Wednesday, January 14, 2015

True Detective, de Nic Pizzolatto y Cari Joji Fukunaga

True Detective no te engaña: desde las primeras escenas ya sabés de qué se va a tratar, sabés que va a haber satanismo, sacrificios humanos, niños y mujeres torturados, dos detectives investigando, la zona de los pantanos de Louisiana como marco ideal. Lo que tal vez no te ves venir es el segundo paso: que el demonio (o algo similar) sea real. A eso se refiere lo de “true” tal vez, aunque la palabra despista porque para el sentido común lo “verdadero”, lo “real”, excluye lo que llamamos sobrenatural. Lo que tampoco te ves venir es la ingente cantidad de sexo, para nada gratuito, porque cada revolcón que se ve en pantalla es importante, tiene consecuencias argumentales y consecuencias internas para los personajes pero convierte a la serie en algo claramente apuntado al público adulto, lo que no deja ser una señal de nuestra pacatería porque para casi todos es bastante normal que un adolescente vea cadáveres en televisión, que se entere de los detalles más sórdidos de cada asesinato mediático mientras almuerza o cena, pero si Woody Harrelson le muerde la nalga a una pelirroja que está tan bien que hay que verlo para creerlo, hay que cambiar de canal.

Varias cosas me impactaron en el planteamiento y el desarrollo de la serie, y no puedo explayarme porque a la hora de hacer una reseña o una recomendación uno es consciente de que le está hablando a personas que no la han visto y no puede arruinarle todas las sorpresas, pero puedo señalar que me resulta muy extraña la existencia de seres humanos para quienes el infierno sea algo deseable. Y no se trata del nihilismo, de creer que no hay nada del otro lado, sino de tener la misma idea de infierno que compartimos las personas criadas, a nuestro pesar tal vez, en la cultura occidental y cristiana, y creer que en ese infierno van a sentirse como en casa. También me gustó el género del “true detective” que inventa como excusa Woody Harrelson, una especie de non-fiction detectivesca y que, supongo, va a ser el hilo conductor de las distintas temporadas. Las relaciones familiares, la presencia o no de una familia, la crianza de los hijos, la convivencia con una pareja, el sentido de lo que hacemos todos los días aunque no sepamos por qué, o aun sabiéndolo, sabiendo que no hay un por qué pero sin tener la fuerza o la maña para romper nuestra programación, todo tiene su lugar en la serie, con un ritmo y un balance que no tienen nada que envidiarle a una buena sinfonía.

Pero a pesar del buen hacer general, creo que ameritan una mención especial Mathew McConaguey como actor y Nic Pizzolatto como escritor de todos los capítulos, por los diálogos-monólogos del personaje de Rust Colhe: es difícil generar esa mezcla entre filosofía y cosmovisión personal y ponerla en palabras sin que suene a retórica vacía y sin alma, tanto que creo que desde Matrix (la primera, la única que vale la pena) no se lograba. Además, está el tema de la sinestesia: ¿qué tan bueno sería un detective si pudiera oler el perfume característico, esencial, de una escena del crimen, si pudiera ver, como una nube de color, la lujuria sobre una cama, si pudiera escuchar el murmullo de la sangre derramada?

Algo que creo haber deducido es que el mundo de True Detective es un mundo donde no existe Lovecraft, donde Lovecraft no escribió o no publicó sus libros, porque si así fuera con un simple golpe de teclado las dos pistas recurrentes que dan los distintos personajes (Carcosa y el Rey Amarillo) serían descubiertas en tres nanosegundos de búsqueda en internet, cosa que no ocurre. Parece una estupidez pero es como un seguro, como una barrera infranqueable para la identificación: el mundo de True Detective, por más parecido que sea al nuestro, no es el nuestro porque acá Lovecraft sí escribió y publicó sus libros, podemos quedarnos tranquilos… o no.

Tal vez no le vean la relación, pero el año pasado un amigo cineasta propuso hacer un mockumentary ambientado en las chacras de la zona, en el que se investigaran asesinatos religiosos y donde, al final, los culpables fueran una secta conformada por, entre otros, el intendente de una de las ciudades cercanas, con entrevistas, filmaciones cámara en mano de los rastros de las ceremonias de culto, etc. Podría haber aparecido como pista una banda rock-popera llamada “Ella es tan Carcosa”. No iba a ser exactamente True Detective por una obvia diferencia de producción y talento de los actores (es difícil decidir si ejecutan mejor sus papeles Harrelson o McCounaghey), pero lo que quiero decir es que la premisa de la serie está en el aire de la misma forma en que los extraterrestres estaban en el aire en los noventas y Chris Carter cristalizó ese zeigeist en X-Files. ¿O acaso no sabemos todos que los líderes religiosos y políticos a quienes le profesa lealtad la mayoría de la gente están del culo y son capaces de cualquier crimen por un poco más de poder o, principalmente, fundamentalmente, porque pueden, porque el estado de impunidad que ellos mismos generan se los permite?


Para terminar con una opinión aún más personal que la precedentes: creo que no deberían seguir con True Detective, la primer temporada de 8 episodios fue casi perfecta (tal vez sea 8 episodios porque el 8 acostado es infinito) y deberían dejarlo así. No veo la forma en que las continuaciones puedan evadir la repetición, el hecho de empezar como algo más o menos normal para ir enrareciéndose con el paso de los capítulos, o presentar los mismos hechos que fueron el eje de esta temporada desde distintas aristas, desde nuevos personajes. A no ser, claro, que se dediquen a aumentar la amplitud del misterio, ya sea en el tiempo o en el espacio, salir de los pantanos de Louisiana, descubrir crímenes más antiguos. Si siguen ese segundo camino es obvio que, sin importar la cantidad de años que dure, el último cuadro del último episodio de la última temporada debería ser un primerísimo plano de un ojo despertando (y a buen entendedor...).

