Sunday, January 01, 2012

¿Por qué existe el gore?


La noche del sábado fue la primera vez en la vida, a mis 33 años, que una película me hace vomitar de asco. Se trataba de 30 dias de noche: Días oscuros, una secuela. La primera parte me gustó, por varias razones. No suelo mirar películas de terror (o de horror o lo que sea), prefiero las tramas imaginativas a las vísceras de plástico o vísceras de animal metidas dentro de un maniquí, pero miré 30 días de noche porque es raro que deje pasar una película basada en un comic, aunque me haya comido chascos gigantescos como La Liga Extraordinaria, Elektra o Blade Trinity (podría hacer un Top Five de malas adaptaciones de historietas, pero ¿para qué darle más de comer a quienes dicen que los comics son puras boludeces sin sentido?). 30 días de noche, la original, tiene varias cosas rescatables: la ambientación, una marcada sensación de peligro (como todos los personajes empiezan de cero y es una película coral nadie está seguro, no sabés quién puede morir y quién se salva hasta el final), y sobre todo la forma en que presentan a los vampiros, no tanto como humanos un poco diferentes, afectados y decadentes a la Ann Rice, como aristócratas soberbios o como seres superiores que ven a los humanos como ganado, sino que en 30 días de noche los vampiros son animales violentos que se alimentan de personas y no atienden a razones, punto; y me parece que es una buena forma de presentarlos, me parece que si de verdad existieran los vampiros serían así.
Pero se sabe que las secuelas suelen ir a más en todo sin que eso tenga a veces el menor sentido y, por ejemplo, en 30 días de noche: Días oscuros, hay más víctimas, más gente (porque está ambientada en una gran ciudad y no en un pueblito de Alaska como la primera), más vampiros, más malos (porque no sólo hay que cuidarse de los vampiros sino de humanos que los sirven y hacen cualquier cosa para conseguir ser inmortales), más sangre y más guarradas en general. Y lo peor es que la buena caracterización de los vampiros se va al carajo porque tienen una reina que piensa, planea, es inteligente y calculadora, algo así como una abeja reina pero de los vampiros. O sea que, como suele pasar demasiado seguido, la segunda parte se regodea en tirar abajo uno a uno todos los aciertos de la primera.
Pero vamos al vómito.
Como les decía, en esta secuela los vampiros tienen esbirros humanos que quieren ser vampirizados a fin de vivir para siempre. Uno de ellos es un agente del FBI con cáncer terminal, o al menos eso es lo que se da a entender en lo que vi de la película. La reina vampiro le pone una prueba a este buen hombre, para averiguar qué tanto desea ser un vampiro, y héte aquí que le ordena morder y desangrar a una prisionera (porque en este secuela los vampiros, que en la original eran animales irracionales que cazaban en manada y arrasaban con todo, toman prisioneros). En ese instante, cuando el agente del FBI se apresta a morder, mi mujer dice “¿Pero cómo, sin dientes?”, que era lo mismo que estaba pensando yo. O sea, los vampiros tienen los colmillos desarrollados que les permiten dejar esas dos vistosas marcas en el cuello o las muñecas de sus víctimas (nunca vi un vampiro mordiendo la arteria femoral, que es la más gruesa del cuerpo... aunque tal vez en alguna parodia triple-X lo hayan hecho y no me enteré), y el agente del FBI era un humano sin esas mejoras degustativas. Abreviando: el tipo mordió el cuello de la víctima con sus dientes humanos y tuvo que tirar de la piel del cuello unos diez centímetros hasta romper la susodicha piel. Y después tuvo que morder la carne varias veces hasta llegar a la arteria, y morder y tironear de la arteria para hacer salir la sangre.
(Mientras escribo esto tengo el cuello rígido y ladeado por la impresión, para que sepan que esa imagen de hombre recio y curtido es sólo una pose.)
Incluso en esa secuencia la sangre es de otro tenor, es oscura y espesa, cuando las veces en las que había aparecido sangre anteriormente en la película parecía vino diluido con soda, no tenía ni un color ni una consistencia verosímil.
Como sea, yo venía de cenar bien, tomar una cervecita, comer helado, y en esa parte se me revolvió el estómago. Me paré, di una vuelta por la cocina, y cuando volví a sentarme había otra escena asquerosa (le tiraban sangre en la boca a un vampiro muerto momificado que de a poco iba regenerando su carne, que pasaba de marrón a roja, y cobraba vida de nuevo... o eso me pareció en el segundo en que lo vi), y ahí ya no aguanté más y caminé al baño, con un aplomo digno de un dandy inglés, para vaciar el contenido de mi tracto digestivo.
Y esa experiencia me hizo dar cuenta de que no sólo me produce asco ese tipo de películas sino el gore en general, también en historietas. Y el gore está de moda, si tenemos en cuenta las varias publicaciones que tienen en el mercado en este momento algunas editoriales independientes norteamericanas: Image, Dark Horse, pero sobre todo Avatar, que es como la B de las editoriales yankis, donde tipos más o menos conocidos (o autorazos por derecho propio) llevan las ideas que les rechazan en otras editoriales por zarpadas.
