No puedo avanzar con este libro. No hay caso. Lo empecé a leer en diciembre del año pasado y voy por la página 80. No es un libro descomunalmente largo, el cuerpo del libro son unas 240 páginas y después hay unas 60 más de notas y cosas así.
Y no es que el libro esté mal escrito o se haga pesado o esté en desacuerdo con lo que dice. Creo que precisamente el problema es que estoy tan de acuerdo con lo que dice que me resulta irrelevante. O sea, tira cifras y números y fechas y cosas así, pero nada más. Nada que cambie mis ideas ni que las refuerce con una novedad. Es como un apoyo simple, como cuando decís algo y un amigo asiente con un “tenés toda la razón del mundo”... eso te puede poner contento pero, sumar, no suma mucho.
O sea, el hecho de que desde la presidencia de Reagan (por lo menos) hasta acá, Estados Unidos ha sido un imperio que se ha valido de la estafa de toda índole, el terrorismo de estado (generado en tierras de otros estados, por supuesto), el fraude electoral, las mentiras mediáticas, la fuerza bruta y todo lo que ha necesitado, sin reparos ni escrúpulos de ningún tipo, para seguir siendo el Gran Hermano, el Ojo que Todo lo Ve, la fuerza detrás de todo desastre y el bolsillo en el que entran todos los dividendos (reconstrucción, le dicen ellos)... todo eso es algo que ya sé, que todos ya sabemos, sin necesidad de que ningún libro nos lo enseñe. No sólo es que cualquiera con algo de acceso a los medios de comunicación y capacidad de sumar dos más dos puede saberlo sino que se siente, se palpa, está en el aire.
El libro del buen señor Chomsky sería útil si alguna fuerza superior pannacional pudiera leerlo, abrir sus ojos y castigar a Estados Unidos por sus crímenes velados por la desinformación y recubiertos de mentiras. Pero ¿quién va a hacer eso? La ONU les pertenece, el FMI les pertenece... no hay posibilidad de un castigo ni diplomático ni monetario porque ellos nunca se van a castigar a sí mismos. Se darán palmaditas en la espalda, se dirán a sí mismos como le decían a De La Nata en Mesa de Noticias: “¡Qué malo que es, y qué bien que lo hace!”, refregando sus manos de dedos nudosos como un malo de serial mudo de los 40s.
Me hace acordar a Las venas abiertas de América Latina de Galeano. No es que esté mal revelar esos datos dolorosos, inclusive monstruosos a veces, pero... ¿y...? ¿Qué hacemos después de eso? ¿Qué sacamos de saber, con cifras y fechas exactas, a cuánta gente hacen morir en guerras o en hambrunas para sacar más guita de los países inmaduros para defenderse a sí mismos? ¿Nos armamos como el Ché Guevara y salimos a matar por nuestras ideas? ¿Mis ideas valen la vida de otro ser humano? ¿Puedo matar a cualquiera que piense distinto o haga las cosas de distinta forma o haya sido criado con otros valores y busque su realización en otras acciones (en acaparar, en destruir)? ¿Estamos autorizados a ser como antivirus que destruya lo que considere nocivo para el cuerpo social en pleno, para la humanidad como algo que siente y debe crecer correctamente hacia los sentimientos y las emociones positivas, hacia la creatividad, hacia el compromiso con la vida y el planeta, hacia la generosidad, hacia el respeto y el amor a los demás?
Porque ese es el tema. Yo no voy a matar por mis ideas. Nunca. Pero sería lo más útil e inclusive tal vez hasta lo más lógico. Pero ¿qué otra queda? ¿Mandar cadenas de mail protestando por atrocidades? Es absolutamente ridículo.
Vivimos tiempos ridículos. Atroces y ridículos.
Con suerte se termina en el 2012.
1 comment:
no se me olvide mi estimado cristian de la oms y el gran negocio de tirar un bicho y luego vender la cura. burroughs lo menciona en ese lúcido texto que hallana el camino a "el almuerzo desnudo": ya en los cincuenta los humanos del norte generaban brotes de cólera en centroamérica para luego aparecer como los salvadores y todo por unos pocos millones...
un abrazo
tomás watkins
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