Godzilla (2014) de Garreth Edwards

La consigna parece haber sido: que no se vea un carajo así no se nota que el monstruo es un dinosaurio gordito con púas que brillan, como la versión heavy y jodida de Barney.
La Película empieza bastante bien, con conflictos humanos que no por ser melodramáticos están mal expuestos. De hecho al principio te importa lo que les pasa a los personajes, cosa que desde la mitad de la película en adelante ya no ocurre: cuando deja de ser una película acerca de personas para convertirse en una película de monstruos contra el ejército, pierde todo interés y cae en la repetición y el bostezo.
Las actuaciones son bastante creíbles, salvo por la esposa y el hijo del protagonista (Aaron Taylor-Johnson, Kick-Ass y, próximamente, Quicksilver en Avengers 2), que pretenden ser básicamente el anclaje emocional del personaje pero no pasan de resortes argumentales un poco molestos y por los que nunca te preocupás en realidad.

Los efectos especiales están bastante bien llevados, y la historia pretende ser creíble sin caer en la persecución burda y descerebrada de la película de Roland Emmerich de los noventas, pero el problema es precisamente ese: Godzilla es en sí un personaje ridículo, un tipo vestido de dinosaurio radioactivo que destroza a patadas y pisotones una ciudad miniatura de cartón. No hay más que eso, no lo podés reinventar ni modificar. Te cabe así o no te cabe. Así que esperemos que sea la última versión yanqui de Godzilla y nos dejemos de sufrir.

Saturday, July 05, 2014

Plop y Frío/Subte - de Federico PInedo


Hace unos meses, en el no-grupo de narradores del que formo parte, se encendió una cierta efervescencia por el malogrado escritor argentino Federico Pinedo, autor de dos libros, ganador del Premio Casa de las Américas y muerto en sus primeros cuarenta. Los libros son Plop y Frío/Subte (más un relato no acabado que tiene por título Laberinto). He leído ambos libros en estos meses (sobre todo porque había decidido leer este año solo autores argentinos, cosa que cambió sobre la marcha), y tengo sensaciones encontradas.
Pinedo es bueno, empecemos concediendo eso. Tiene un manejo de los climas opresivos envidiable y la capacidad de seguir una idea hasta sus últimas consecuencias, cosas ambas que me gustan y me parecen no sólo valiosas a nivel artístico sino intelectual.
Puede reprochársele a Pinedo que domina bien los climas porque en realidad domina bien un solo clima, que es el opresivo, desesperanzado, solitario. No existe la esperanza en los textos de Pinedo, pero los personajes no la extrañan, están tan acostumbrados a sus respectivos mundos que se han olvidado de que alguna vez existió algo llamado esperanza.

Lo complicado de Pinedo, a pesar de que yo sé perfectamente que las características personales no tienen que afectar la valoración artística, es que tiene unas inclinaciones a la pederastia francamente preocupantes.
Lo dicho: eso no le quita ni le agrega nada como escritor, salvo tal vez el escozor incómodo cuando leés las barbaridades que escribe acerca de los pendejitos (barbaridades para nosotros, no dentro de los mundos literarios que él crea), pero como persona, estoy seguro de que si fuera mi vecino de al lado, no lo invitaría al cumpleaños de los nenes y les diría casi todos los días “Si viene el señor Pinedo cuando no están papá ni mamá, no le abren la puerta y nos llaman por teléfono en seguida”.

Lo realmente bueno de Pinedo, creo, es la forma en la que, narrando el comportamiento de seres humanos en mundos donde las normas culturales y sociales son otras (y no se cuestionan, del mismo modo en que nosotros raramente cuestionamos las que dan forma a nuestro mundo), nos hace ver lo arbitrarias y, en última instancia, carentes de fundamento real que son todas las normas culturales y sociales; denuncia su carácter de convención necesarias para lo que nosotros y sólo nosotros, aquí y ahora y sólo aquí y ahora, consideramos vivir como deben vivir los seres humanos. Y sólo por eso ya es un autor valioso.




-

Action Comics de Grant Morrison














----------------------------------------------------------------



Action Comics de Grant Morrison

Decepción. Eso es lo que sentí al terminar de leer el número 17 de la serie regular de Superman de ECC, de la cual compré sólo los números que reproducían los episodios de Action Comics guionizados por Grant Morrison, pensando que valdrían la pena en contraposición a los demás. Si son mucho mejores que los números de Superman, la verdad es que compadezco a los pobres incautos que los compraron y debieron leerlos. En realidad yo fui uno de esos incautos porque compré dos números de George Perez y la verdad es que daban pena, pero bueno...

Hay que decid de entrada que el de esta serie parece un Grant Morrison cansado, un Grant Morrison que ya puso el grueso de sus buenas ideas para el personaje en All-Star Superman y debió rasquetear el fondo de su vasija de ideas para buscar algo con lo que rellenar Action Comics. Y creo que lo que encontró fue la posibilidad de reversionar “¿Qué pasó con el hombre del mañana?” de Alan Moore: Mister Mxyzptlk, la Legión de Superhéroes, Brainiac, Lex Luthor, Metallo, las distintas clases de kriptonita... lo cierto es que la serie no parece algo salido de la cabeza de Morrison sino un arco argumental nostálgico regurgitado por cualquier guionista del montón con chispazos de genialidad circunscritos a una viñeta, a una idea visual, a una frase dentro de un diálogo.
Morrison ha decidido, eso sí, hacer uso de una estructura caótica que recuerda a otras obras de su autoría. Ha decido hace tiempo que aunque las historias internamente, en su desarrollo orgánico, vayan del punto A al punto B al punto C, él puede optar por mostrarnos el punto a, el H, el M y el X, en sucesión atropellada y deshilvanada, porque está seguro de que con eso nos alcanza para comprender lo que quiere contar y de que, si no lo comprendemos, nosotros, sus fans, nos culparemos a nosotros mismos por tarados en lugar de culparlo a él por innecesariamente complicado. Por supuesto, eso crea problemas de ritmo importantes y una sensación de falta de estructura que molesta mucho a la hora de leer. Pero uno se la banca durante diez, once números, porque es Grant Morrison y espera que al final todo valga la pena, que la historia funcione por acumulación y se cierre placenteramente con un giro genial e inesperado... cosas que nop, no pasa. De hecho, entre la laxitud general, los dos últimos números son sin duda los más flojos.

