Literatura - Historietas - Etc.
Un nombre que elegís es una promesa que hacés.
Thursday, October 31, 2024
Friday, October 18, 2024
Saturday, September 02, 2023
Monday, June 05, 2023
Gaia - cuento - CFC
GAIA
Entonces hicieron despertar a Gaia. Y Gaia despertó malhumorada.
La Guerra Definitiva, con su destrucción masiva, botones rojos desplegando cabezas nucleares de un continente a otro, venía preparándose desde hacía tanto tiempo que Gaia interpretaba las bravatas de los líderes mundiales como una diversión malsana, un chiste grosero repetido de boca en boca para escandalizar. Nada de qué preocuparse. Pero cuando los misiles realmente despegaron y alcanzaron la órbita baja preparando su inminente detonación al otro lado del mundo, sobre la misma piel de Gaia, el chiste perdió toda gracia.
Entonces Gaia despertó como un niño con náuseas, sobresaltada y febril.
El respingo al verse expulsada de su sueño, un movimiento brusco destinado a hurtarle el enorme cuerpo planetario a los cohetes cargados con minerales radioactivos, provocó que un tercio de la humanidad muriera aplastada bajo el peso de la atmósfera, multiplicado a la enésima por la aceleración que ganó el planeta en su reflejo de autoconservación. Gaia se revolvió como un animal amenazado y los parásitos sobre su corteza no soportaron el furor ciego del espasmo defensivo. Los más afortunados fueron reducidos instantáneamente a un manchón rojizo, óleo carnal de sangre y huesos que coloreó Asia, India y Oceanía. Bajo las ladera de los montes, violentas avalanchas sepultaron ciudades enteras. Grandes masas de agua dejaron desnudas las simas abisales y se desplazaron sobre los continentes, en un movimiento que podía verse desde el espacio como si Gaia fuese una naranja cuya superficie se cubriera en segundos por una aureola de moho. En los lechos marinos ahora desecados, libres de la acción refrigerante del agua, volcanes recobraron su libertad y, cuando el espasmo llegó a su fin y el magma continuó su recorrido por inercia, dejaron brotar toneladas de lava con incandescencia de oro ardiente.
Edificios, casas, monumentos, tallos de árboles resistentes que no se partieron debido al golpe gravitacional, se introdujeron en la tierra; portentosos botones apretados por un dedo gigantesco, furioso e invisible, reliquias subterráneas enterradas para un futuro posible.
En el hemisferio opuesto la gravedad fue anulada. Personas y objetos, arrancados del suelo, despegaron como balas hacia el infinito. Miles de hombres, mujeres y niños se internaron en el espacio y murieron al instante a causa del frío y la asfixia. Otros miles alcanzaron la órbita superior, donde aún giran: satélites a la deriva. La mayoría, millones, se elevaron a grandes alturas para volver a ganar peso y precipitarse sobre Gaia cuando ella se detuvo. También ascendieron el agua de los océanos, el polvo de la superficie, la nieve de las altas cumbres, disgregados en moléculas, volatilizados. Quedaron ahí, suspendidos, durante mucho tiempo, irisando el horizonte: incontables cristales refractantes que crearon un polo norte artificial y extendido, en un estado de permanente aurora boreal.
Los misiles explotaron en el vacío. Su resplandor iluminó por completo el continente americano.
Gaia espera no observar nunca más tan bello espectáculo.
Wednesday, May 31, 2023
Más allá - cuento - CFC
MAS ALLÁ
Hubo un crash.
Hubo un silencio atronador, mucho más penetrante que cualquier estallido.
Hubo una larga espera, un cuadro congelado por el botón de pausa, una porción de tiempo rodeada de espuma gelatinosa de nada batida y congelada. Algo así como espuma de carnaval de nada. Estaba dentro de un tarro de espuma de nada concentrada y alguien la agitaba antes de usar. Alguien caminaba con sus pies y comía con su boca, llenaba su barriga y la vaciaba a intervalos semirregulares. Alguien que no era él.
A veces lograba filtrarse y salir a flote un poco, en gestos o miradas. Reconocía una cara o provocaba un comentario y algunas personas querían creer entonces que era él de nuevo quien ocupaba su cuerpo. Pero no. Era un desconocido. Y todos, incluido el mismo usurpador, sabían que alguien ahora ausente había habitado anteriormente esos metros de carne y piel, pero sin embrago el nuevo inquilino utilizaba ese cuerpo desierto y lo llamaban por el nombre de aquel desaparecido que permanecía flotando en la nada y siendo tan parte de ella que no sabía discernir dónde acababa el no-ser y comenzaba él, o siquiera si eran realmente algo distinto.
Era desesperante.
El nuevo no sabía a quién suplantaba. Si, había escuchado todo acerca de su madre y sus hermanos, su familia, su trabajo y su reputación, pero en realidad no sabía. Y si lo sabía, no lo entendía. Y si lo entendía, no lo sentía realmente.
Así pasaron días y semanas asfixiantes.
Y otro crash entonces. No un choque, no otro accidente. Algo más parecido a una implosión que a una explosión. El final de los principios y el principio final. “La Gran retribución”, escrito en una marquesina gigante con letras de neón cegadoras.
Y entonces el infierno.
Pero no se percibían demonios ni ríos de sangre ni el lugar estaba teñido de rojo ni la temperatura era exageradamente elevada. Es más, no existía allí tal cosa llamada temperatura. No hacía calor ni frío ni estaba templado. No había aire que pudiese transmitir tal cosa llamada temperatura. No había cielo al cual mirar ni tierra que pisar. No había sonido ni luz propagándose en ninguna dirección. Y sin embargo la nada en la que se encontraba no se parecía en absoluto a la nada de la cual procedía.
Segundos estáticos o años en cámara rápida, corriendo como hormigas negras desbocadas, ¿quién podría saber qué era lo que ahí transcurría?
Él no, por supuesto. La travesía en la cual se encontraba embarcado no respetaba un itinerario que conociera. Nadie le había advertido hacia dónde iba ni cuanto tiempo tardaría en arribar ahí.
Si acaso la noción de tiempo se aplicaba en su trance.
Si acaso el viaje algún día llegaría a una meta final
De cualquier forma, esperar-y-no-desesperar parecía ser la consigna del día.
Imprevistamente, en un determinado segundo del tiempo, una puerta intangible se abrió y él, no por casualidad, se encontraba ubicado precisamente en su umbral. No debió hacer ningún esfuerzo ni desplazar alguna de sus dos piernas para alcanzar el terreno que se desplegaba al otro lado, dentro. Inmediatamente estuvo dentro. Pero dentro de qué no lo sabía.
Nada de carteles indicadores. Mucho menos un recibimiento a la usanza fílmica hawaiana: ni coronas floridas de colores chillones, ni tostadas mujeres de ojos rasgados -enfundadas en hojas de palmera- meneando los brazos al ritmo de los tambores. Ni una disculpa. Ni siquiera el anfitrión de “La isla de la fantasía” –su programa favorito- pidiéndole mil perdones por haberlo dejado una fracción de eternidad esperando fuera del tiempo y el espacio mientras las refacciones y la mudanza acababan, porque, después de todo, ¿qué le significaba esperar un día o una veintena de eones a alguien que había ingresado ya como habitante de pleno derecho a la Eternidad con mayúscula y con todas las letras?
