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Ayer terminé de leer los 66 números publicados de The Walking Dead, en digital. Una lástima que no haya edición argentina. La editorial Thalos, que cultiva el género de horror y terror, podría conseguir los derechos y darnos una edición barata (total es en blanco y negro) para no tener que gastar fortunas en euros comprando la versión española. Espero que ellos o alguien más lo haga. Vale la pena.
Igual, no es una serie para todo el mundo. Cuando estaba leyendo los primeros números, la primera saga, digamos, la que está dibujada por Tony Moore, pensaba que podía conseguir una edición traducida y dársela a mi mujer para que por fin leyera un buen comic y entendiera por qué carajo pasé los último 17 años de mi vida (y voy a pasar los que me queden, supongo) comprando cada cosa con dibujos y diálogos que encuentro. Pero después me di cuenta de que no era conveniente. Todo lo contrario. Pero no por las razones normales o comunes.
Me explico: lo normal es que los mejores comics no sean comprendidos por los neófitos porque son metarreferenciales, son comics que, si no hablan del comic como forma de arte, al menos sí son un comentario sobre un género (los superhéroes casi siempre) o sobre historias determinadas, o sobre etapas de la historia del comic (la Golden Age, la Silver Age, la época del grimm & gritty)... son comics para iniciados, son comics “esotéricos” desde algún punto de vista.
No podés ir de paracaidista y caer en Watchmen o en Planetary o Promethea y captar todo su significado. Ni siquiera en Authority, que es como un cambio de paradigma y por lo tanto no se entiende por completo si no se lo compara con el paradigma que supera. Pasa casi lo mismo que con la sátira: si no sabés de qué se están riendo te perdés más de la mitad del chiste.
En otros comics, como Preacher o Transmetropolitan, no es tan difícil meterse porque hablan de temas como la fe, la religión, la política, la opinión pública, que nos son más o menos comunes y conocidos a todos, pero lo que los hace ser buenos comics es que las historias no se frenan por miedo a herir la sensibilidad del lector... en buen cristiano, que tienen sexo, violencia y puteadas en la medida de lo necesario para que la trama que se arma y el mundo que se pinta sean creíbles. Y acá es donde volvemos a The walking dead: el mundo que pinta la serie es un mundo donde la civilización ha caído, donde la moral ha caído y donde lo mejor para sobrevivir es animalizarse y/o volverte loco. Visto así, y siendo totalmente coherente con su propia premisa, las cosas que Robert Kirkman le hace a sus personajes y lo que sus personajes se hacen entre sí, distan de ser agradables.
Pero para mí eso igual es bello.
La trama está tan bien armada, las situaciones son tan lógicas dentro del mundo en que se mueve esa gente “de mentira” pero que se sienten como si respiraran de lo bien escritas que están, las sorpresas son de verdad tan sorprendentes (y eso es lo más destacable, creo, que después de 66 números todavía no le haya leído las mañas, los tics, y no sepa para dónde va a arrancar), que la sensación general que me queda de la serie es la belleza de la perfección, la belleza de la coherencia.
Y eso no es fácil de transmitir. No creo que mi mujer pueda verlo así. No creo que una persona que no sea un escritor o un lector activo y asiduo pueda verlo así.
Lo mismo me pasó con Cien años de soledad. Casi hasta el final pensaba “¡Qué buen libro!, se lo voy a dar a mi mujer para que lo lea”, pero al final me arrepentí porque termina como la mierda desde el punto de vista de alguien para quien las cosas sólo valen si son lindas y sólo son lindas si acaban bien. La mayoría de la gente tiene ese culto enfermo al final feliz. Para ese tipo de lector o espectador, si la película o el libro no termina con dos personas besándose en un aeropuerto, es básicamente una mierda.
Desgraciadamente para ellos, no es así. Es casi exactamente lo contrario.
La belleza no depende del final feliz, de que las cosas salgan “bien”. La belleza está en la estructura, en la coherencia, en el armado concienzudo y perfecto de un mundo creíble, con reglas propias, donde las cosas no pasen porque sí, donde las consecuencias existan.
Pero, como suelo decir, siempre cabe la posibilidad de que yo esté totalmente equivocado.