Pesa mucho Krypto en la historia, al punto que a veces me hacía acordar a Bolt, la película de Dysney, por la utilización emotiva de la relación entre “un niño y su perro”. Además, Morrison ya tuvo éxito con los animales en We3, así que es más o menos lo suyo.

No hay mucho más para destacar.

Los dibujos de Rags Morales, bien. Lástima que no dibuje todos los números. De los suplentes o colaboradores, muy bien Gene Ha, muy bien Cully Hammer, enorme Chris Sprouse.

Los rediseños de Metallo y Steel, un asco.



-

Thursday, July 03, 2014

Colección de Novelas Gráficas de Marvel de Salvat



---------------------------------------------

Lo gracioso de la colección de novelas gráficas de Salvat es que ninguna es una novela gráfica.
Revisando el listado de las posibles publicaciones, las que han salido en Europa y Brasil, vemos varias miniseries pero sobre todo arcos argumentales importantes de series regulares. No es que me queje, pero me parece un intento bastante pavo de obtener respetabilidad a través del nombre, que debe ser una de las formas menos recomendables de ganar respeto.
La colección es buenísima, eso no se discute, tanto en las obras seleccionadas como en la calidad de los tomos y la relación precio/cantidad de páginas. Además, era necesario que alguien se encargara de seleccionar y publicar clásicos de Marvel y, haciéndose cargo Salvat, le sacan ese peso de encima a Ovni Press, que de todos modos en algo colabora. Aunque, debo decir, su colaboración es los diálogos es un poco... pecho frío, por usar un término futbolero y ponerme a tono con el mastodonte. Las dos obras que he leído hasta ahora, el primer arco del Spider-Man de Straczinsky y el primer arco de los Astonishing X-Men de Joss Wedon, me sonaron menos emocionantes desde los diálogos que cuando las leí por primera vez, en traducción de ConoSur y Panini España respectivamente. Pero puede ser solamente mi memoria molestando. Además, y aunque sólo sea por eso, está muy bien que cambien los “igual” por unos “quizás” o unos “tal vez”. De todos los modismos peninsulares, el “igual” con valor de duda es lo que más me jode leer y lo que más me arruina el ritmo de la lectura, porque tengo que parar y pensar y darme cuenta de que lo que quieren decir es que “tal vez va a pasar algo” y no que una cosa es igual a otra, así que en ese sentido la adaptación está bien, pero podrían ponerle algo más de pilas, algo más de emoción a los diálogos. Creo que con respetar lo que escribieron los guionistas originales debería bastar.
De los tres tomos que he comprado, el único que leí por primera vez es Avengers: Separados y, meh!... es Bendis y Finch, muchas frases cortadas, golpes bajos y dibujos llenos de rayitas, anatómicamente debatibles, los demás ya los tenía, y algunos de los que vienen (Wolverine, Iron- Man: Extremis, Daredevil: Reborn) también los he comprado en estos veintidós años que llevo coleccionando comics, lo que me hace dar cuenta de que, a pesar de las intermitencias y las colecciones canceladas y los largos períodos sin nada en los kioscos, hemos tenido bastante suerte en materia de obras cumbres de Marvel.
Espero que esta colección me permita saldar una gran cuenta pendiente que tengo con los comics, que es tener en mi biblioteca un tomo de alguna obra totalmente dibujada por Jack Kirby. Con eso me doy por satisfecho.


-

Friday, May 02, 2014

Top Ten y Smax - de Alan Moore (tormenta de referencias)






-----------------------------------------------------

En todas las artes se necesita un tiempo de inmersión que te permita conocer y manejar ciertos códigos, clichés, esquemas, estereotipos, que su vez te permitan reconocer y disfrutar las variaciones. Pero creo no pasa tanto como en los comics. Los mejores comics son para iniciados, lo he dicho varias veces y lo sostengo.


-

Sunday, April 20, 2014

Que la piedra no haga ruido


Hace unos días leí las declaraciones del sofista Alejandro Rozitchner, insultando a Luis Alberto Spinetta y a los artistas en general, llamándonos ilusos, resentidos, demagogos, estúpidos (de muchas formas elípticas y laterales, como corresponde a un cagón) y presentándose a él mismo y a sus secuaces (en el sentido jurídico) de Cambiemos como los capos que entienden qué es y cómo funciona la política.
De todas las aristas de este suceso tragicómico elijo tres:

