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Uno de los guionistas de Prometheus (promocionada producción,
precuela precedida por propagandas pretenciosas) es Damon Lindelof, creador de
Lost y de la infame manera de hacer televisión que he dado en llamar Elige Tu
Propio Argumento.
Y, sí, el amigo Damon lo ha hecho de nuevo: no se ha tomado
el trabajo de escribir un guión sino que tiró algunas puntas argumentales con
la cuales el espectador, si tiene tiempo y ganas, decidirá qué carajo vio en la
pantalla, qué carajo pasó en el film y qué carajo significaba todo. Y lo más
probable es que no tenga ganas, que se quede con la espectacularidad visual, el
clima de suspenso, la sangre gratuita, etc., sin gastar tiempo en hacer lo que
de hecho a él, al amigo Damon, le pagaron para hacer, que es escribir un guión
completo, con coherencia interna y con sentido.
Lost fue la primera serie de televisión escrita por el
público. Ni el amigo Damon ni el otro amigo, J. J. Abrahams (quien al menos
tiene el mérito de haber pergeñado tres películas pasables como Star Trek,
Mission: Imposible 3 y Super 8) sabían a dónde iban con el argumento. Nos
mintieron durante seis años diciendo que todo estaba ahí desde el principio
pero la cruel verdad (innegable para cualquiera que haya dedicado una hora de
su vida cada semana a ver la serie y que haya sufrido con esa última temporada
infumable y que tenga dos dedos de frente y que sepa lo que es armar, levantar,
arquitectónicamente hablando, un argumento) es que no tenían ni puta idea de
qué iba a pasar al final, de a dónde se dirigía la historia, y, cuando tuvieron
una base lo suficientemente amplia de seguidores que se expresaran vía
internet, se dedicaron a sacar los giros argumentales de los comentarios de fans, a veces por
imitación pero sobre todo por reacción contraria, por negarse a complacer lo
que la mayoría pedía o negarse a hacer realidad lo que la mayoría pensaba que
iba a suceder.
Así es: vos, joven terrícola que hiciste un comentario en
los foros de Lost, vos escribiste la serie, ni Lindelof ni Abrahams, quienes se
dedicaron a contrariarte sólo para que digas “¡Cómo me cagaron! Yo pensé que
iban a arrancar para acá y arrancaron para cualquier otro lado, ¡Qué capos!”.
Y ahora Lindelof lo ha hecho de nuevo.
En Prometheus nada tiene más sentido que el que vos decidas
darle. Así de simple.
¿Eso es bueno? ¿Es malo? ¿Acaso no es así el mundo?
Sí, amigo, el mundo es exactamente así, no tiene más sentido
que el que decidas darle. Pero la diferencia es que nadie cobra un sueldo para
escribir el mundo y por eso, en lugar de sentirnos estafados y pedir que nos
devuelvan la plata de la entrada, simplemente nos jodemos.
No voy a perder mucho tiempo en hacer el racconto de la
película pero: el inicio puede significar cualquier cosa (una misión, un
sacrificio, un castigo); las transformaciones en monstruos y/o la locura de los
tripulantes no guardan ninguna coherencia discernible y por eso la supuesta
relación con Alien se siente forzada y poco creíble; el cómo y el por qué que
se buscan pueden ser cualquier cosa, etc. La película es una mezcla rara entre
Alien y ese somnífero, también ultrapretencioso, que es Misión a Marte de Brian
de Palma.
La cuestión está en la expresión “cualquier cosa” aplicada
al significado.
Un buen texto, un buen poema, una buena canción, tiene que
significar por lo menos una cosa. Un texto excelente, un poema sublime, una
canción que asciende a himno y se proyecta a través de las generaciones, por lo
general es polisignificante, es decir, significa no una sino varias cosas al
mismo tiempo. Pero cuando una obra de arte (o de entretenimiento, en este caso)
significa cualquier cosa, estamos frente a un eufemismo, es lo mismo que decir
que no significa nada, no hay centro firme, no hay una idea directriz, la obra
es fofa, chirle, se colapsa sobre sí misma, cae por su propio peso como un domo
de gelatina. Eso es lo que le pasó a Lost (al final, cuando ya habían mostrado
la hilacha, aclaro) y eso es lo que le pasa a Prometheus. Salís del cine con la
sensación de haber sido engañado, de que fuiste a ver una película y te tiraron
por la cabeza un libro de Elige Tu Propia Aventura al que le faltan hojas.
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1 comment:
Le faltan hojas, como en general, al cine, últimamente, en donde la creatividad se ha tomado franco, creo. Por eso, disfruto de Magadascar 3 o Arrietty y el mundo de los diminutos, por citar dos que se miran por estos lados.
Saludos
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