No pasó mucho tiempo desde su llegada hasta el momento en que su paciencia protagonizó otro crash. Idéntico o mayor en magnitud a los anteriores.
Una vez descubiertos los pocos secretos del lugar era fácil entrever la realidad y él no era del todo tonto, por lo cual si bien tardó un tiempo, digamos, prudencial en pasar de la sorpresa a la indignación, fue un tiempo menor al que desperdició esperando, limpiándose parsimoniosamente los pies en el felpudo mullido de la nada, antes de entrar. Y una vez consciente del secreto, no pudo sino estallar en blasfemias e imprecaciones. Y en intentos de asesinato, por supuesto.
Pero las antiguas reglas ya no se aplicaban y las nuevas reglas no lo favorecían.
Sí, podía convocar a sus manos cualquier objeto que imaginara y, sí, todos los objetos tenían para él la indiscutible apariencia de algo sólido y contundente, pero ¿quién podía decirle si él mismo era en realidad algo sólido y contundente?
Nadie, por supuesto.
Nadie que se encontrara en su misma situación, al menos.
A lo mejor el jefe, el mandamás, de existir tal cosa, pero ningún otro. Porque quienes habían accedido a esa segunda vida de la cual él, entre comillas, “gozaba”, sabían tanto o menos que él sobre las posibilidades e imposibilidades de su nuevo hábitat. Todos concordaban en que allí la imaginación primaba en poderío, en que el falso “Querer-Es-Poder” de la vida terrenal que antes había conocido tenía allí plena y real vigencia como norma directriz. Al menos en lo que al querer-tener se refería. El querer-hacer ya era otro tema.
Y lo único que él quería hacer todo el tiempo se resumía en cinco armoniosas letras: m-a-t-a-r. Y eso, a juzgar por sus infructuosos e irrisorios intentos, era: i-m-p-o-s-i-b-l-e.
Varias veces había atacado a una de tantas ancianas, tan etéreas o tan reales como él mismo, con un cuchillo preciosamente afilado que había madurado por horas perfeccionándose en su imaginar, pero todo resultaba de la manera más enervante. El filo cortaba sólo el éter o atravesaba a la anciana sin herirla, como si la mujer y el arma pertenecieran a planos terriblemente cercanos y al mismo tiempo intocables entre sí, lo que lo hacía enloquecer aun más. Y máxime cuando la señora –muy educada ella- lo saludaba con una sonrisa estudiada, de abuela en día de visita al geriátrico, y mirándolo como a un nieto díscolo pero adorable se sentaba en un banco antes inexistente alrededor de una flamante mesa colmada de tazas, infusiones y confituras en compañía de otras ancianas adorables para jugar al rummy con mazos de cartas que aparecían de improviso y, a diferencia del cuchillo, daban la impresión de compartir la existencia de las mujeres plenamente, ya que las cartas viajaban de mano en mano sin ninguna dificultad.
La rabia crecía en su interior como una enredadera furiosa que aprisionaba su garganta, sus ojos y su cerebro, y no dejaba filtrar desde sus pensamientos más que unos pocos insultos inflamados de odio. Creciendo todo con el paso del tiempo. Alimentándose la enredadera con cada acto, con cada imposibilidad de actuar a placer, de abrir heridas, de quebrar vértebras, de observar en ojos desorbitados pupilas perdidas y a la deriva. De sentirse vivo quitando vidas.
Y un día, un milagro, una aparición.
Lo miró con ojos escépticos pero a pesar de ello el gozo subía escalando su garganta hasta llegar a la boca y tensar sus labios en una sonrisa. Avanzó hacia él contando los pasos. Lo vio de pie, tal y como lo había imaginado, como lo había admirado en litografías de época o en rudimentarios identy-kits victorianos.
Su prócer. Su héroe.
-¿Jack...?- preguntó tímidamente.
Y, sí, era Jack. “El” Jack. El único, verdadero, inconfundible e irrepetible Jack. Alias El Destripador. Alias el Demonio de la Inglaterra Victoriana. Alias El Liberador de Prostitutas Sonámbulas.
Era Jack, sin lugar a dudas. Lo delataba su altura inusitada, el cabello renegrido que poblaba los lados de su cara formando espesas patillas hirsutas, su perversa nariz aguileña, la expresión torcida de su boca repleta de crueles dientes los cuales formaban una cruel sonrisa que avanzaba implacable en su boca ávida, los ojos desorbitados de demente peligroso. También se lo podía reconocer por su parco traje negro y el sombrero de copa que se desplomaba sobre su cabeza manteniendo siempre el ala paralela al piso como por obra de un encantamiento. Y si todo aquello no era suficiente, tal vez serviría de índice el ostensible cuchillo ensangrentado que enarbolaba su mano derecha como continuación natural.
-¿Qué tal caballero? Es un sincero gusto que a uno lo reconozcan por estos lares y en éstos tiempos. ¿Es usted acaso un congénere, un condiscípulo?
-Podría decirse, pero soy mucho más un sincero admirador de su obra. Yo nunca he llegado siquiera a rozar los elevados niveles artísticos que alcanzó usted, y si lo hice fue gracias a su ejemplo. Usted es un prócer.
-Bah! Nada de eso. La teoría del caos, mi amigo. Alguien tenía que hacerlo y me tocó a mí, nada más. No soy nada fuera de lo común, como yo lo hice pudo haber sobresalido otro. Y le aseguro que en mis años de vida trascender era algo por demás fácil. Una pequeña crueldad y ponían el grito en el cielo. Juzgue usted.
Es cierto que muchas veces había soñado esto: un encuentro cara a cara con Jack. Pero algo le molestaba y tardó pocos segundos en darse cuenta de qué era aquello.
En sus imaginerías el encuentro tenía lugar en un oscuro y rancio antro, en alguna taberna húmeda con barriles de licor como único mobiliario, sentados los dos ante una mesa marrón sobre un fondo negro de noche decimonónica. Hablarían durante horas despachando uno o dos litros de vino espeso y agrio, bebida de hombres inmisericordes como ellos. O tal vez se conocerían bajo la mortecina luz de un farol, parados lo dos con ojos repletos de negra desconfianza, una mano en el bolsillo aprestando el puñal que buscaría el cuello del interlocutor a la menor duda, pisando grises adoquines húmedos por la garúa perenne de las noches inglesas.
Había varios escenarios posibles en sus fantasías, pero definitivamente no había cruzado nunca por la sinapsis de sus neuronas la posibilidad de charlar con tan ilustre prócer bajo nubes sonrosadas y rodeado por viejitas adictas a los juegos de azar, en el marco de una amable nada que remedaba el abúlico paraíso de una mente podrida por sobredosis de programas infantiles.
El latigazo de una idea golpeó su sien. Comenzó a pensar que si algo llamado tiempo ocurría en el martirizante lugar en el que pasaba el último segmento de su –llamémosla así- vida, tal vez ese tiempo tenía alguna relación con el tiempo real, lo que significaría que Jack había llegado antes que él allí y tal vez, sólo tal vez, sabía qué demonios era lo que pasaba.