Primero: los artistas son la consciencia de una sociedad, le muestran lo que está mal, lo incómodo, lo incomprensible, lo que excede las posibilidades o las ganas de la sociedad de conocerse, de mirarse en un espejo. Lo mismo sucede con los filósofos.
Pero hay que darse cuenta de que, por un lado, hay artistas y, por otro, hay personas que son buenos artesanos en su rubro (gente que escribe, gente que pinta, gente que aparea notas con cierto ritmo, que hace “pop para divertirse”, como diría Capusotto) que no son escritores ni pintores ni músicos porque les falta la dimensión personal, álmica, espiritual de la creación. Son artesanos pagos que se venden al mejor postor. Recuerdo hace unos años el asco que me dio leer una entrevista a Marcelo Birmajer donde el tipo declaraba que él prefería que el editor le dijera acerca de qué temática tenía que escribir sus libros porque eso le sacaba una preocupación de encima. ¿Pero qué mierda? ¿Un escritor de verdad, con todo lo que significa la palabra, puede estar de acuerdo con que otro le diga acerca de qué escribir? ¡Ni a palos! Pero un simple escriba a sueldo sí, y he ahí la diferencia. Por supuesto, Birmajer apoya al Pro.
De la misma manera, en filosofía nos enseñan que, por un lado, están los filósofos (los “amantes de la sabiduría” según la etimología de la palabra) y, por otro lado, los sofistas, que vendían su capacidad para generar entimemas (silogismos impuros) y, a sueldo de sus clientes en juicios públicos, doblaban la verdad para hacerla decir lo que les pagaban para hacerla decir. Así que, por favor, no vuelvan a arrastrar por el barro la palabra “filósofo” aplicándola a Rozitchner: ROZITCHNER ES UN SOFISTA, un tipo que dobla la verdad para beneficiar a sus clientes. Por favor, quedemos de acuerdo en eso.

Segundo: los artistas son los primeros en ponerse en la línea de choque contra las dictaduras y las políticas que van en contra del pueblo. En nuestra época moderna, la oposición a los gobiernos de derecha ha estado siempre encabezada por actores, actrices y cantantes. Los escritores son censurados y obligados a exiliarse todo el tiempo por decirle al poder lo que no quiere oír pero, sobre todo, por desnudar para el entendimiento del pueblo lo que el poder pretender mantener cubierto, escondido.
Aún más: en Argentina la relación de los artistas con el poder político está siempre bajo la sombra de la dictadura. Cuando alguien me pregunta por qué estoy visceralmente en contra de los militares (como si alguien con sangre en las venas en este país pudiera no estarlo) mi respuesta es clara: “Soy escritor. Si los milicos toman el poder esta noche, mañana a la mañana yo y casi todos mis amigos estamos desnudos, atados a una cama de metal, siendo picaneados”.
Macri es la dictadura porque la dictadura fue cívico-militar y Macri es el emergente político de esa pata cívica que probó suerte en las urnas antes de salir con los tanques a la calle y, desgraciadamente, gracias a la mitad de nuestros compatriotas, metió un pleno en la ruleta de la democracia.
Así que la relación de los artistas con la política, con el poder, con los medios que se utilizan para cumplir fines económicos, no es fantasiosa o simbólica como dice el sofista Rozitchner: es un mecanismo de defensa. Estar contra el Pro es estar contra el verdugo.

Tercero: no le demos más bola a Rozitchner. Sí, es un pelotudo. Sí, es un cínico hijo de puta que se nos ríe en la cara porque cree que su título universitario le da superioridad intelectual. Y es cierto que los pelotudos te pueden dar rabia, vergüenza ajena, una incomprensión que descoloca, pero, y acá está el quid: este pelotudo en particular no puede hacer nada que nos perjudique realmente. Los que toman las decisiones que nos arruinan la vida y que hipotecan el futuro de nuestros hijos, son otros.
Las palabras del sofista nos indignan porque ataca a personas y a ideas que sabe son sensibles, se dedica a darle letra a otros para que la cagada de risa general en nuestras caras siga y siga, pero el tipo no tiene ningún puesto con posibilidad real de decisión desde el cual pueda perjudicarnos de verdad. Puede influenciar a otros pelotudos que le crean pero, ¿acaso eso cambia mucho las cosas? ¿Realmente son recuperables a nivel intelectual las personas que se hacen eco de las palabras de gente como Rozitchner? ¿Si no existiera este pelotudo, acaso no hay otros pelotudos a los que estarían más que dispuestos a escuchar y cuyas ideas estarína dispuestos a repetir como loros amaestrados?
En casi todas las comedias de acción hay una escena en la que algún personaje quiere entrar sin ser visto en un lugar vigilado y, para despistar, arroja una piedra lejos, para que los guardias vayan hacia el ruido y le dejen el paso libre. Rozitchner es esa piedra. No seamos boludos nosotros y prestemos atención al lugar donde está el peligro real. Si una piedra cae en medio del asfalto pero nadie la escucha, ¿realmente hace ruido?

Alan Moore - Docotr Who: Star Death - 4D war - El amanecer de un sol negro (Castellano)













--------------------------------------------------------------------

Son solamente tres y no son ninguna maravilla. Me gustaría ver qué podría hacer un Alan Moore maduro que domina todas las tretas de la ciencia ficción con el Dr. Who, pero supongo que eso nunca pasará.
Pertenecen a una época pasada, donde se podían contar algo en cuatro páginas. Hoy en día un Bendis, un Johns o cualquiera de esos, haría una saga de seis números con cada una de estas historias mínimas.

