1.-¿Qué libros te hicieron feliz?
Si hablamos de felicidad
estética, de esa sensación de “¡Qué bueno que alguien escribió esto!”, lo he
sentido muchas veces: con Rayuela de Cortázar, Trilce de Vallejo, El palacio de
la luna de Auster, tragedias de Sófocles o Eurípides, Las fuerzas extrañas de
Lugones, American psycho de Brett Easton Ellis, Altazor de Huidobro (sobre todo
el Canto II), El Gran Gatsby de Fitzgerald... ese fue un caso especial porque a
lo largo de la lectura la novela me parecía un plomazo, pero cuando llegué a la
última frase es como si todo hubiera cerrado, como si la totalidad fuera de
verdad la suma de las partes, y eso me pareció muy logrado. Me hizo muy feliz
leer Historia Argentina de Fresán porque ahí me di cuenta de que no era necesario
ser Borges para que te publiquen, que podías se bueno hasta ahí nomás y
encontrar editor igual. Me hizo feliz El templo etrusco de Wilcock porque en un
capítulo una mujer a punto de morir le pasa toda la sabiduría que consiguió en
vida a su hijo, que es lo que siempre pensé que deberíamos hacer antes de
morir. Y si tengo que hablar de la felicidad de una buena frase, de una buena
imagen, todos los buenos libros te hacen feliz al menos por el segundo en que
percibís algo de belleza o de inteligencia o de sensibilidad en lo que está
escrito.
2.-¿Qué te atrae de un libro?
Por lo general, lo que busco en
un libro es una experiencia intelectual en el sentido amplio: buenas ideas,
giros argumentales que me sorprendan, personajes bien construidos, frases o versos
con belleza verbal y rítmica. Soy bastante clásico, no me atrae la innovación
por la innovación misma. Tampoco una ideología determinada. No creo que la
ideología política tenga nada que ver con la valoración de una obra de arte, ni
a favor ni en contra, aunque sí tiene que ver, obviamente, con su génesis y su
recepción inmediata.
3.-¿En qué momento te encontrás
con el libro?
Leo siempre que tengo tiempo.
Ahora, que volví a la universidad, mi tiempo lo ocupa básicamente lo que me dan
como lectura en las materias, y suelo disfrutarlo más allá que sea una
obligación, pero de vez en cuando hago espacio para algo más, algún libro de
poesía o relatos cortos. O historietas.
Leo en todos lados: en la fila
para pagar impuestos, caminando por la calle (lo que me ha reportado uno o dos
golpes), en la plaza mientras mis hijos juegan, en el baño, antes de dormir, en
el auto mientras espero que mi mujer compre algo, en el laburo cuando está
tranquilo.
4.-La función que cumplió el
libro durante siglos ¿la cumple hoy?
Lo que el libro no ha perdido, ni
creo que pueda perder nunca, es la posibilidad de reflexionar frente a él. No
se puede reflexionar tranquilamente frente a una pantalla con textos de
colores, música de videojuegos y anuncios chillones saltando a cada rato en
ventanas nuevas del navegador. El libro no viene con propagandas que te corten
la lectura. Creo que el objeto/libro seguirá siendo el lugar privilegiado de
reflexión y el lugar de la libertad, donde uno guía el ritmo de la lectura y
puede tomarse su tiempo para asimilarla hasta llegar casi a una totalidad.
5.-¿Cómo hoy
accedemos/relacionamos/interactuamos con el conocimiento?
Creo que como siempre. El
conocimiento no es algo que esté dado en determinado soporte, es algo que se
construye. Claro que mientras mejores sean los materiales con los que construís
tu conocimiento, mejor va a ser el resultado, y es mejor un libro pensado,
creado con tiempo, que un post de blog hecho en quince minutos o una entrada de
wikipedia sin ningún contraste serio con la realidad.
6.-¿Qué rol tienen las
bibliotecas populares?
Estoy seguro de que tienen un rol
importante, pero desde mi experiencia no podría valorarlo. No recuerdo si he
entrado alguna vez a una biblioteca popular. Sí, he pasado horas en las
bibliotecas de mis colegios primario y secundario, y he sacado decenas de
libros de la biblioteca de la universidad, pero, por lo general, los libros que
leo están en mi casa porque trabajo desde los doce años y siempre he gastado el
dinero en libros y revistas (además de Pattys finitas, Fantoches blancos y
café, mi alimento básico de estudiante).
7.-¿Qué formato (cuentos,
novelas, poesía, ensayo, narración, etc.) te atrae hoy? ¿Por qué?
Me atrae absolutamente todo. No
tengo preferencias. Lo que sí tengo, tanto para leer como para escribir textos
encuadrados dentro de determinado género, es la necesidad de estar de humor o
“entrar en la zona”. No es lo mismo leer una obra de teatro que un libro de
poemas que un cuento corto de ciencia ficción o una novela acerca de la Segunda
Guerra Mundial. Lo bueno de la literatura es que siempre podés encontrar el
libro que resuene con lo que sentís o querés sentir en cada momento (con las
canciones de los Beatles pasa lo mismo, por ejemplo). El tema es acercarse a
los distintos géneros y temáticas y aprender a reconocer lo que hay en ellos
que sintoniza con vos.
Con lo que me he llevado una
sorpresa, un par de años atrás, es con las biografías. Nunca pensé que me
pudieran gustar pero, cuando están escritas con arte y sensibilidad y tratan
acerca de personajes interesantes, pueden ser tan buenas como una buena novela.
8.-¿Qué soporte (libro digital,
papel, etc.) te atrae hoy? ¿Por qué?
Me atrae el papel, porque soy un
dinosaurio. No puedo leer en la computadora. Cuando tengo que corregir un
texto, mío o de quién sea, no me queda otra que imprimirlo. Intenté escribir
directamente en el teclado, pero me resulta antinatural y además da una
sensación falsa de prolijidad, de obra más o menos terminada. Prefiero tener un
primer borrador en papel, todo tachado, y después pasarlo a la computadora, lo
que representa una segunda o tercera corrección, y desde ahí trabajar un texto
un poco más pulido. Nunca he intentado siquiera leer en una tablet o algo así,
y dudo que llegue a hacerlo.
Cristian Carrasco
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