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Moyano presidente del PJ de Buenos Aires
¿Qué pasó?
¿Vito Corleone no está afiliado?
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Más allá de chistes de dudoso gusto, con esto me terminé de dar cuenta de que no soy peronista. Tampoco soy radical o de la oposición. O soy apolítico o soy de Partido Humanista, una de dos.
Lo que jode es que ser adulto es estar en contacto con el mundo real mucho más tiempo del que a uno le gustaría y verse relacionado con el mundo real más profundamente de lo que a uno le gustaría (otra cosa que daría para el chiste de mal gusto). Y ahí ves cómo funcionan las cosas y te das cuenta de que no hay buenos y malos sino malos y malos o malos y peores. Y por lo general los peores tienen cargos políticos.
A la oposición ya más o menos le tengo las mañas. El otro día Fenna de la Maggiora decía en TVR que lo único que se dedican a hacer ahora es a destruir cualquier cosa buena que pueda salir del gobierno, y creo que ese es más o menos el chiste: son una fuerza destructiva y no se les cae una idea. Eso es malo. Ahora lo que resta ver es si el gobierno actual también es malo o es peor. Y ahí es donde la comparación te inmoviliza, porque para ser más o menos justo terminás diciendo que no, que no son peores, sino que son solamente igual de malos y todo queda en una especie de pugna entre dos fuerzas opuestas igualmente poderosas que no se resuelve ni tiene miras de resolverse.
Lo que no se puede negar es que este es el gobierno más peronista que ha habido desde Perón. Porque Menem no era peronista, era menemista, su gobierno no tenía un carajo que ver con lo que fueron los gobiernos de Perón, era el neoliberalismo en el poder, gobernaba para los ricos y los capitales extranjeros. Y mirá que yo, por lo que me contaba mi viejo, creía que la época de Perón había sido una especie de Edad de Oro, pero en cuanto leés un par de libros o leés entre líneas lo que recuerdan sus propios adherentes te das cuenta de los mecanismo internos: demagogia, autoritarismo, verticalismo, asistencialismo en lugar de trabajo genuino, una patota político-sindical en los lugares clave del gobierno, el discurso de que “o pensás cómo el general o sos un gorila vendepatria”, todo preparado para utilizar a las clases bajas no sólo como sustento a la hora de votar sino como arma en el cajón para amenazar a los enemigos: “dejáte de joder o te chumbo a los pobres”. ¡Es lo mismo que hoy! A este gobierno no le interesa crear trabajo genuino porque eso les quitaría su base de sustentación política y su fuerza de choque social, simplemente van a seguir poniendo parches y dando asistencia a cuentagotas para que, por un lado, ser pobre sea cada vez más rentable, así la gente pone su esperanza en sucesivas mejoras a cargo del estado en lugar de en perspectivas de un ascenso social real y, por otro, para que no haya personas que puedan ser calificadas como indigentes para que los números los hagan quedar bien del país hacia fuera. Esa es la razón de su competencia con la iglesia: ambas necesitan que los pobres sigan siendo pobres, que los desgraciados sigan siendo desgraciados y continúen aspirando a un bienestar “más allá” (en el tiempo o en otro plano de existencia) del cual ellos (el gobierno o la iglesia) guardan las llaves, a fin de que no mermen sus filas.
Y para colmo, como es mujer, la presidenta se come el viaje que ella es un combo de Perón y Evita dos en uno.
El dilema es quién queda una vez que se vaya esta artista de la victimización, el pase de factura y las autopalmaditas en la espalda. Las opciones hacen que el futuro se vea bastante negro y más de uno va a optar por lo malo conocido. Y lo peor es que es totalmente comprensible, sobre todo viendo como se marketinea como la única opción frente a los militares asesinos, los industriales opresores y la iglesia oscurantista. Porque ese el otro chiste: los Kirchner se buscan oposiciones en las que es imposible perder. Cualquiera es mejor persona que un militar del proceso, cualquiera tiene más conciencia social que un millonario capitalista, cualquiera tiene ideas más adelantadas que un obispo. Compararse con esa clase de personas es jugar a una ruleta con un solo número, es como pegarle a un bebé para quitarle un chupetín. Me hace acordar a cuando Kurt Vonegut dice que lo peor que le pasó a norteamérica fue enfrentarse a los nazis en la Segunda Guerra Mundial porque desde entonces, por comparación, todo lo que hacen les parece lo correcto por más que sea una cagada. Y es cierto. Comparado con un nazi cualquier hijo de puta es un santo, es una pelea con final cantado.
En el debate sobre el casamiento gay se vio de forma clara: cualquiera es más abierto de mente y más copado y más amante de la libertad de elección que la iglesia como un cuerpo que sigue ritos y presupuestos de hace dos mil años, ¿Qué sentido tiene aplaudir a la presidenta por eso? ¿Qué sentido tiene que ella se autoaplauda por eso?
Y en las próximas elecciones habrá que elegir entre ella, la gorda Carrió, Macri, de Narváez, Duhalde, Pino Solanas. Lo más cercano a eso es jugar a la ruleta rusa con las seis recámaras cargadas.
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PD: Para la próxima me queda una reflexión acerca de los medios de comunicación “independientes”.
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