-

Wednesday, April 16, 2014

Los buscamuertes, de Pablo Yoiris

La flamante editorial La Letra Eme nos trae la tercera edición Los buscamuertes, novela de Pablo Yoiris que fue publicada previamente por el FEN tras resultar ganadora de la convocatoria 2008 (en una edición compartida, junto a Asuntos corrientes, Sánchez de Mariano Villegas) y tuvo luego una segunda edición a cargo de Tela de Rayón.
Los buscamuertes es la primera novela de ciencia-ficción patagónica que he leído, lo cual no equivale a decir que sea la primera que se ha escrito, pero sin lugar a dudas tal género no es el que cruza de forma automática por la mente de quien piensa en la narrativa producida en la Patagonia.
Para bien o para mal la literatura regional se asocia al pintoresquismo, a lo rural, a lo histórico, como si nuestro tiempo se hubiese detenido en la conquista del desierto, todos viviéramos en fortines, nos desplazáramos de acá para allá a lomo de caballo y nos juntáramos los fines de semana con los amigos en la pulpería para jugar a la taba. No condeno los relatos de base histórica, son una opción de lo más válida a la hora de escribir, pero si todo el espectro narrativo de la región se ve reducido a esa única posibilidad, se transforma en un problema. Por tal motivo toda nueva obra que ensanche el horizonte de la literatura regional debe ser celebrada, máxime cuando se trata de una obra de calidad.
Hay en Los buscamuertes destellos del mejor Phillip K. Dick, en la forma en que Yoiris normaliza los elementos fantacientíficos: no se los destaca, no se carga las tintas en ellos sino que forman parte de la vida diaria de los personajes involucrados en la trama, lo cual es el curso de acción más razonable a la hora de escribir este tipo de relatos, lo que más ayuda a la “momentánea suspensión de la incredulidad” de la que hablaba Coleridge.
Como todo buen relato de ciencia-ficción, hay un equilibrio entre lo conocido y lo nuevo, entre lo cotidiano para nosotros acá y ahora y ese mundo alterno o futuro que bien podría ser el nuestro si la historia, como diría Bugs Bunny, hubiese “girado a la izquierda en Albuquerque”. Yoiris construye un mundo al que una mala decisión, una mala jugada del destino, separa de éste en el que vivimos día a día. Los elementos conocidos son los necesarios para generar identificación y los que desentonan tienen la fuerza suficiente como para sorprender y la hondura filosófica como para levantar un par de dudas y generar un par de preguntas. No se le puede pedir más al género, pero todo eso no es poco para nada. La ciencia-ficción es polisignificante por definición, en ella pueden compartir espacio la alegoría, la crítica social y la moraleja sin molestarse ni opacarse sino, por el contrario, multiplicando los niveles de complejidad de la historia.
Yoiris, con esta novela, se coloca de lleno dentro del grupo de autores que más valoro, los que generan intranquilidad, los que pasan de largo la salida fácil de dar respuestas que dejen a todos o a una determinada parte del público contentos, los que saben que las respuestas son materia de fe, el opio de las religiones, y no el contenido con el que un escritor cabal rellena las hojas de sus libros.
La novela tiene momentos de intenso trip narrativo, con una fluidez inmejorable. Puedo citar el inicio del Capítulo 3, cuando el protagonista va en bicicleta bordeando la ruta 22 y la narración lleva el mismo impulso que el personaje en su recorrido, va a toda velocidad con el viento en la cara.
Y esa es otra razón por la que Los buscamuertes destaca, por su ambientación. La novela está ambientada en Neuquén, pero no como parte de un pintoresquismo forzado y direccionado a establecerla como un producto made in Patagonia, sino siguiendo la máxima inmortal del “escribe acerca de lo que conoces”. Y además porque ya es hora de empezar a seguir en serio ese camino.
Citando a Sasturain cuando alaba a Oesterheld y su decisión de ubicar la gesta del Eternauta en Buenos Aires y en el presente del autor, ya es de nuevo hora de “cambiar el domicilio de la aventura”. Del mismo modo en que Oesterheld no dudó en ir contra la convención de que todo lo que pasaba pasaba en norteamérica, hoy depende de nosotros impedir que todo lo que pasa pase en Buenos Aires. Los grandes temas, las grandes decisiones, los grandes personajes, pueden existir en cualquier ciudad o pueblo del país, y debemos centrarnos, vivamos en el punto de la Argentina en el cual vivamos, en hacer que eso ocurra.
Una de las pocas cosas que admiro de Estados Unidos en lo que se refiere al cine (también pasa en literatura, pero en las películas se lo ve de manera más patente) es el rol que tienen las ciudades: no es lo mismo ambientar un film en Nueva York que en Seattle que en Boston que en Washington, cada ciudad tiene su microcosmos, su clima social, intelectual y artístico determinado e identificable a primera vista. Y acá debería suceder lo mismo: deberíamos conocer Tucumán, Rosario, Comodoro Rivadavia, Bariloche, por películas que las tomen como un protagonista más de las historias que en ellas transcurren y no sólo como un decorado exótico, tal y como recuerdo que aparecían en esa racha de películas rodadas a fines de los 90s, donde los directores porteños venían cámara en mano a la Patagonia con la pretensión de explicarnos quiénes éramos y dónde vivíamos, lo cual es desde todo punto de vista inaceptable. ¿Quién sino nosotros debería escribir sobre nuestro lugar (sea cual sea ese lugar) y definirnos como la cruza entre vivencias y paisaje que todo ser humano de hecho es?
Pero más allá de cualquier consideración programática que lejos debe haber estado de la cabeza de Pablo Yoiris a la hora de escribir su novela, lo único que puedo señalar como negativo es que la trama me resulta inconclusa. No es culpa del texto: el final está ahí y es un buen final. Tal vez sea culpa mía, o culpa del cine de fantasía y ciencia-ficción que tan acostumbrado me tiene a las trilogías, pero creo que a esta historia le faltan dos libros más. El mundo creado bien los sostendría y bien los merece. Y tal vez en un futuro Pablo Yoiris los escriba.

