban que Stan les estaba hablando a USTEDES en persona y no sólo aprovechándose de cada idiota con 12 centavos para desperdiciar en el origen de Spider-Man? Piensen en el poder, piensen en la responsabilidad y dense cuenta, por encima de todo, de que si queremos un medio de los comics próspero, desbordante de obras creativas en cada género y no-género, si queremos representar a un campo cuyos talentos imaginativos y trabajos agradables sean la envidia de cada ser humano cuerdo y civilizado, entonces NOSOTROS mismos debemos colocar las piedras basales del paraíso.

Y afrontemos con un rostro más aguerrido que los Hombres de Neanderthal –esos pocos cientos de miles a quienes genuinamente nos preocupa esto- la verdad de que REALMENTE nosotros podemos ser todo lo que se está interponiendo entre la historieta y su profetizada extinción, así que mejor empecemos a usar nuestra poderosa imaginación y a pensar rápido.

Junto con un número creciente de otros creadores y fans, creo que es tiempo de ser militantes si de verdad estamos preocupados por lo que implica la caída en picada de las ventas. Creo que es tiempo de deshacerse de las viejas imágenes negativas y limitaciones autoimpuestas que han dejado a la historieta acurrucada en un rincón de la cultura como una flor que no se da cuenta de lo hermosa y deseable que sería si tan sólo se elevara, se irguiera, se sacara los lentes y le SONRIERA a la gente por una vez.

¿Son los gerentes contables y las adolescentes que vegetan frente a Ally McBeal o el último lanzamiento en DVD menos ‘imbéciles’ que el fan de los comics que, camino a casa, oculta su perversión dentro de una bolsa para consumirla a puertas cerradas? ¿Son los fanáticos exagerados de Britney Spears menos exagerados que los fanáticos exagerados de los Avengers? ¿Por qué la gente toma en serio a Lara Croft pero no a Superman?

No me he sentido imbécil o tonto desde que tenía 17 años. No me siento marginado o fuera de moda ni tampoco debería sentirse así nadie más en esta pujante sociedad multiplex. ¿Cuándo las personas exitosas, creativas e inteligentes dejarán de pensar en ellos mismos como outsiders aniñados y empezarán a relacionarse con los altos riesgos del mundo real?

Despierten, chicos y chicas fans.

¿Acaso no quieren dominar el mundo?

© Grant Morrison

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FUENTE: www.newsarama.com

True Detective, de Nic Pizzolatto y Cari Joji Fukunaga

True Detective no te engaña: desde las primeras escenas ya sabés de qué se va a tratar, sabés que va a haber satanismo, sacrificios humanos, niños y mujeres torturados, dos detectives investigando, la zona de los pantanos de Louisiana como marco ideal. Lo que tal vez no te ves venir es el segundo paso: que el demonio (o algo similar) sea real. A eso se refiere lo de “true” tal vez, aunque la palabra despista porque para el sentido común lo “verdadero”, lo “real”, excluye lo que llamamos sobrenatural. Lo que tampoco te ves venir es la ingente cantidad de sexo, para nada gratuito, porque cada revolcón que se ve en pantalla es importante, tiene consecuencias argumentales y consecuencias internas para los personajes pero convierte a la serie en algo claramente apuntado al público adulto, lo que no deja ser una señal de nuestra pacatería porque para casi todos es bastante normal que un adolescente vea cadáveres en televisión, que se entere de los detalles más sórdidos de cada asesinato mediático mientras almuerza o cena, pero si Woody Harrelson le muerde la nalga a una pelirroja que está tan bien que hay que verlo para creerlo, hay que cambiar de canal.

Varias cosas me impactaron en el planteamiento y el desarrollo de la serie, y no puedo explayarme porque a la hora de hacer una reseña o una recomendación uno es consciente de que le está hablando a personas que no la han visto y no puede arruinarle todas las sorpresas, pero puedo señalar que me resulta muy extraña la existencia de seres humanos para quienes el infierno sea algo deseable. Y no se trata del nihilismo, de creer que no hay nada del otro lado, sino de tener la misma idea de infierno que compartimos las personas criadas, a nuestro pesar tal vez, en la cultura occidental y cristiana, y creer que en ese infierno van a sentirse como en casa. También me gustó el género del “true detective” que inventa como excusa Woody Harrelson, una especie de non-fiction detectivesca y que, supongo, va a ser el hilo conductor de las distintas temporadas. Las relaciones familiares, la presencia o no de una familia, la crianza de los hijos, la convivencia con una pareja, el sentido de lo que hacemos todos los días aunque no sepamos por qué, o aun sabiéndolo, sabiendo que no hay un por qué pero sin tener la fuerza o la maña para romper nuestra programación, todo tiene su lugar en la serie, con un ritmo y un balance que no tienen nada que envidiarle a una buena sinfonía.