Creo que la peor serie de gore en Avatar (y la peor en general) es Crossed, empezada por Garth Ennis en una miniserie y seguida por David Lapham en otras más. No se trata de zombies (que son la vedette del gore) sino de seres humanos que han perdido todas las inhibiciones y las taras morales por algún tipo de infección que les deja una cruz en la cara excavada en carne viva, y se dedican a hacer guarradas a diestra y siniestra sin el menor sentido, sin nada que lo justifique salvo la excusa argumental y las ganas de escribir y dibujas asquerosidad tras asquerosidad, vejación tras vejación, matando, desmembrando, torturando y violando a todo ser humano no infectado que se les cruce, y no en etapas sino todo al mismo tiempo.
Pasa más o menos lo mismo que con 30 días de noche: Días oscuros; lo más jodido no es en sí lo que pasa sino el hecho de que lo hagan personas, seres humanos, no vampiros ni zombies; supongo que de ahí viene la mayor sensibilidad y el mayor asco. O será de que de nuevo tengo a mi lado femenino y/o a mi niño interior demasiado activos.
Tenía pensado poner al menos las portadas para ilustrar el post, o alguna página del comic, pero no le veo la gracia. Si quieren ver de qué se trata, busquen imágenes en Google o descarguen un comic de Filestube y listo (o de Taringa, que también deben estar las miniseries recopiladas).
Lo que quiero decir es que a este género no le veo el sentido. Y eso que yo estoy de acuerdo con que todo tiene que tener su lugar en la expresión artística, que no hay componente de la realidad o idea o concepto o posibilidad que deba ser dejada de lado por ningún prurito del autor porque eso sería autocensura o ceder al qué dirán. Pero con el gore se me queman los papeles porque no creo que merezca siquiera la categoría de arte. Y acá entra lo que cada uno de nosotros opina qué es y qué debe ser el arte.
Según mi opinión (y tengo varias, así que no me puedo ni imaginar la cantidad de opiniones al respecto que habrán en total, en todo el mundo y a lo largo de la historia), el arte se trata principalmente de belleza, armonía, novedad y precisión. Pero con eso me estoy yendo de tema y me explayaré después. Creo que lo principal en el arte es producir algo nuevo (o todo lo nuevo que sea posible), que apunte a provocar una respuesta estética (generalmente de belleza y armonía, en literatura, por ejemplo, la belleza de la prosa y la armonía de la trama como un todo coherente y direccionado) y que lleve consigo un mensaje (el mejor de todos, para mí, el más válido, no es el mensaje en forma de respuesta sino en forma de pregunta). Pero el gore es vacío, no transmite nada más que el asco. Si ese asco llevara a una pregunta o a un reflexión, sería un vehículo a tener en cuenta, pero el asco por el asco mismo me parece que no lo es. Una serie que utiliza algo de gore pero que genera un mensaje es The walking dead, pero el gore, la plaga zombie, es ahí el marco, no lo principal, y los temas que se tratan hacen de esa serie un drama humano, no un comic de muertos vivos y nada más.
Si no hay nada de eso en una obra, y bajando al mínimo posible las expectativas, el arte debería provocar por lo menos entusiasmo, exclamar “¡qué buen tema!” o “¡qué buena película!”, por más que sea entretenimiento, que sea un tema pop descerebrado o un mega hit pochoclero. Pero no me imagino a nadie (a nadie que esté medianamente bien de la cabeza) pensando “¡qué copado lo que está pasando!”, “¡qué buen comic!”, “¡qué buena idea se le ocurrió a este tipo!” mientras ve una escena donde aparece una orgía de violaciones y descuartizamientos simultáneos dentro de una piscina llena de sangre (y ese sí es un ejemplo sacado de una escena de Crossed, y agradezcan que no digo de dónde o de quiénes sale la sangre).
La otra opción para justificarlo sería la katharsis. Esa ya es más peliaguda de refutar. Según Aristóteles, la katharsis es el acto de purificar mediante el arte, en su caso el teatro, los humores malignos, donde el público pueda sentir compasión y miedo, ver realizadas sus bajas pasiones y ver cómo esos desenfrenos llevan a un merecido castigo sin sufrir ese castigo. Pero tampoco cuela porque, vuelvo a decir, sólo un enfermo mental puede tener pasiones con ese grado de bajeza o violencia. Todos hemos fantaseado con hacer alguna barbaridad, pero con cierto límite, dentro de ciertos parámetros, y nunca gratuitamente, creo. Me parece que las personas normales fantaseamos sobre venganzas por afrentas que nos han proferido o sobre hacer desaparecer a algún rival sentimental, pero no creo que nadie pretenda mutilar o torturar a una persona que no le haya hecho nada, que no represente un peligro o un obstáculo; dudo que un ser humano más o menos normal quiera hacerle daño de forma gratuita a otro, menos aún por placer.
Buscando un poco en internet me enteré de que también existe el ultra-gore, que es un género cultivado por algunos enfermos escandinavos, y solamente de leer los argumentos y ver algunas fotos se me revolvió un poco el estómago de nuevo; pero me sirvió para dimensionar el prefijo “ultra” como “lo que se pasa de X”, “lo que es tan X que se termina yendo al carajo” (o sea que un político ultra-K es “uno que se pasa de K” o “uno que de tan K se termina yendo al carajo”, lo que para nuestros padres era ser “más papista que el Papa”, si me perdonan la mayúscula).
Ahora, es super cabeza que un género sea ultra-algo, como si existieran las comedias ultra-románticas o las películas de ultra-acción, aunque creo que las de Michael Bay y algunas de Bollywood son precisamente eso. Quedaría bien en los posters: “Transformers 4: Una película que se pasa de acción... Una película que de tanta acción se termina yendo al carajo”. Puede andar.


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