Cristian Fernando Carrasco
Neuquén

Abril de 2014

Saturday, August 31, 2013

Boicot a las grapas de ECC

Como todo coleccionista de comic que se precie, prefiero las historietas en grapas. Por varios motivos. Sé que gente más afecta al comic europeo prefiere los tomos recopilatorios y llama a los comics mensuales comics en fetas u otras ingeniosidades parecidas, pero las grapas tienen una mística especial. Cada una trae una portada, que suele ser la ilustración más llamativa y espectacular del comic, se pueden abrir bien las páginas para ver los dibujos doble-splash y además, qué joder, los comics están hechos para disfrutarse en veinticuatro páginas mensuales, que después los guionistas se hayan tirado a chantas y te cuenten en seis meses lo que deberían contarte en uno o en dos no es culpa del formato sino de la vagancia y de la aceptación pasiva de esa vagancia.
Pero también incide el precio, y ese es un apartado en el que la gente de ECC, quienes envían a Argentina los comics de DC que editan en España, le vienen errando muy feo.
Yo tomo como parámetro los precios a los que publica Ovni Press, la editorial que tiene la licencia de Marvel en el país, y lo tomo como parámetro precisamente porque es la edición nacional, sus comics salen lo que debe salir una revista editada acá para permitir que la empresa gane plata. Es decir que cobrar más de lo que cobra Ovni Press por historietas del mismo tenor es lisa y llanamente robar. Y ECC nos roba de forma continua con sus grapas.
Los comics de Ovni Press editados en formato recopilatorio salen (haciendo cuentas rápidas) entre 12$ y 15$ por número, y lo último que han sacado en grapa (Vengadores Reunidos, patético tanto a nivel guión como a nivel dibujo, hay que admitirlo, pero acá estamos hablando de precios, no de calidad) salió en los kioscos a 18$ cada episodio de veinticuatro páginas. Esos son los precios que tomo como referencia.
En sus recopilatorios ECC no se va tan al carajo. Los últimos que compré fueron el Tomo Dos de la Batwoman de J. H. Williams III a 99$ (lo cual, dividido por los seis episodios del tomo da un total de 16,5$ por número) y el Tomo Tres de Nightwing a 65$ (lo que, dividido por cuatro, da 16,25$ por episodio), lo que no está mal.
Pero en las grapas nos afanan: un número de la aburrida y anticlimática JLA de Jim Lee sale 30 mangos, así como cualquiera de los episodios de Before Watchmen. Hay que reconocer que todas las miniseries de Before Watchemn son buenas, hay al menos una escena de antología en cada revista, pero igual es un afano.
Comparando con la misma ECC: mientras el tomo con seis números de Batwoman sale 99$, si completara los seis números de, pongámosle, Minutemen, me habría salido 180$; mientras el tomo con cuatro números de Nightwing sale 65$, su completara los cuatro números de, pongámosle, Rorschach, me habría salido 120$. Es prácticamente el doble, sea como sea.
Además, en Batman acaban de terminar con La noche de los Búhos, hasta donde venían separando las dos series de (Batman y Detective Comics), y ahí es donde me bajé de la serie porque a partir del próximo número te encajan media revista copada (de Snyder y Capullo) junto a media porquería sin sentido (de Tony Daniel) a 40$, como ya vienen haciendo con Green Lantern, donde desde el principio repartieron la serie entre el Green Lantern de Johns y Mahnke (que sigo sobre todo por el dibujo, aunque el guión no me ha emocionado para nada) y el New Guardians que es la intrascendencia misma.
Lo único que pienso terminar de comprar en grapas en el Sueprman de Grant Morrison. Después de eso, le doy de baja a las grapas de ECC y compraré en tomos sólo que valga la pena.
Y, para esas cosas que me voy a perder, siempre habrá recopilatorios futuros, si es alguna saga que valga la pena, o alguien se deshará de esos números cuando sea más grande y los compraré por internet.





-

Thursday, August 22, 2013

Últimas Películas



Star Trek Into Darkness – de J.J.Abraham

He leído varias crítica acerca de esta película y la cuestión principal parece ser su relación con la anterior: si es mejor, peor o igual de buena que la Star Trek que recomenzó todo. Mi opinión es que están al mismo nivel de entretenimiento, y que funcionan también en la medida en que el espectador conoce lo que debería pasar (y de hecho pasó en la línea temporal original) y que en estas películas es modificado, alterado, llevado por otros caminos.
Yo, la verdad, conozco Star Trek II, La ira de Khan, más por referencias que de forma directa. He visto partes de la película pero nunca la vi entera. Y, por supuesto, he visto y leído parodias y homenajes en miles de lugares, y he leído la sinopsis varias veces, así que sé qué es lo que pasa en el film porque forma parte de mi cultura básica nerd y por eso disfruté las conexiones, a veces sutiles, a veces contundentes, pero la mayoría de las veces explicadas en misma trama o en los diálogos, por lo que no pueden haber pasado desapercibidas para nadie.
La película es muy buena, tiene un ritmo envidiable, mucha acción, buenas actuaciones y una construcción acertada de los personajes, que terminan siendo absolutamente queribles. Lástima por Anton Yelchin, que no hace casi nada y además pierde la particularidad que tiene en Star Trek de ser un genio adolescente porque nunca hacen referencia a eso, que pasa por ser la característica que lo hace destacarse del resto. En contrapartida, todos los demás personajes que vienen de la serie original tienen más diálogo y más tiempo en pantalla que en la película anterior, esta vez Scotty realmente se ve y suena como Scotty y la excusa para hacer aparecer a Leonard Nimoy es buenísima: pura lógica.

*

Mirror Mirrorr – de Trsem Singh

Me dejó patidifuso. Es tierna, es graciosa, es colorida, es incoherente, es feminista, es autoconsciente, es confusa, es oscura, es ridícula. Todo eso por partes. No la ligué del todo hasta que al final empezó el númerito musical y vi el nombre del director, y entonces se encendió en mi consciencia un cartel de neón que decía: Bollywood!!!
Los hindúes son así, qué se le va a hacer.
¿La recomiendo? No sé, la verdad. Si sos una chica de entre 13 y 20 años y no hay nada más que ver en la tele, capaz.
Lo único que realmente me pareció un hallazgo es la idea de que la reina obsesionada por la belleza expulse del reino a los enanos porque los considera feos. Que yo sepa, eso no está en el cuento original y es de una lógica y una elegancia impecables.