-No. Yo tampoco lo entiendo del todo- pronunció el caballero inglés respondiendo a una pregunta que todavía no se había formulado. –No crea que es magia ni telepatía, simplemente todos preguntan lo mismo y ésta que le doy es la única respuesta que tengo para ofrecerle. No sé por qué el gran hombre nos trajo a éste horrible sitio brillante. El anterior nos gustaba más a casi todos... aunque, pensándolo bien, debe haber sido precisamente por eso.
-¿Qué otro sitio?
-El otro. El anterior. ¿Usted no lo conoció acaso?... El original.
-...
-El sitio sofocante y rojo. El lugar en el que vivíamos antes los de nuestra clase.
-...
-¿Usted no lo conoció?
-No. Pasé mucho tiempo solo, rodeado de... de nada, antes de aparecer acá.
-Entiendo. Llegó en el momento de la mudanza seguramente. Déjeme decirle que aquello era la gloria. Un lugar impúdicamente monstruoso, delicioso en su sanguinolenta libertad. Cada uno de nosotros se ocupaba de dar la bienvenida a los recién llegados, de mostrarles el lugar y llevar a cabo el castigo que les correspondía. Primaba la ley de la selva, por supuesto. Ejercitábamos la crueldad con los débiles. Había castigadores asignados, así es, pero nosotros teníamos la vocación y el sentido del arte del que esas gárgolas desfasadas carecían.
-¿Gárgolas desfasadas?... ¿Quiere decir, demonios?
-Si quiere llamarlos así. Para mí eran sólo unos oficinistas, no demostraban pasión por el trabajo ni aspiración a lo sublime. Eran patéticos.
-¿Y cuánto tiempo estuvo usted en ese lugar?
-Tiempo, tiempo... Se nota que usted ha llegado hace poco, por decirlo de alguna manera. Aquí no existe el tiempo, no existe el hace poco ni el hace mucho, aunque yo llegué aquí primero que usted y de eso no cabe duda. No me haga pensarlo. Me duele la cabeza y ya estoy cansado de ese tema en particular. Y usted verá que aquí no hay forma de sacudirse el stress. Y si lo esperanza la sangre en mi cuchillo, perdóneme que le confiese que es falsa. Yo hice aparecer el arma con la hoja cubierta de sangre. Es un placebo infame, pero la necesidad... ya sabe amigo.
-...
-Veo que no me comprende. Usted piensa como lo hacíamos todos antes de morir aquella vida, razonando a través de dualidades irreconciliables. Así es como piensa el gran hombre y por esa coincidencia se dice que nos creó a imagen y semejanza suya. El que compartimos es un parecido mental, de esquemas de pensamiento. Para él es todo blanco o negro, por eso los sueños, en los cuales nos comunica siempre algo incomprensible por inabarcable, se sueñan en blanco y negro. Pero últimamente algo ha estado ocurriendo. Una retroalimentación, término que le he escuchado pronunciar a ciertos recién llegados. El gran hombre está copiando ideas del mundo material, y de allí obtuvo el concepto de la fusión, de los grises, de los términos medios, pero creo que sin entenderlo del todo, mecánicamente. Por eso mudó a los de nuestra clase del lugar antiguo a éste, que es también antiguo pero estaba destinado a otra calaña de gente... a la élite, vamos, usted me entiende.
-Entonces... es por eso. Yo esperaba otra cosa.
-Si. Esa otra cosa que esperaba existía. Lástima que no murió antes para conocerla. Era glorioso. Y usted hubiera sido seguramente uno de nosotros. Pero no vale la pena llorar por la leche derramada, como se dice. Ya algo pasará. El gran hombre siempre puede cambiar de idea, es su prerrogativa. Un economista me dijo en broma que la mudanza se debía a una reducción de presupuesto, que todo volvería a la normalidad cuando el gran hombre pudiese costear de nuevo el alquiler del lugar ardiente. Ojalá sea así. Muchos de los que estábamos allí ayudaríamos gustosos con algunas libras.
-...
-¿En que piensa, amigo?
-En que es gracioso. Esto es un infierno... usted me dice que es en realidad el cielo, pero pasar una eternidad... así... sin... asesinar... va a ser un infierno.
-Cálmese camarada. Si yo pude soportarlo, usted también puede. Además, piénselo, por el hecho de estar aquí debemos enorgullecernos de nuestra condición de seres humanos.
-¿Y eso por qué...?
-Porque si el creador comienza a robarle ideas a sus creaciones no estamos tan distanciados como antes. Significa que los hombres hemos elevado nuestro status en el esquema de las cosas... o que el creador ha caído terriblemente bajo.
Y así, con esa limosna de consuelo y la certeza de su condena, bajo la gloriosa luz de un mediodía eterno, comenzó el arduo trabajo de hacer a un lado la furia y conjurar a la resignación.
*
Tuesday, May 23, 2023
Friday, May 12, 2023
Elogio de la lentitud - cuento - CFC
ELOGIO DE LA LENTITUD
Tras el cataclismo, la humanidad sobrevivió en cuevas bajo tierra. Las cuevas se hicieron cada vez más anchas, intrincadas y profundas, hasta ramificarse en estas ciudades estratificadas que habitamos hoy; laberintos complejos, construidos sin planificación previa a causa de la urgencia y la necesidad de mantenerse en movimiento: por un lado, todo el tiempo nacían bebés que necesitaban nuevos espacios vitales y, por otro, las personas se volvían locas por el hacinamiento y el encierro subterráneo, necesitaban pensar en algo más que en la inmobilidad y la ausencia del sol, y la construcción continua paliaba ambos problemas. A menudo, se comenzaban obras en sectores alejados, destinadas a converger, pero al llegar al punto de encuentro las calles no estaban a la misma altura ni respetaban la misma inclinación: por eso abundan los escalones, desniveles, escotillas, puertas falsas, avenidas que parecen ir a un lugar lejano pero giran en U para emerger, tras una larga caminata, por una puerta ubicada a centímetros de la entrada.
Respiramos mal. Los metales de las plataformas se oxidan constantemente, por acción de la humedad y el calor de las profundidades, y gotean líquidos corrosivos. El nuestro pretendió ser un mundo gris-acero. El paso del tiempo lo ha transformado en marrón-óxido.
Sin la presencia del sol, obtenemos energía de pequeñas centrales hidroeléctricas, alimentadas por los débiles ríos subterráneos cercanos. Esa energía se utiliza para dar luz y calor a los jardines hidropónicos. La comida es mucho más necesaria que la comodidad, por eso se nos raciona la luz y, cuando los relojes marcan que sobre el planeta es de noche, cuando todos los departamentos y pasarelas están oscuros y son trampas temibles, cuando los niños lloran intentando ahogar en lágrimas su miedo a la oscuridad, podemos ver a lo lejos el nivel-jardín como una isla de brillo.
Hoy la oscuridad es el diablo y la idea que tenemos del paraíso es un destello fulgurante que nos contiene como un rayo más. La religión se ha adaptado a las nuevas circunstancias, aunque ciertas cosas se salieron de cauce o cobraron una relevancia que antes no tenían. Pocos lo sabemos. La mayoría de las personas toma todo con naturalidad, como si siempre hubiésemos vivido así y hecho las cosas de la misma manera aunque es obvio que todo cambió, que una vez vivimos en la superficie, bajo la luz directa del sol, donde nuestra piel se bronceaba y estábamos lejos de ser estas criaturas pálidas, débiles y enfermizas que se alimentan de vegetales pálidos, débiles y enfermizos, todos crecidos en cautiverio bajo luces artificiales.
