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Una de las preguntas que más he repetido estas últimas semanas es “¿Viste Scott Pilgrim?” y todas las respuestas que he recibido son una variante de “¿Qué es eso?”
A ver: Scott Pilgrim es la adaptación de una serie de novelas gráficas escritas y dibujadas por Brian Lee O’Malley, la primera de las cuales me regalo mi hermana unas semanas atrás, y se nota al toque la fidelidad de la adaptación y lo acertado del casting, cómo clavaron a todos los personajes, cómo los actores que los interpretan son igualitos.
Pero, más importante, al menos según mi opinión, Scott Pilgrim es nuestra película generacional, como lo fueron Grease o Footloose o El Club de los Cinco para otras generaciones, está llena de las cosas que fuimos disfrutando a medida que crecíamos en los ochenta y principio de los noventa: los videojuegos, Seinfield, los amigos, tu propia banda de grunge, la onda vegetariana, las compras por internet, el mejor amigo gay, las películas de acción donde los dobles hacían todo el laburo real, el skate… en Scott Pilgrim está todo lo que te puede hacer sentir “cómodo”, “en casa”, para permitir que te metas en la historia.
Esto me lleva dos reflexiones: primero, lo que determina una generación no es lo que creés, lo que pensás, sino lo que hiciste en común, lo que viviste, la vida, eso que, como lo decía Lennon, es lo que pasa mientras estás ocupado en otras cosas. Segundo: la otra película que creo define la generación a la que pertenezco es Alta fidelidad, basada en un libro del escritor inglés Nick Hornby y protagonizada por John Cusack, fácilmente uno de mis tres o cinco actores favoritos (definición de actor favorito: un tipo al que le creo cuando actúa, a quien le creo que es el personaje y me olvido que es el actor-X actuando), y lo que tienen en común los protagonistas de las dos películas es que, a pesar de las buenas intenciones y de las turbulencias emocionales que atraviesan, son ambos unos tarados, cosa de la que los demás personajes se dan cuenta y se lo recalcan a cada rato. Pueden sacar libremente sus conclusiones acerca de eso, pero creo que el alto nivel de identificación lo dice todo.
Creo que mi generación, gracias al psicoanálisis, la sobreexplotación del concepto de trauma y el ensanchamiento ad infinitum de la extensión temporal de esa adolescencia inventada un par de siglos antes, vino al mundo con una especie de “licencia para ser imbécil”, como una especie de ejército de 007s de la inmadurez emocional. No digo que antes los jóvenes y adultos jóvenes no fuesen así, sino que no tenían permiso para serlo y por eso estaban forzados a disimularlo mejor.
Como sea, Scott Pilgrim y Rob Fleming son dos tipos emocionalmente inmaduros con una fijación especial por la música y con la característica de centrar sus vidas en esas cosas que a los demás, a las personas “serias”, les parecen una pérdida de tiempo. Eso nos define a las personas de mi generación y de las contiguas con intereses afines, que estamos más pendientes de la música, los comics, los videojuegos, los muñecos (sí, también me siento identificado con el protagonista de Virgen a los cuarenta… pero ese es otro tema… además tengo solamente 33) que de parecer maduros o de madurar realmente, ya que estamos.
Hablando de la película en sí, Scott Pilgrim está muy bien filmada, el mundo que crea resulta creíble a pesar de su artificialidad y el extrañamiento que produce (un mundo de videojuego en el cual, cuando ganás una batalla, tu contrincante queda reducido a moneditas como en un fichín, donde las ondas sonoras pueden generar un monstruo que luche contra el monstruo de tu banda contrincante, donde tu novia puede sacar un mazo gigante de su morral), las relaciones son creíbles y chistosas, te deja algunas cosas qué pensar con respecto al amor y las relaciones. El saldo es muy bueno si estás en la sintonía mental correcta para verla. Porque, hay que decirlo de una vez, es una película para frikis. Por suerte a todas las personas a quienes se la grabé son frikis o son de mi familia (lo que es decir tres cuartos de lo mismo), así que ha gozado de gran aceptación. Mi hermana incluso la exhibió en un evento de animé, o sea que la socializó con otros frikis, y al parecer les gustó.
Otro punto de contacto entre las dos películas de las que vengo hablando es la banda sonora. La de Alta Fidelidad, a tono con el personaje principal, que es un melómano dueño de una tienda de vinilos, probablemente sea la mejor banda de sonido de la historia (con perdón de Tarantino) y trae dos de los temas perennes, infaltables en la banda sonora vital de cualquiera a quien le guste la música: Dry the rain de The Beta Band, y Shipbuilding de Elvis Costello. La banda sonora de Scott Pilgrim bebe más de grunge, el rock alternativo y el pop-rock noventoso, muchos de los temas fueron escritor por Beck y en el soundtrack de la película están las dos versiones, la de Beck y la de la banda en la cual Scott Pilgrim toca el bajo. Y sí, me hice fan de Sex Bob-Omb al toque (en el comic es un viaje porque O’Malley te pone los acordes para que toques los temas en la guitarra). Ah!, también hay una canción de Black Francis (el líder de Pixies, pero sería mejor que hubiese aportado un tema instrumental: la música es buena pero se nota que la letra la quiso meter con calzador y es una verdadera porquería) y el que creo fue el descubrimiento musical del film para mí, el tema Teenage Dream de T-Rex, la canción con más arreglos que he escuchado después de Rapsodia Bohemia.
Para terminar, otro rasgo de complicidad con los frikis es que en Scott Pilgrim aparecen casi todos los actores que se están caracterizando por anotarse en todas las películas sobre comics que se filman: Thomas Jane (Punisher), Mary-Elizabeth Winstead (actuó en una de Disney sobre una secundaria de superhéroes o algo así), Chris Evans (La Antorcha Humana de los 4F, el próximo Capitaán América, también protagonizó Push, que todavía no vi pero me dijeron que es bastante mala). Brandon Routh (el Superman de Superman Returns y el próximo Dylan Dog)… falta Nicholas Cage y pueden poner los fideos…
Y si creciste en los 90s y tenés sangre en las venas, te vas a enamorar de Ramona Flowers. No de la actriz, la he visto en otras películas y no me mueve un pelo, pero Ramona Flowers es un personaje que nació para que la ames, la conozcas, salgas corriendo y la recuerdes toda la vida.
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