*

The Wolverine

No tengo idea porque le pusieron Wolverine Inmortal. Incluso debería ser al revés, porque el chiste del argumento está precisamente en que por un tiempo su factor de curación se va, puede ser herido y, por lo que sabemos, morir.
Me sirvió para darme cuenta de que he acentuado mal todos los nombres japonenes que he leído en comics de los X-Men desde los 14 años. Al parecer, la japonesa es una lengua con predominancia de palabras esdrújulas (esa es la conclusión que saco así, a vuelo de pájaro).
La Mariko fílmica es demasiado hermosa y demasiado joven comparada con su contrapartida en el comic, que fue dibujada por Frank Miller, Paul Smith y todos los que los siguieron como una cuarentona cachetona y no cómo la veinteañera de rasgos finos que aparece en la película. Tampoco es que me esté quejando.
Pasa un poco como en Star Trek: conocer la historia original sólo sirve si disfrutás las desviaciones, pero creo que, en este caso, si no tenés idea de nada es incluso mejor.

*

Metegol – de Juan José Campanella

Fui a verla sin ganas. Y la primera parte, el primer acto, digamos, todas mis malas perspectivas estaban fundadas. Todo muy trillado, naif y tirado de los pelos, personajes sin vida, arquetipos que servían para apoyar sobre ellos la trama. Pero cuando los muñequitos de metegol cobran vida la película hace exactamente lo mismo.
Es cierto lo que dicen, que no es necesario que te guste el fútbol para que te guste la película. De hecho a mí no me gusta el fútbol y me gustó la película. Porque lo que importan son los chistes y muchos de ellos se hacen a costa de fútbol, no sólo a partir de sus idiosincrasias. Y los muñequitos sí, son arquetipos, pero ¿qué otra cosa podés esperar de unos muñequitos? Ese el chiste: el cliché queda mal cuando se lo aplica a seres humanos, pero aplicado a cosas que fueron hechas para ser de cierta manera y de una sola manera, funciona muy pero muy bien.
Recomendable casi a un 100%. Salvo ese primer acto, algunos chistes demasiado gruesos para mi gusto y el personaje femenino, cuyos parlamentos se basan en repetir cuatro o cinco veces la misma frase o el mismo monosílabo, la película es un golazo (cuac!).

*

Pacific Rim – de Guillermo del Toro

Esperaba más. No es mala película pero yo esperaba más.
Leí por ahí que su principal cualidad es entregar nada más ni nada menos de que lo ofrece: robots gigantes contra monstruos gigantes. Pero, siendo un afano descarado a Evangelion que es, forzosamente se siente la falta de profundidad, de metafísica, de contenido simbólico o alegórico. Lo del lazo neuronal y compartir los recuerdos con el compañero piloto no alcanza, es trillado y melodramático o, como mínimo, no está bien aprovechado.
No me gustaron para nada los monstruos flúo. A lo mejor en 3D quedaban mejor, pero a mí me parecieron ridículos. Y, sobre todo, hubiese preferido que fueran animales instintivos atacando para comer o defendiendo su territorio, no clones aliens del espacio exterior creados por una raza inteligente. Los esperaba bien lovecraftianos, bien primordiales. Pero eso suele pasar cuando esperás cosas: terminás decepcionado.
Espero que en la segunda parte haga una de dos cosas: o que le agregan capas de significado o que reduzcan las escenas de interacción humana al mínimo y nos den dos horas de peleas robóticas sin respiro.

Monday, July 08, 2013

Corregir




--------------------------------------

Para aquellos a quienes les interese la cocina de la escritura, eso es un cuento corregido.
Conviene (y eso me lo marcó Pablo Yoiris) imprimirlos en espaciado doble o 1,5 porque sino se hace todavías más incomprensible a la hora de interpretar los tachones y las sustituciones.
Leí ayer que Flaubert escribía con dos hojas en blanco: una para corregir encima en seguida, después de escribir lo que saliera, y la otra para pasar más o menos en limpio la versión más depurada. Claro que después igual estaba años corrigiendo. Tardó cuatro años y medio en escribir una novela y después la corrigió para cara reedición.
Rulfo escribió un solo libro de cuentos y una sola novela en su vida y las corrigió hasta morir.


-

Saturday, June 29, 2013

Sunday, June 16, 2013

Man Of Steel - de Zach Snyder






------------------------------------------------

Todo bien con la guerra civil antes de la destrucción de Kripton, con el Kripton esteril y macánico (tomados de Wold of Kripton y The Man os Steel de Byrne), todo bien con que Lios Lane descubra todo en un ratito, todo bien con el Perry White negro, todo bien con el traje alienígena, todo bien con que los kriptonianos hayan venido antes a la Tierra, todo bien con que Metrópolis queda reducida a escombros, todo bien con las peleas interminables, pero SU-PER-MAN NO MA-TA!!!!!
Podés reinterpretar, actualizar y aggiornar todo lo que quieras, pero no podés cagarte tan completamente en la esencia de un personaje.Claro que, en una película norteamericana, después del show de la muerte de Bin Laden hasta Superman tiene que matar para ser un digno yanky post-Patriot Act.
Matar no es resolver un problema, es cortar el problema de raiz para no tomarte el tiempo de pensar como resolverlo. Y a mí, llámenme pelotudo infantiloide, pero veinitún años de leer comics de superhéroes me enseñaron eso.


-

Wednesday, June 05, 2013

Encuesta - Feria del libro de Roca - 8 y 9 de junio de 2013



1.-¿Qué libros te hicieron feliz?