A veces creo que solamente los imbéciles sabemos qué pasó porque nadie más visita el pañol de cosas inútiles, lo que antes se llamó culturteca y antes aún museo, pero museo era un nombre demasiado arcaico y culturteca, seamos sinceros, suena estúpido. Al igual que los lugares donde se guardan elementos necesarios, debía llamarse pañol pero, siendo el lugar donde se guardan objetos improductivos, se lo llamó pañol de cosas inútiles. Y sólo un imbécil se preocupa por mantener y cuidar cosas inútiles, de ahí viene el nombre de todos nosotros, los que no servimos para construir, cavar o cultivar, ni siquiera para oficiar como guardias en el nivel-prision. Cuidar los libros, discos y filmaciones que sobreviven almacenados en el pañol de los imbéciles es una labor de amor y paciencia sólo posible para temperamentos como el mío, acostumbrados a tomarse su tiempo, no apresurar las cosas ni pretender hacer todo de una vez. El pañol recibe tan poca luz como los cubículos particulares. Leer, mirar una película o escuchar un disco es una tarea que debe realizarse en varias sesiones y cada porción debe ser atesorada, repetida mentalmente, memorizada, para poder encastrarla con lo que se percibirá después. Es un rito pero, por lo que he visto en películas o escuchado en canciones, no es tan distinto a la forma antigua de apreciar el arte, sólo más lenta y fragmentada.
Todos los ritos que sobrevivieron al cataclismo sufrieron una adaptación similar, modificaron símbolos y costumbres, los corrieron hacia los extremos. Para bien o para mal, dependiendo a quién se le pregunte. El rito del matrimonio y la providencial tardanza de las novias no fue la excepción.
Se asegura que antes del cataclismo la mayoría de las novias llegaba tarde a su propia boda. Con el tiempo, la tardanza se convirtió en norma y, en algún momento de nuestra vida bajo tierra, en una costumbre sancionada y alimentada. Poco importaba el vestido (los harapos que se hayan podido disimular como un vestido pretendidamente blanco), la belleza de la prometida o la cantidad de invitados a la ceremonia. Se valoraba el desempeño de la novia y, en general, la perfección de una boda, midiendo el tiempo que ella hacía esperar a su prometido al caminar sin detenerse desde su nivel de residencia hasta el nivel-iglesia.
Tal vez por eso me eligieron para acompañar a la novia, aunque ninguna de las dos familias sea cercana a la mía y casi no conozca a la pareja. Digo “casi” porque la población total de la ciudad es de unas veinte mil personas y tenemos sólo cinco niveles para desplazarnos, vivir, comer, estudiar y pasear. Todos nos hemos visto al menos una vez.
Llegué a su casa a la hora señalada y en ese momento dio inicio la ceremonia. Los invitados estaban ya reunidos en el nivel-iglesia, relajando sus músculos, preparándose para esperar de pie todo el tiempo que fuera necesario. La iglesia como espacio físico cambió, ya no tiene techo, naves ni campanario. Ni siquiera paredes. Se trata de un anfiteatro sin delimitaciones claras (se diría “a cielo abierto”, si aún tuviera sentido). El sacerdote se ubica en terreno elevado y los fieles forman un semicírculo a su alrededor: un regreso a los orígenes, pregonó la iglesia, a los sermones al aire libre (otra frase hoy sin sentido) que pronunciara el Cristo según la Biblia.
El poder que la iglesia ha retenido se exterioriza en todo momento. Cuenta con un nivel entero, mientras comedores, hospitales, escuelas y demás instituciones se conforman con cubículos apenas más grandes que una casa de familia. Sólo los jardines y la iglesia ocupan un nivel entero, lo que en cierta forma significa que a lo largo de la reconstrucción del cosmos humano la religión resultó ser tan vital como el alimento. Sus ritos puntúan nuestras vidas, le dan medida y sensación de avance en un mundo que, por lo demás, parece detenido en el tiempo, encontrando en la repetición y la rutina su materia primordial y su razón de ser. El bautismo, la comunión, la confirmación, el casamiento, y después el bautismo de los hijos, la comunión de los hijos y el resto de los sacramentos, volvieron a constituir los hitos fundamentes del desarrollo de una vida. Tras cada ceremonia, los niños se anotan en los archivos de la iglesia, como en esa Edad Media cuya existencia sólo los imbéciles conocemos, antes de que surgieran gobiernos laicos y registros civiles donde inscribir a los ciudadanos. Desde su punto de vista, tiene toda la lógica del mundo: ¿quién podría tener más derecho que Dios, en el caso de existir, para saber quiénes somos y cómo nos llamamos?
Como ya lo dije, mi llegada a la casa de la novia marcó el comienzo de la ceremonia. Dos de sus amigas me recibieron y me hicieron esperar en la calle, sin permitirme poner un pie dentro del cubículo familiar, no sé si por falta de espacio físico o para dejar en claro que yo no era un familiar ni un invitado sino simplemente quien la ayudaría a demorarse camino a la iglesia.
Esperé de pie al lado del destartalado vehículo en el que iniciaríamos el recorrido, evitando tocarlo o apoyarme en él para que no se deshiciera en pedazos antes de tiempo. Las dos mujeres cubrían la puerta con sus cuerpos pálidos y menudos. Escuché a la novia acercarse y me cuadré, esperando verla de cerca, porque desde lejos ya la había visto, insistentemente, muchas veces, sentado en alguna pasarela, con los pies colgando en el vacío, mientras charlaba con sus amigas en un nivel inferior, mientras trabajaba en los jardines o hacía fila frente al comedor o el hospital. Era imposible no quedarse mirándola porque destacaba en cualquier grupo: era una de las pocas mujeres morenas, de piel oscura y cabello negro, que quedaban. Comparada con los demás, parecía siempre llena de vida, de color. Sus ojos azabache proyectaban la mirada como una línea recta de luz oscura, como un láser de sombra comprimida.
Cuando las escoltas dieron un paso al costado, pude contemplar de cerca a la mujer más hermosa que hubiera visto fuera de una pintura. Su cabello, habitualmente largo y lacio, había sido abreviado en abultados bucles. Uno de los misterios insolubles de la naturaleza humana es: ¿cómo, a pesar de vivir en la privación casi absoluta, sin herramientas ni utensilios, las mujeres pueden rizarse el cabello cuando la ocasión lo amerita?
La cubría un vestido color crudo sin costuras visibles, que se ataba al costado con un nudo, como las batas de las viejas películas de dramas hospitalarios. Tenía mangas cortas y apenas llegaba a sus rodillas; el calor perpetuo de las ciudades subterráneas impide usar ropa larga o abrigada. Miré sus brazos morenos cubiertos de vello decolorado, sus piernas esbeltas y firmes. Lo hice furtivamente, para no parecer irrespetuoso, pero una mirada rápida bastó para convencerme de su desnudez bajo el vestido. Giró para despedirse de sus amigas y entonces pude admirar cómo la tela marcaba aquella curva maravillosa que bajaba desde su espalda. Se me cerró la garganta y, cuando me saludó, subiendo a ese vehículo destinado a fallar, respondí con un ahogo gutural seguido de tos.
