Como en estos últimos meses he leído muy poco, casi nada que
no sea lo que me piden en la universidad, no hay mucho para comentar y
criticar, pero he estado viendo muchas películas. Hago un recuento rápido:
50/50
Buenísima, una de las dos o tres mejores películas que vi en
lo que va del año. Joseph-Gordon Levitt y Seth Rogen son una garantía (algún
día voy a hablar de las pocas comedias que me gustan, un par de ellas con Seth
Rogen). El guión es muy bueno y me hace acordar a lo que estoy estudiando en
Literatura Española porque no es una tragedia ni una comedia, es una
tragicomedia en toda regla, mezcla de ambas cosas (como diría Fernando de
Rojas), o un retrato de lo que sucede en la vida misma (como diría Lope de
Vega).
Párrafo aparte (por eso cambio de párrafo) para Anna
Kendrick, que hace un personaje adorable en el sentido absoluto de la palabra.
Ya a mitad de película lo único que te preguntás es si tendrá una hermana,
porque querés que se quede con Joseph-Gordon Levitt pero al mismo tiempo querés
una igualita para vos.
Es la historia de un chico de 27 años a quien le
diagnostican cáncer, un cáncer jodido. Y te reís a carcajadas la mitad de la
película. Lo dicho: una tragicomedia en toda regla.
Atando cabos (The shipping news)
Película rara. La vi en tres partes, cuando llegaba a la
mañana del laburo. La tengo hace años pero nunca la había visto hasta ahora. Lo
más parecido a una definición que puedo dar, a una de esas mezclas
hollywoodenses que definen una trama uniendo dos conceptos (tal cosa meets tal
otra) sería: Cien años de soledad en Alaska.
Acá también hay actores que son garantía de calidad: Kevin
Spacey, Julianne Moore, Pete Posthelewite. Está Judi Dench, pero con Judi Dench
me pasa algo raro: cuando la veo se me aparece en la mente la reina de
Inglaterra de Shakespeare Apasionado y no puedo sacarmela de la cabeza, no le
creo otro papel. No debe pasarle a todo el mundo, porque la señora ha hecho mil
películas después de esa, pero a mí me la arruinó como actriz.
John Carter, entre dos mundos
Buenos efectos especiales. Buenas actuaciones; no
descollantes, pero tampoco es para vomitar. Un par de conceptos copados. Pero
muy dispersa, muy “en el aire”, o sea, sin una compenetración real con los
personajes, a nivel humano, lo que provoca que, con tanto discurso explciativo,
tanta referencia a ciudades marcianas con nombres raros y gobernantes con
nombres raros peleándose entre sí, te lleve al borde de la falta total de
interés.
Dos momentos copados: el final, que me hizo acordar mucho a
Haz que el tiempo se detenga, película romántica de los 80s con Christopher
Reeve, más conocido como el mejor Superman del cine (aunque en ese caso la
amada estaba en el pasado y no en otro planeta); y cuando John Carter recuerda
la muerte de su esposa e hija mientras usa esa rabia para destrozar un ejército
marciano (aunque uno se pregunta para qué tanto recuerdo si al final se va a
quedar con Dejah Toris).
Sherlock Holmes, Juego de sombras
Sigue la regla básica de las secuelas: más. Más personajes,
más acción, más tiros, un plan maligno más ambicioso. Y, por desgracia, más
humor. Es como Arma mortal 4, donde los chistes opacaban por completo a la
acción. Y eso no me gusta mucho. Parece como si el argumento, los enigmas,
todo, fueran meras excusas para mechar chistes. Y no demasiado buenos. El único
“más” que le faltó a Guy Ritchie fue más efectividad a la hora de hacer reír,
si es que lo que pretendió fue hacer una comedia. Y sino, debería haber bajado
un cambio con el humor.
Para rescatar: muy buen uso del pensamiento anticipado de
Holmes, que se mostraba un par de veces en la primera película. Acá se hace lo
que se debe hacer en estos casos, cuando la fórmula ya está probada: torcerla,
modificarla, mostrar otras aristas. Dos de los mejores momentos de la película
se dan cuando sucede precisamente eso.
Jude Law la descose, y Robert Downey Jr. demuestra que ya no
le queda dignidad por perder en lo que se refiere a compenetrarse con un
personaje. Eso sí: el villano anterior, interpretado por Mark Strong, tenía
diez veces más personalidad que este Moriarty. Una pena.
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