Si hablamos de felicidad estética, de esa sensación de “¡Qué bueno que alguien escribió esto!”, lo he sentido muchas veces: con Rayuela de Cortázar, Trilce de Vallejo, El palacio de la luna de Auster, tragedias de Sófocles o Eurípides, Las fuerzas extrañas de Lugones, American psycho de Brett Easton Ellis, Altazor de Huidobro (sobre todo el Canto II), El Gran Gatsby de Fitzgerald... ese fue un caso especial porque a lo largo de la lectura la novela me parecía un plomazo, pero cuando llegué a la última frase es como si todo hubiera cerrado, como si la totalidad fuera de verdad la suma de las partes, y eso me pareció muy logrado. Me hizo muy feliz leer Historia Argentina de Fresán porque ahí me di cuenta de que no era necesario ser Borges para que te publiquen, que podías se bueno hasta ahí nomás y encontrar editor igual. Me hizo feliz El templo etrusco de Wilcock porque en un capítulo una mujer a punto de morir le pasa toda la sabiduría que consiguió en vida a su hijo, que es lo que siempre pensé que deberíamos hacer antes de morir. Y si tengo que hablar de la felicidad de una buena frase, de una buena imagen, todos los buenos libros te hacen feliz al menos por el segundo en que percibís algo de belleza o de inteligencia o de sensibilidad en lo que está escrito.

2.-¿Qué te atrae de un libro?

Por lo general, lo que busco en un libro es una experiencia intelectual en el sentido amplio: buenas ideas, giros argumentales que me sorprendan, personajes bien construidos, frases o versos con belleza verbal y rítmica. Soy bastante clásico, no me atrae la innovación por la innovación misma. Tampoco una ideología determinada. No creo que la ideología política tenga nada que ver con la valoración de una obra de arte, ni a favor ni en contra, aunque sí tiene que ver, obviamente, con su génesis y su recepción inmediata.

3.-¿En qué momento te encontrás con el libro?

Leo siempre que tengo tiempo. Ahora, que volví a la universidad, mi tiempo lo ocupa básicamente lo que me dan como lectura en las materias, y suelo disfrutarlo más allá que sea una obligación, pero de vez en cuando hago espacio para algo más, algún libro de poesía o relatos cortos. O historietas.
Leo en todos lados: en la fila para pagar impuestos, caminando por la calle (lo que me ha reportado uno o dos golpes), en la plaza mientras mis hijos juegan, en el baño, antes de dormir, en el auto mientras espero que mi mujer compre algo, en el laburo cuando está tranquilo.

4.-La función que cumplió el libro durante siglos ¿la cumple hoy?

Lo que el libro no ha perdido, ni creo que pueda perder nunca, es la posibilidad de reflexionar frente a él. No se puede reflexionar tranquilamente frente a una pantalla con textos de colores, música de videojuegos y anuncios chillones saltando a cada rato en ventanas nuevas del navegador. El libro no viene con propagandas que te corten la lectura. Creo que el objeto/libro seguirá siendo el lugar privilegiado de reflexión y el lugar de la libertad, donde uno guía el ritmo de la lectura y puede tomarse su tiempo para asimilarla hasta llegar casi a una totalidad.

5.-¿Cómo hoy accedemos/relacionamos/interactuamos con el conocimiento?

Creo que como siempre. El conocimiento no es algo que esté dado en determinado soporte, es algo que se construye. Claro que mientras mejores sean los materiales con los que construís tu conocimiento, mejor va a ser el resultado, y es mejor un libro pensado, creado con tiempo, que un post de blog hecho en quince minutos o una entrada de wikipedia sin ningún contraste serio con la realidad.


6.-¿Qué rol tienen las bibliotecas populares?

Estoy seguro de que tienen un rol importante, pero desde mi experiencia no podría valorarlo. No recuerdo si he entrado alguna vez a una biblioteca popular. Sí, he pasado horas en las bibliotecas de mis colegios primario y secundario, y he sacado decenas de libros de la biblioteca de la universidad, pero, por lo general, los libros que leo están en mi casa porque trabajo desde los doce años y siempre he gastado el dinero en libros y revistas (además de Pattys finitas, Fantoches blancos y café, mi alimento básico de estudiante).


7.-¿Qué formato (cuentos, novelas, poesía, ensayo, narración, etc.) te atrae hoy? ¿Por qué?

Me atrae absolutamente todo. No tengo preferencias. Lo que sí tengo, tanto para leer como para escribir textos encuadrados dentro de determinado género, es la necesidad de estar de humor o “entrar en la zona”. No es lo mismo leer una obra de teatro que un libro de poemas que un cuento corto de ciencia ficción o una novela acerca de la Segunda Guerra Mundial. Lo bueno de la literatura es que siempre podés encontrar el libro que resuene con lo que sentís o querés sentir en cada momento (con las canciones de los Beatles pasa lo mismo, por ejemplo). El tema es acercarse a los distintos géneros y temáticas y aprender a reconocer lo que hay en ellos que sintoniza con vos.
Con lo que me he llevado una sorpresa, un par de años atrás, es con las biografías. Nunca pensé que me pudieran gustar pero, cuando están escritas con arte y sensibilidad y tratan acerca de personajes interesantes, pueden ser tan buenas como una buena novela.


8.-¿Qué soporte (libro digital, papel, etc.) te atrae hoy? ¿Por qué?

Me atrae el papel, porque soy un dinosaurio. No puedo leer en la computadora. Cuando tengo que corregir un texto, mío o de quién sea, no me queda otra que imprimirlo. Intenté escribir directamente en el teclado, pero me resulta antinatural y además da una sensación falsa de prolijidad, de obra más o menos terminada. Prefiero tener un primer borrador en papel, todo tachado, y después pasarlo a la computadora, lo que representa una segunda o tercera corrección, y desde ahí trabajar un texto un poco más pulido. Nunca he intentado siquiera leer en una tablet o algo así, y dudo que llegue a hacerlo.

Cristian Carrasco




-