Como estaba planeado, tras algunos metros, el vehículo empezó a fallar. Cayeron las puertas, se desprendió el piso, y aún así intenté continuar, empujando el cacharro con los pies como en un dibujo animado. Rubicundo, con las venas de la frente a punto de explotar, resoplaba a cada paso.
Cuando el vehículo al fin perdió una rueda, seguimos a pie. La tradición exigía que avanzáramos de la mano para no perderla entre la gente que se agolpaba en las estrechas y siempre atestadas pasarelas. Como no me decidía a hacerlo, fue ella quien aferró mi mano. Fuego eléctrico nació de ese contacto. Recorrimos dos niveles con una lentitud pasmosa. La marea humana no nos permitía avanzar más que unos pasos por minuto, nadando a contracorriente. Eran los niveles más sencillos de recorrer: los unía una pasarela inclinada, resbalosa, sin escalones, por la que los niños se deslizaban sobre una chapa engrasada cuando no había peatones atravesándola, es decir, de noche, en plena oscuridad.
Para bajar hasta el tercer nivel sin morir en el intento, teníamos que encontrar una exclusa que no diera al vacío y que además fuera lo suficientemente grande como para permitir nuestro paso. Para calcularlo tuve que pensar de nuevo en su cuerpo: pequeño, compacto, armonioso, flexible… no era lo más recomendable.
La costumbre indicaba que yo debía guiar el rumbo pero la dejaba adelantarme para poder observarla caminar, ver cómo la tela se movía sobre su piel a cada paso. Sus brazos y piernas brillaban como metal virgen, libre del deterioro del óxido. Más allá de todos los ejemplos que podía sacar de tantas obras de arte, mi mundo era mi mundo y mis metáforas de belleza lo reflejaban.
Encontramos una escotilla y bajamos sin problemas al tercer nivel. Alguien (su familia, seguramente) había apilado bolsas de semillas bajo la abertura, que intentarían frenar nuestra caída. Faltaba un nivel para llegar a la iglesia. Llevábamos un buen tiempo caminando y me dolían los músculos, pero al menos estaba en movimiento. Imaginar a los invitados de pie, inmóviles, sin poder estirar las piernas, me hacía sentir bien por contraste.
En el cuarto nivel nos esperaba el mercado: puestos diminutos con vegetales o baratijas para canjear, iniciando una rudimentaria economía basada en el trueque. Yo deseaba que no prosperara. Muchos libros, películas y discos se dedicaban a cantar las desgracias de los sistemas económicos, y si alguien había traicionado la esencia del arte musical (transmitir emociones en un estado de pureza absoluta) para atacar algo, ese algo debía ser decididamente maligno.
Sin soltar nuestras manos, descansamos unos segundos sentados en la fuente de agua en medio del mercado. Estuve a punto de abrir la boca pero no me decidí a tiempo y, cuando volvimos a estar de pie, no quedaba sino seguir caminando.
Llegamos a la escotilla que bajaba hacia el nivel-iglesia dos horas después de comenzar la travesía, exhaustos y doloridos por el inusual esfuerzo: nadie camina tanto en un solo día, no hay motivos para hacerlo. Frente a la escotilla suspiré tan fuerte que ella se quedó mirándome un rato, y estuve a punto de hablarle de nuevo pero la inutilidad de cualquier palabra me golpeó y enmudeció. Solté su mano y traté de girar la rueda que permitía abrir la escotilla.
No se movió.
Traté de nuevo. Sin resultados. Ella lo intentó también, para mi vergüenza, pero por suerte no logró el más mínimo desplazamiento. Las ruedas atascadas eran algo habitual: el óxido solía solidificarse con el calor y sellar las puertas. Otras veces, los grupos de trabajo improvisados, creyendo eliminar una entrada falsa o peligrosa, soldaban escotillas funcionales. Cualquiera fuese el motivo, teníamos que buscar otro lugar de paso: ella debía hacerse esperar, llegar tarde, sí, pero en algún momento tenía que llegar. La otra escotilla oficial de ingreso quedaba en el extremo opuesto del nivel y, si bien podíamos ir hasta ahí cumpliendo con nuestro cometido de tardar todo lo humanamente posible, nos hubiéramos desmayado de cansancio antes de recorrer la mitad del camino. No quedaba más opción que buscar algún pasadizo diminuto. Vimos varios, pero daban a una larga caída, daban a túneles de los cuales tal vez nunca saldríamos o eran demasiado pequeños.
Encontramos una rejilla rectangular por la que apenas podíamos pasar. La oscuridad ahí abajo era absoluta. Dejé caer una piedra para calcular la distancia que nos separaba del nivel inferior, el nivel-iglesia. Estábamos a unos cuatro metros por encima del campo penitencial, un sector en el que nunca se habían instalado luces para conservar inalterada la perpetua oscuridad. Ahí los fieles cumplían sus penitencias rezando en la negrura, pensando en cómo los pecados habían teñido sus almas antes luminosas del color más detestable.
Era obvio que los habitantes del cuarto nivel utilizaban esa trampilla para bajar de forma regular, ya que, soldada a un costado, había una varilla de metal que se doblaba en una L: se podía apoyar un pie en ella y desde ahí saltar hacia abajo dividiendo los cuatro metros de caída en dos saltos de dos metros, todavía peligrosos pero posibles.
Salté al vacío mientras la novia me esperaba en la superficie del cuatro nivel, raspando mis brazos contra los bordes de la trampilla. Apoyé ambos pies en el soporte y esperé a que ella bajara. Pero no bajó: se zambulló hacia el suelo. Vi pasar por el hueco de la rejilla, recortado en un haz de luz, sus brazos con las palmas unidas, sus hombros pequeños y el resto de su cuerpo, sin provocarse ni un rasguño. Reaccioné por instinto y estiré una mano hacia la oscuridad: con la otra me aferraba a la barra de metal. Ella caía a medida que mis dedos se cerraban en el lugar por donde intuía que pasaba su cuerpo. Mi mano se cerraba en cámara lenta. Encontré una de sus piernas. Rozar su piel era como acariciar una flor con miles de pétalos diminutos.
Un segundo después, ella colgaba de cabeza y se balanceaba, mientras la sostenía arduamente con un brazo. En cualquier otra situación, soportar su peso hubiera sido extremadamente difícil, pero yo casi no sentía el peso porque la gravedad había hecho caer sobre su torso la falda del vestido, sostenida por un cinto de tela. Intenté mirar, confirmar si estaba desnuda debajo, pero sólo una pequeña franja de su pierna se encontraba con el haz de luz. Me agaché todo lo que pude para acercarla al suelo y, cuando solté su tobillo, apoyó las manos, dio un giro y cayó de pie bajo la zona iluminada como una artista de circo. No sólo parecía más vital que las demás mujeres gracias al color de su piel sino que, evidentemente, lo era.
Faltaba poco. La oscuridad absoluta del campo penitencial hacía posible reconocer, a unos cien metros de distancia, las antorchas encendidas de los invitados. Una puerta rectangular nos llevaría hasta la ceremonia. La luz aún lejana volvía transparente su vestido y le daba relieve a toda la superficie de su cuerpo: su cuello largo, sus hombros erguidos, su cintura pequeña continuada en caderas hermosamente torneadas, semi circulares, marcaba cada parte de su cuerpo como si la ropa fuera un espejismo del cual la vista se libraba de repente.
