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Bienvenidos al mundo sin hombres
En el verano del 2002, una plaga de origen desconocido destruyó hasta el último esperma, feto y mamífero completamente desarrollado con un cromosoma-Y (con la aparente excepción de un joven y su mascota macho).
Este “genericidio” exterminó instantáneamente el 48% de la población global, o aproximadamente 29 billones de hombres. 495 de los CEOs del Fortune 500 están ahora muertos, así como el 99% de los terratenientes del mundo.
Sólo en los Estados Unidos más del 95% de todos los pilotos comerciales, conductores de camiones y capitanes de barcos murieron… así como el 92% de los criminales violentos.
Internacionalmente el 99% de todos los mecánicos, electricistas y trabajadores de la construcción han fallecido, mientras el 52% de la fuerza laboral agrícola del plantea está aún con vida.
14 naciones, incluyendo España y Alemania, cuentan con soldados mujeres que han servido en unidades en el campo de batalla. Ninguna de las alrededor de 200.000 tropas femeninas de los Estados Unidos ha participado nunca en el campo de batalla. Australia, Noruega y Suecia son los únicos países que tienen mujeres sirviendo a bordo de submarinos.
En Israel, todas las mujeres de entre 18 y 26 han realizado el servicio militar obligatorio en el IDF por al menos un año y nueve meses. Antes de la Plaga, al menos tres bombas-humanas suicidas Palestinas han sido mujeres.
A nivel mundial el 85% de todos los representantes gubernamentales están ahora muertos… así como el 100% de los sacerdotes católicos, imames Musulmanes y rabinos Judíos Ortodoxos.
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Este texto aparece publicado al final del primer episodio de la serie de Vertigo (serie de historietas, por si alguien no lo capta) Y The last man, del mismo autor de Ex Machina, de la que ya he hablado un par de veces.
Eso es crear un mundo. Eso es darle a tu idea y al mundo en el que se desarrolla tu idea toda la densidad y dimensión necesarias. Por lo general cuando uno planea un relato arma el mundo en su cabeza (en mi caso lo hago en papelitos, anoto cada idea que puede llegar a integrarse dentro de lo que estoy escribiendo apenas se me ocurre, para no correr el riesgo de que no se pierda) pero ponerlo en palabras y publicarlo es como decirle al lector “¿Ves? No estoy jodiendo, no me lo estoy inventando sobre la marcha. Quedate tranquilo que me tomo la historia en serio, sé de dónde parto y miro todas las aristas para tocar todos los puntos posibles que hagan de la historia algo más rico, más complejo y realista, por más que sea ciencia-ficción”.
Eso es lo que amo realmente de la ciencia-ficción, el armado del mundo en el que transcurre el relato. Hay trama, hay personajes, hay peripecias y anagnórisis, pero si el mundo creado no se sostiene por sí mismo es raro que un relato de ciencia-ficción no se caiga.
Escribir ciencia-ficción es también un buen ejercicio crítico porque al crear un mundo te das cuenta de lo fácil que es y de lo simples que son los procedimientos necesarios para hacerlo. Te das cuenta de que un mundo no se arma con proposiciones verdaderas sino verosímiles y que en el mundo real es igual: lo que nos cuentan no es la verdad sino algo que no vamos a tener mucho problema en creernos porque parece la verdad, porque es creíble aunque no sea real.
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PD: La traducción es mía. Calculo que se dan cuenta pero me gusta mandarme la parte.
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