Es la pregunta que viene dando vueltas en las webs, los blogs y los foros de internet,: ¿cómo uno de los guionistas más admirados, reconocidos e incluso imitados, se volvió de un día para otro un pelotudo fascista, racista, fundamentalista y todos los -ista negativos que te imagines?
Y la segunda pregunta es: ¿de verdad pasó de un día para el otro? ¿No es algo que siempre estuvo ahí?
Para muchas personas la respuesta es sí, y han hecho parodias y mash-ups apuntando a esa línea de pensamiento retrógrado que va engarzando sus diferentes obras.
Para mí la respuesta también es sí y también me he dado cuenta de que, incluso mientras revolucionaba Daredevil y oscurecía (para bien) a Batman, iba dando muestras de su pobre filosofía y su forma de ver la vida en blanco y negro, lo que queda bien en el comic (y le quedó muy bien en el arte de Sin City) pero no sirve para la vida.
¿Entonces, qué pasó con Frank Miller?
Nada. Frank Miller sigue siendo Fran Miller, pero nos pasó, sí, algo a los lectores: maduramos, evolucionamos, dejamos de creer que el mundo se arregla a las trompadas y que el que tiene el arma más grande se torna inmediatamente el bueno porque el bueno es el que gana, sin ninguna otra consideración moral, mientras Frank Miller sigue adhiriendo a esa forma primitiva y yanki de ver la vida. Nosotros creíamos que era un artista, un autor que creaba un narrador y se valía de esa herramienta textual para contar su historia. Pero no. No había narrador, no había intermediario, quién estaba hablando era Frank Miller la persona, el ser humano, sin filtros, el tipo que cree que romper huesos es una buena forma de conseguir información y que destrozar a alguien a golpes es un acto heroico.
Ya con 300 venía ladeándose para el costado erróneo, y con su historia acerca de un superhéroe que mataba a Bin Laden había derrapado (extrañamente, la historia de Warren Ellis de un superhéroe matando a George W. Bush no me jodió para nada), pero ahora, con sus comentarios acerca de los indignados, se terminó de ir al carajo. Y es porque no lo entiende, porque enfrentarse a un fenómeno de ese tipo desnuda su incapacidad intelectual y su bajeza como persona. Creo que Alan Moore dio en el clavo cuando comentó que el problema de Miller con los indignados (occupy, como les dicen en inglés) es que se trata de un movimiento pacífico y él, Miller, no tolera nada que sea pacífico, que no se justifique tras el único (y falaz) justificativo de la fuerza bruta.
Es una lástima.
Creo que si hoy releyera el Dark Knight me seguiría gustando. Hace poco releí Batman: Año Uno y sigue siendo poderoso. Daerdevil: Born Again es muy buena, más allá de una que otra incoherencia. Pero ya veo en mi estantería la colección completa de Sin City y me pregunto si no me convendría hacerla plata, y me he cruzado con tomos de la BoME de Daredevil baratos y no los he comprado porque pienso “Es Frank Miller” y eso me tira atrás, cuando hace unos años hubiera exclamado “¡Es Frank Miller!” y tarjeteado lo que fuera por una obra suya.
Los grandes caen. Byrne, Chaykin, Giffen, varios, muchos, casi todos, pero creo que ninguno de forma tan indigna como Miller. A los otros se les puede haber gastado el talento, a él se le gastó el alma y la reemplazó con slogans de esa derecha religiosa acerca de la cual cantaban Los Violadores.
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