A metros de la puerta la detuve con cierta brusquedad. Giró sorprendida. Aferré sus brazos, inmovilizándola para escondernos en las sombras, lejos de la débil luz de antorchas que se acercaba en oleadas. La besé, sin haberlo hecho antes y sin saber cómo hacerlo. Ella no respondió. Su cabeza escapaba hacia atrás. Quería conseguir un beso sorpresivo pero consentido, compartido, como el que corona el final de las películas. Lo intenté de nuevo y de nuevo su cuello se estiró hasta el límite. Sus labios no se movían. La besaba de forma rígida, con un nudo en la garganta, invadido por una sensación de condena, de última oportunidad fallida o desperdiciada.
Hubo un segundo corte y un tercer intento. Tampoco respondió.
La solté entonces. Mis manos dejaron marcas oscuras en sus brazos. Comenzó a caminar para cruzar sola la puerta y entrar en la luz, a su celebración, a su fiesta. Al día siguiente me reprocharían haberla abandonado antes de tiempo, pero no me importaba.
Dio dos pasos. Después giró. Sonreía, creo, pero la luz había quedado detrás suyo y su cara estaba en las sombras. Soltó el nudo que ataba su vestido y lo dejó caer. Mientras pegaba su cuerpo al mío la escuché susurrar:
-Que esperen un poco más.
No quiero pensar que ese final estaba previsto, que era tan sólo la última parte de un ritual tan viejo como el matrimonio.
Saturday, May 06, 2023
Origami
ORIGAMI
*
Para mis hermanos Damián y Ariadna
quienes me enseñaron que
aunque está bien usar una remera con el sigilo de tu banda favorita
es mejor formar una banda y usar una remera con tu propio sigilo.
Así se colabora con la gran conversación.
*
Tierno es el día
en que los demonios se van
-Blur-
Quedan dos tipos de personas en el mundo:
consumidores y destructores.
Antes también había creadores,
pero desaparecieron todos.
-D. Oswald Heist-
Cada rosa tiene su espina
así como cada noche tiene su amanecer
así como cada vaquero
canta una triste triste canción
-Poison-
*
LO INNOMBRADO
Los primeros hombres dieron nombre a lo útil
los animales comestibles las hierbas
los espacios habitables que les daban cobijo
Otros nombraron la belleza
en flores nubes trinos atardeceres
Luego las cosas sin sustancia
el alma el miedo el amor algún dios
Mucho después las máquinas los edificios
los aparatos que extendían sus sentidos
productos de la inventiva humana
al igual tal vez
que las propias cosas sin sustancia
Escribir es ir descubriendo qué nos queda
qué dejaron innombrado para nosotros
Tal vez el final de todo lo que existe
tal vez el nombre nuevo que cada cosa obtenga
en su último día
*
ENSAYOS
Escuchá a los santos gritar
desde el infierno que crearon para sí
no había en ellos nada absoluto
menos aún perfecto
que originara a un dios merecedor de tal nombre
sólo soberbia y prejuicio
vergüenza y condena
sólo temor de dios
con el que dar cuerpo de barro
a un dios del temor
un bucle cerrado
emitiendo perpetuamente el miedo
del cual se alimenta
al que tras manifestarse en nuestro mundo
no quedó sino adorar
con sacrificios
*
TINTA
No siempre somos un ojo incisivo
de mirada profunda y potente
mirada microscópica
no siempre vemos los gérmenes
que van descomponiéndonos en vida
la moda el conformismo
el entretenimiento el dinero
la religión la impostura
la mala conciencia
parásitos invisibles
sanguijuelas de dimensiones altas o bajas
proyectan pseudópodos filamentos
espiritrompas
hasta alcanzar nuestro ser etéreo
no siempre podemos verlo ni oírlo todo
salir de nosotros para abarcarnos desde fuera
no siempre podemos evitar
devolver el golpe que los hace triunfar
ceder ante la violencia que los alimenta
no siempre podemos negarnos a ser eso
a lo que nos fuerza el mundo y sus amos
pero durante
segundos a veces
minutos con suerte
horas tal vez en algún extraño e irrepetible estado de éxtasis
ingresamos en la zona del milagro
entonces un reflejo de calamar
destiñe nuestras almas
y el color se nos escapa por los dedos
hacia cualquier objeto que sostengamos
y desde allí a a una página
sólo esos momentos
nos justifican
*
LA ROSA
La rosa
siempre la rosa
crear la rosa ser la rosa
hacerla florecer en el poema
pero en realidad
deberíamos disgregar la rosa
separarla en átomos para rearmarla luego
colocar cada uno de esos átomos
en un lugar distinto al original
para que la rosa sea
a ojos de los demás
la misma idéntica rosa
y sólo nosotros
sepamos la verdad
*
ABISAL
El lenguaje es un océano
al que cada día
agregamos una gota
en su fondo abisal
gotas arcaicas
conforman los diccionarios
*
IDEAS MECANICAS AVANZADAS
Hoy encuentro difícil
la tarea de ser bueno
mejor enfrascarme en procesos inconscientes
en malvivir
vegetar
tragar comida sin masticarla
sentir las tripas que fuerzan la piel de mi abdomen
ceder al odio la envidia la desesperanza
los productos y desechos de la mente mecánica
nuestra programación es destructiva
si dejamos a la máquina actuar
produce un mal en masa
un mal en serie
prefabricado torpe tosco
igual a sí mismo en cada nula evolución
es un acto creativo construir el bien
lograr lo que siempre estuvo allí en potencia
corregirlo a cada paso
ajustar su ritmo y tonalidades
hasta alcanzar una forma exacta
*
SÍ SEÑORAS
a las señoras que se lo preguntan
Sí
señoras que se lo preguntan
un tipo parco puede abrazar a su bebé
levantarla en brazos
como un avión
hacer ruidos y morisquetas
Sí
puede reír
demostrar felicidad
pero sólo
con
su
gente
señoras que se preguntan
si un tipo callado
puede hablarle como un bebé
a su bebé
Sí
señoras
que se lo preguntan
un tipo triste
puede contar un chiste
ser algo gracioso
hacer equilibrio sobre las veredas
imitando animales
ladrando como un cuzco
si camina al lado
de personas que cuentan
con su confianza y aprecio
Sí
un tipo opaco
puede esconder colores dentro
reservados a los ojos
señoras
de quienes se aventuran a pesar
del exterior cortante
Sí
lo que ven es una fachada
señoras
construida a conciencia
mostrada adrede
porque verán señoras
hay tanta gente chispeante
agradable
que reparte desde la mañana risas
y saludos
sin el menor motivo
y estrecha cada mano
para después traicionar
al primer impulso
que la risa fácil resulta
discúlpenme
extremadamente sospechosa
Sabrán comprender
señoras
*
LA LEY
La pregunta es el preámbulo de la sentencia
dios divide su perfección modélica
entre sus seguidores
y les da una vara para medir
aún más que la salvación
de un alma eterna
allí reside la razón profunda
tras la religión
creerse con autoridad delegada
para juzgar si lo que hacen los simples mortales
están bien
o mal
¿pero qué valor tiene el juicio
de un ente no humano
que no comparte nuestra vida
en este mundo?
seguiremos pecando
forzando los límites de la ley divina
a ver si dios movido por su afamada ira
decide dar la cara
*
EL HAZ DE LUZ PURÍSIMA
Golpeado a plena potencia por el infortunio ajeno
convertido en metal herrumbrado
con grietas que escorian manchan
dejan heridas adrede a la infección como ofrendas
alguien se siente desplazado
porque han girado injustamente
el reflector principal del escenario
otro muere
otro se debate
otro ha sido privado de parte de su cuerpo
de su casa
de su amor
de todo a veces
o encerrado en la espera
aguardando ser privado de parte de su cuerpo
de su casa
de su amor
de todo a veces
sin embargo lo único relevante
parece ser la negación de ese reflector
que singulariza al protagonista de la existencia
en cuya obra los demás somos simple decorado
debe hacerlo notar debe notarse
“¡giren el haz de luz purísima!