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PD: Ahora empiezo a leer Invincible, la otra gran serie de Kirkman, según las únicas críticas que respeto, que son las de otros fans comiqueros... pero eso da para otro post.
Igual, no es una serie para todo el mundo. Cuando estaba leyendo los primeros números, la primera saga, digamos, la que está dibujada por Tony Moore, pensaba que podía conseguir una edición traducida y dársela a mi mujer para que por fin leyera un buen comic y entendiera por qué carajo pasé los último 17 años de mi vida (y voy a pasar los que me queden, supongo) comprando cada cosa con dibujos y diálogos que encuentro. Pero después me di cuenta de que no era conveniente. Todo lo contrario. Pero no por las razones normales o comunes.
Me explico: lo normal es que los mejores comics no sean comprendidos por los neófitos porque son metarreferenciales, son comics que, si no hablan del comic como forma de arte, al menos sí son un comentario sobre un género (los superhéroes casi siempre) o sobre historias determinadas, o sobre etapas de la historia del comic (la Golden Age, la Silver Age, la época del grimm & gritty)... son comics para iniciados, son comics “esotéricos” desde algún punto de vista.
No podés ir de paracaidista y caer en Watchmen o en Planetary o Promethea y captar todo su significado. Ni siquiera en Authority, que es como un cambio de paradigma y por lo tanto no se entiende por completo si no se lo compara con el paradigma que supera. Pasa casi lo mismo que con la sátira: si no sabés de qué se están riendo te perdés más de la mitad del chiste.
En otros comics, como Preacher o Transmetropolitan, no es tan difícil meterse porque hablan de temas como la fe, la religión, la política, la opinión pública, que nos son más o menos comunes y conocidos a todos, pero lo que los hace ser buenos comics es que las historias no se frenan por miedo a herir la sensibilidad del lector... en buen cristiano, que tienen sexo, violencia y puteadas en la medida de lo necesario para que la trama que se arma y el mundo que se pinta sean creíbles. Y acá es donde volvemos a The walking dead: el mundo que pinta la serie es un mundo donde la civilización ha caído, donde la moral ha caído y donde lo mejor para sobrevivir es animalizarse y/o volverte loco. Visto así, y siendo totalmente coherente con su propia premisa, las cosas que Robert Kirkman le hace a sus personajes y lo que sus personajes se hacen entre sí, distan de ser agradables.
Pero para mí eso igual es bello.
La trama está tan bien armada, las situaciones son tan lógicas dentro del mundo en que se mueve esa gente “de mentira” pero que se sienten como si respiraran de lo bien escritas que están, las sorpresas son de verdad tan sorprendentes (y eso es lo más destacable, creo, que después de 66 números todavía no le haya leído las mañas, los tics, y no sepa para dónde va a arrancar), que la sensación general que me queda de la serie es la belleza de la perfección, la belleza de la coherencia.
Y eso no es fácil de transmitir. No creo que mi mujer pueda verlo así. No creo que una persona que no sea un escritor o un lector activo y asiduo pueda verlo así.
Lo mismo me pasó con Cien años de soledad. Casi hasta el final pensaba “¡Qué buen libro!, se lo voy a dar a mi mujer para que lo lea”, pero al final me arrepentí porque termina como la mierda desde el punto de vista de alguien para quien las cosas sólo valen si son lindas y sólo son lindas si acaban bien. La mayoría de la gente tiene ese culto enfermo al final feliz. Para ese tipo de lector o espectador, si la película o el libro no termina con dos personas besándose en un aeropuerto, es básicamente una mierda.
Desgraciadamente para ellos, no es así. Es casi exactamente lo contrario.
La belleza no depende del final feliz, de que las cosas salgan “bien”. La belleza está en la estructura, en la coherencia, en el armado concienzudo y perfecto de un mundo creíble, con reglas propias, donde las cosas no pasen porque sí, donde las consecuencias existan.
Pero, como suelo decir, siempre cabe la posibilidad de que yo esté totalmente equivocado.
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PD: Ahora empiezo a leer Invincible, la otra gran serie de Kirkman, según las únicas críticas que respeto, que son las de otros fans comiqueros... pero eso da para otro post.
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