Pero a pesar del buen hacer general, creo que ameritan una mención especial Mathew McConaguey como actor y Nic Pizzolatto como escritor de todos los capítulos, por los diálogos-monólogos del personaje de Rust Colhe: es difícil generar esa mezcla entre filosofía y cosmovisión personal y ponerla en palabras sin que suene a retórica vacía y sin alma, tanto que creo que desde Matrix (la primera, la única que vale la pena) no se lograba. Además, está el tema de la sinestesia: ¿qué tan bueno sería un detective si pudiera oler el perfume característico, esencial, de una escena del crimen, si pudiera ver, como una nube de color, la lujuria sobre una cama, si pudiera escuchar el murmullo de la sangre derramada?

Algo que creo haber deducido es que el mundo de True Detective es un mundo donde no existe Lovecraft, donde Lovecraft no escribió o no publicó sus libros, porque si así fuera con un simple golpe de teclado las dos pistas recurrentes que dan los distintos personajes (Carcosa y el Rey Amarillo) serían descubiertas en tres nanosegundos de búsqueda en internet, cosa que no ocurre. Parece una estupidez pero es como un seguro, como una barrera infranqueable para la identificación: el mundo de True Detective, por más parecido que sea al nuestro, no es el nuestro porque acá Lovecraft sí escribió y publicó sus libros, podemos quedarnos tranquilos… o no.

Tal vez no le vean la relación, pero el año pasado un amigo cineasta propuso hacer un mockumentary ambientado en las chacras de la zona, en el que se investigaran asesinatos religiosos y donde, al final, los culpables fueran una secta conformada por, entre otros, el intendente de una de las ciudades cercanas, con entrevistas, filmaciones cámara en mano de los rastros de las ceremonias de culto, etc. Podría haber aparecido como pista una banda rock-popera llamada “Ella es tan Carcosa”. No iba a ser exactamente True Detective por una obvia diferencia de producción y talento de los actores (es difícil decidir si ejecutan mejor sus papeles Harrelson o McCounaghey), pero lo que quiero decir es que la premisa de la serie está en el aire de la misma forma en que los extraterrestres estaban en el aire en los noventas y Chris Carter cristalizó ese zeigeist en X-Files. ¿O acaso no sabemos todos que los líderes religiosos y políticos a quienes le profesa lealtad la mayoría de la gente están del culo y son capaces de cualquier crimen por un poco más de poder o, principalmente, fundamentalmente, porque pueden, porque el estado de impunidad que ellos mismos generan se los permite?


Para terminar con una opinión aún más personal que la precedentes: creo que no deberían seguir con True Detective, la primer temporada de 8 episodios fue casi perfecta (tal vez sea 8 episodios porque el 8 acostado es infinito) y deberían dejarlo así. No veo la forma en que las continuaciones puedan evadir la repetición, el hecho de empezar como algo más o menos normal para ir enrareciéndose con el paso de los capítulos, o presentar los mismos hechos que fueron el eje de esta temporada desde distintas aristas, desde nuevos personajes. A no ser, claro, que se dediquen a aumentar la amplitud del misterio, ya sea en el tiempo o en el espacio, salir de los pantanos de Louisiana, descubrir crímenes más antiguos. Si siguen ese segundo camino es obvio que, sin importar la cantidad de años que dure, el último cuadro del último episodio de la última temporada debería ser un primerísimo plano de un ojo despertando (y a buen entendedor...).

Godzilla (2014) de Garreth Edwards

La consigna parece haber sido: que no se vea un carajo así no se nota que el monstruo es un dinosaurio gordito con púas que brillan, como la versión heavy y jodida de Barney.
La Película empieza bastante bien, con conflictos humanos que no por ser melodramáticos están mal expuestos. De hecho al principio te importa lo que les pasa a los personajes, cosa que desde la mitad de la película en adelante ya no ocurre: cuando deja de ser una película acerca de personas para convertirse en una película de monstruos contra el ejército, pierde todo interés y cae en la repetición y el bostezo.
Las actuaciones son bastante creíbles, salvo por la esposa y el hijo del protagonista (Aaron Taylor-Johnson, Kick-Ass y, próximamente, Quicksilver en Avengers 2), que pretenden ser básicamente el anclaje emocional del personaje pero no pasan de resortes argumentales un poco molestos y por los que nunca te preocupás en realidad.

Los efectos especiales están bastante bien llevados, y la historia pretende ser creíble sin caer en la persecución burda y descerebrada de la película de Roland Emmerich de los noventas, pero el problema es precisamente ese: Godzilla es en sí un personaje ridículo, un tipo vestido de dinosaurio radioactivo que destroza a patadas y pisotones una ciudad miniatura de cartón. No hay más que eso, no lo podés reinventar ni modificar. Te cabe así o no te cabe. Así que esperemos que sea la última versión yanqui de Godzilla y nos dejemos de sufrir.