¡el reflector ha de volver a iluminarme!
¿a quién le importa si se muere
si ha sido privado de parte de su cuerpo
de su casa
de su amor
de todo incluso?
¡la luz se debe a mí
soy su razón de brillar!
¡devolvé mi luz
y quedate con tu muerte
con la privación de parte de tu cuerpo
de tu casa
de tu amor
de todo si es que lo has perdido todo!
¡pero no te acerques al haz de luz purísima!
¡mi cuota de luz no!
¡mi tiempo bajo el reflector nunca!
porque la luz es privilegio del actor principal
y no necesito otro motivo”
*
ESPEJOS
Sólo un perverso
comete atrocidades frente al espejo
nos basta mirar hacia otro lado
no mirar
esconder el espejo
para estar tranquilos
justificar desde la necesidad o el egoísmo
la mano que sostiene ese cuchillo
que una y otra vez
hace aquello
para lo que fue afilado
*
CON LAS MANOS VACÍAS
Paso por la vida de noche y con las luces rotas
no sé cómo se mide una victoria
me prohibieron la entrada al éxito por número bajo
nunca pude ser el pibe del sueño en el sueño del pibe
salí del extremo del arco iris con las manos vacías
soy el as en la manga de un manco
escasean las figuritas difíciles
para el coleccionista de fracasos que hay en mí
ansío hacer eso que hacen los deportistas
creo que se llama “ganar”
*
TAUTOLOGÍA
Mirás hacia atrás y ves todas las ocasiones
en que hubieras podido irte
pero no era el momento
la vida es una comedia y ya se sabe
en la comedia el timming lo es todo
mirás en el retrovisor infinito
e ignoraste tantos carteles de desvío
tantas bajadas laterales mal iluminadas
donde no había señal alguna que te indicara
si ese era el paraje de tu destino
metáforas estúpidas
sé que muchas veces pude irme
y sé que voy a irme por mi mano
sólo espero
que sea el punto final de un trabajo bien realizado
y no el botón de autodestrucción que oprimimos
cuando toda esperanza se ha perdido
la muerte no es un gesto
no es una declaración
no es algo que se pueda estudiar comprender
ni comprimir en una metáfora
la muerte tal vez sea
la única tautología inevitable
porque nada la equipara
nada puede ocupar
el lado opuesto de esos dos puntos
que definen en espejo
la muerte
simplemente
es la muerte
*
TONO
¿Cuál es el tono correcto para hablar de la muerte?
¿Bajo y espeso
carraspeado
arrastrando las letras como en gravilla
lentamente?
¿Iracundo
soez
de rebeldía ante lo inevitable?
¿Respetuoso
con inflexión de puntos suspensivos
para no ofender a quién incorpóreo
tal vez aún nos rodea?
*
DISCURSO PARA SER LEÍDO EN UNA CENA DE ALTA SOCIEDAD
Damas y caballeros
-mojigatas y reprimidos-
la venganza es una ensalada rusa
aunque el registro histórico señale
que en momentos de viraje
un traidor ha sido siempre
de utilidad
y aunque Bugs Bunny nos demuestre
que un beso
es la mejor forma de distraer al enemigo
sigo eligiendo
la antiquísima ordalía
asi que “¡Hola!
¿qué tal?
¿qué cuentan?
¿algo que hayan estado
comentando a mis espaldas
y quieran decirme
en la cara
como deben hacerlo
las personas?”
*
VEHICULOS
Quería vivir libre es decir pobre
sin tener ni deber
sin obligaciones que me forzaran a bajar la cabeza
sonreír a los hijos de puta
chupar las medias al jefe
imaginaba un puente
yo debajo
mis pies hundidos en agua estancada
dentro de un fuerte hecho con libros
encuadernados de ser posible en tapa dura
hoy pago cuotas
contamino
soy un arma cargada
para mí siempre ha sido difícil
hacer eso que llaman progresar
cambiar el auto fue una ignominia
cabizbajo y apretando los dientes
aceptaba felicitaciones
por esa mejora estratégica
ese ascenso en la cadena trófica
nunca quise un séquito de lavacoches
nunca quise estrenar cada año
un signo de estatus cada vez más amplio
brillante y envidiable
donde viajar sin compañía desperdiciando espacio
porque son sólo lo que son
y su contacto no abre a nada
*
VINCHAS DEL CHE
Miro alrededor y veo
campeones del proletariado
que no le han trabajado un día a nadie
salvo detrás de un escritorio frente a una computadora
héroes de la clase obrera
sin manos quemadas por el cemento helado
encalladas por los ladrillos
mutiladas por los filos de la maquinaria
veo montoneros de los noventa el dosmil y más allá
que guardan en un cajón imaginario
sus ecografías portando un fusil revolucionario
dentro del útero de su madre
veo remeras del Ché
vinchas del Ché
pins del Ché
cereal de granola del Ché
camperas de cuero estilo Top Gun con apliques bordados del Ché
tanto niño burgués con tristeza
intentando acallar la absurda mala conciencia
de tener un padre subcomisario
un abuelo gerente
un bisabuelo concejal
enviando consignas antisistema desde su celular táctil
grafiteando paredes con frases de mayo del sesenta y ocho
mientras cuidan que la pintura no salpique las zapatillas
con cámara de aire
que les compró mamá
Oh, guerrilleros de laptop!
Oh, revolucionarios de twitter!
Oh, comunistas de facebook!
Oh, ese orgullo sin fundamento
esa promocionada resistencia
frente al peligro pasado
Oh, esa alegada valentía
esa lucha contra fantasmas terribles ya derrotados
Oh, esas citas a libros que en otras circunstancias
hubieran quemado o escondido
profundamente
bajo tierra!
*
NENE DE LOS '90
nene de los '90
que te reís de la dialéctica histórica
que te reís de todo
lo que no entendés
no viviste no te importa
nene de los '90
el fin de la historia te engulló vivo
la amnesia posmoderna es un océano interminable
en tu ceguera adrede
el bosque de dólares tapa a las personas
confundís peligros reales con teorías
preferís la falsa torpeza de un CEO bien afeitado
a la lucidez de un barbudo loco
tu predicador viene el domingo
como muchos antes que él
a refrescar tus convicciones
el credo de que el dinero todo lo permite
que un país es una simple billetera
nene de los '90
sin opciones que considerar
capitalismo o muerte capitalismo o nada
todos vivimos dentro del sistema
o simplemente es lo que hay
mirás el mundo como se mira un film
sin pensar siquiera en modificar la trama
como se observa un video con música de máquinas
donde el ruido y la actitud suplen el contenido
nene de los '90
para vos la historia nunca será biografía
te pasa de largo
como un colectivo lleno de indultados
nene de los '90
yo sé que vas a crecer pero te necesitamos hoy
cuando crezcas puede ser
demasiado tarde
cuando crezcas puede que ya no quede nada
*
PUNTO
¿Qué importancia puede tener
mi grano de arena de vista
mi huella de chinche de vista
mi punta de alfiler de vista
mi mota de polvo de vista
mi minipixel de vista
mi átomo de hidrógeno de vista
mi diámetro de cabello de vista?
nuestra vida se proyecta
desde un punto solitario
en medio del plano infinito
Aunque el poeta pueda caer
en delirios de grandeza
megalomanías
ínfulas de pequeño dios
ahí están las palabras
que no cesan de regresarlo
a su sitio
*
HALLOWEEN
No la dejen entrar en casa
por favor no la dejen entrar de nuevo
aunque inaugure poemas
y haga nacer una fuerza iracunda que rompe la madera
una hermandad en dolor y desesperanza
que no vuelva nunca más
destiérrenla a merodear por las calles
que cada uno se ocupe de alejarla de su puerta
de sus niños de sus padres
de sus amores y compromisos
aléjenla todo lo que sea posible
con gualichos y rezos y música y proyectos
en un tiempo fuera condenado a caducar
distráiganla con canciones con pinturas con juegos
hagan planes imposibles a larguísimo plazo
y nunca pronuncien ese nombre
que la hace real y temible que le da carnadura
nunca la nombren
ni aún llorando frente a la tumba abierta
*
DESPEINADO
La primera imagen que veo esta mañana
es mi cabello en el espejo
una mitad perfectamente peinada
a pesar de las horas de sueño
filas paralelas como vías de autopista
la otra mitad es un desastre enmarañado
con rulos en oleadas
mechones que se disparan como rayos oblicuos
valles vacíos aplastados contra el cráneo
la mitad despeinada puede normalizarse
sin preservar diferencias notables
con agua y un peine fino
pero no imagino despeinar la mitad ordenada
de forma orgánica
sin generar un artificio planeado
un intento obvio de imitar lo original
no es necesario decir
que la mitad caótica se ve más viva
más interesante
y la prefiero
*
RUTA PROVINCIAL 13
De tanto señalar curvas
los rombos repiten comillas
sobre un fondo amarillo
encallada en tierra cual ballena
nos rodea una nube
nadie va a salvarla
no habrá aquí rescatistas
hélices que la eleven a la tropósfera
el autoaplauso final
porque ¡somos tan buenos!
la intranquilidad al conducir
es seguridad de una foto
¿retratar qué? me preguntan
la ausencia del lago
montañas ocultas
postal negada por la bruma
nieve fundida en la nada
¿sacarle o no sacarle
una foto al vacío?
he ahí la cuestión
*
SALTAMONTES
Nunca había visto una langosta negra
esa es mi excusa
la mancha oscura
en la silla delante de mí
me hizo pensar en un trozo de tela
en una cucaracha
en una gota de brea endurecida
la descuidada terminación de un mueble producido en masa
la rocé con el pie
para probar su resistencia
o provocar su caída
dos cosas llegaron al suelo
un saltamontes marrón caoba
y a su lado una pata gruesa fuerte perfecta
-mente arrancada
observé con angustia
al insecto agitarse de espaldas
no sé si un saltamontes puede desesperar
pero sus movimientos se percibían
inequívocamente desesperados
cuando al fin pudo girarse
lo observé avanzar sintiéndome culpable
había condenado toda
su existencia futura
sin intención
por un ensayo erróneo
por miopía ante las consecuencias
en caso de poder sentir algo
así debe sentirse dios
*
NO SOY VOS, SOS YO
a A.R.
Cada mujer tiene su atmósfera propia
pero ¿quién tiene tiempo para aclimatarse?
cuando el amor se consuma y se consume en el mismo acto
busco coincidencias perspectivas a futuro
en nuestras nadas paralelas
tratando de alejar el próximo Viernes Santo
la procesión del Corpus Tristi
que recorre antros calientes de hacinamiento y ansias
con más alcohol y menos luz
busco diferenciar esos espejos recursivos
y me pregunto si alguna vez una mujer
será otra cosa que un cuerpo o un fantasma
una sonrisa que me hará preguntarme de qué color serán sus sábanas
¿acaso no rueda el dado aunque esté hecho
específicamente para no rodar?
invadiendo tu espacio vital de la forma más íntima posible
entenderás por qué el adjetivo más usado
para describir el amor
es profundo
me gustaría darte importancia y no quitártela jamás
pero escapa a mis posibilidades
presto mi atención como un niño egoísta
que observa cómo juegan con ella
contando los segundos para que la devuelvan
sin un rayón sin una mancha
un mecanismo universalmente repetido y funcional
que tal vez sea la insignificancia misma
y tal vez sea todo lo que hay
*
AL BORDE
a J.F.
Al borde del puente y del vértigo
a punto de probar la resistencia de una soga recién comprada
apoyado en la boca del hierro frío entre el click y el bang
¿qué tan buena piedra de afilar harán mis venas?
en casting para cobayo farmacéutico de corta carrera
curtiendo una funda de facón en el pericardio
de rodillas para revisar las vías de cerca y a oídos sordos
a punto de medir el fondo del mar a zancadas
ensayando la fotosíntesis horno adentro
en medio del salto previo a imitar pluma y plomo por igual
así
*
LA PLAYA
Es la playa
un vasto espacio común entre acantilados
sin fiscal que determine propiedad
ni estado que defienda mediante las armas los límites establecidos
bajo atardeceres color frutos del bosque
no hay prefectura que tase y divida el mar en parcelas líquidas
conflictos insalvables
peligro de derrumbe social
los niños al cuidado del grupo
son escoltados entre aplausos hacia las manos correctas
la arena es de todos
ante un vecino molesto
se toman las pertenencias familiares
para emprender una mudanza oblicua
pruebas perfectas
de que la anarquía funciona
*
AQUI Y AHORA
Aquí-y-ahora
deícticos que nada significan
suenan a dictadura y a deidad
a la dictadura de una deidad
que nos ha confinado en una celda
de cuatro dimensiones
aquí y ahora
sentencia perentoria
el giro decisivo
el disparo mortal
el beso en la escalera del avión
el compromiso eterno del que salva una palabra
pronunciada en el instante y lugar preciso
aquí y ahora no hay elección
inmóviles sobre el dilema agustiniano
como sobre un electrón que gira sin pausa
aquí y ahora
una flecha incrustada en el espaciotiempo
cuya sombra se pierde en el vacío
aquí y ahora
un juego de palabras carente de inventiva
“hoy no se vive mañana sí” circular e infinito
aquí y ahora
punto de referencia
mal necesario
porque el tiempo sin ancla es una frase hecha:
la nada misma
aquí y ahora
momento con destino de pasado inerte
si no pesa en la memoria con densidad de recuerdo
en otro lugar en un futuro
*
BSO
Vivir
luchar
enamorarse
crear
emprender proyectos
se siente menos heroico
sin música orquestal de fondo
*