Monday, June 05, 2023

Gaia - cuento - CFC


GAIA

Entonces hicieron despertar a Gaia. Y Gaia despertó malhumorada.

La Guerra Definitiva, con su destrucción masiva, botones rojos desplegando cabezas nucleares de un continente a otro, venía preparándose desde hacía tanto tiempo que Gaia interpretaba las bravatas de los líderes mundiales como una diversión malsana, un chiste grosero repetido de boca en boca para escandalizar. Nada de qué preocuparse. Pero cuando los misiles realmente despegaron y alcanzaron la órbita baja preparando su inminente detonación al otro lado del mundo, sobre la misma piel de Gaia, el chiste perdió toda gracia.

Entonces Gaia despertó como un niño con náuseas, sobresaltada y febril.

El respingo al verse expulsada de su sueño, un movimiento brusco destinado a hurtarle el enorme cuerpo planetario a los cohetes cargados con minerales radioactivos, provocó que un tercio de la humanidad muriera aplastada bajo el peso de la atmósfera, multiplicado a la enésima por la aceleración que ganó el planeta en su reflejo de autoconservación. Gaia se revolvió como un animal amenazado y los parásitos sobre su corteza no soportaron el furor ciego del espasmo defensivo. Los más afortunados fueron reducidos instantáneamente a un manchón rojizo, óleo carnal de sangre y huesos que coloreó Asia, India y Oceanía. Bajo las ladera de los montes, violentas avalanchas sepultaron ciudades enteras. Grandes masas de agua dejaron desnudas las simas abisales y se desplazaron sobre los continentes, en un movimiento que podía verse desde el espacio como si Gaia fuese una naranja cuya superficie se cubriera en segundos por una aureola de moho. En los lechos marinos ahora desecados, libres de la acción refrigerante del agua, volcanes recobraron su libertad y, cuando el espasmo llegó a su fin y el magma continuó su recorrido por inercia, dejaron brotar toneladas de lava con incandescencia de oro ardiente.

Edificios, casas, monumentos, tallos de árboles resistentes que no se partieron debido al golpe gravitacional, se introdujeron en la tierra; portentosos botones apretados por un dedo gigantesco, furioso e invisible, reliquias subterráneas enterradas para un futuro posible.

En el hemisferio opuesto la gravedad fue anulada. Personas y objetos, arrancados del suelo, despegaron como balas hacia el infinito. Miles de hombres, mujeres y niños se internaron en el espacio y murieron al instante a causa del frío y la asfixia. Otros miles alcanzaron la órbita superior, donde aún giran: satélites a la deriva. La mayoría, millones, se elevaron a grandes alturas para volver a ganar peso y precipitarse sobre Gaia cuando ella se detuvo. También ascendieron el agua de los océanos, el polvo de la superficie, la nieve de las altas cumbres, disgregados en moléculas, volatilizados. Quedaron ahí, suspendidos, durante mucho tiempo, irisando el horizonte: incontables cristales refractantes que crearon un polo norte artificial y extendido, en un estado de permanente aurora boreal.

Los misiles explotaron en el vacío. Su resplandor iluminó por completo el continente americano.

Gaia espera no observar nunca más tan bello espectáculo.


Wednesday, May 31, 2023

Más allá - cuento - CFC


 

MAS ALLÁ


Hubo un crash.

Hubo un silencio atronador, mucho más penetrante que cualquier estallido.

Hubo una larga espera, un cuadro congelado por el botón de pausa, una porción de tiempo rodeada de espuma gelatinosa de nada batida y congelada. Algo así como espuma de carnaval de nada. Estaba dentro de un tarro de espuma de nada concentrada y alguien la agitaba antes de usar. Alguien caminaba con sus pies y comía con su boca, llenaba su barriga y la vaciaba a intervalos semirregulares. Alguien que no era él.

A veces lograba filtrarse y salir a flote un poco, en gestos o miradas. Reconocía una cara o provocaba un comentario y algunas personas querían creer entonces que era él de nuevo quien ocupaba su cuerpo. Pero no. Era un desconocido. Y todos, incluido el mismo usurpador, sabían que alguien ahora ausente había habitado anteriormente esos metros de carne y piel, pero sin embrago el nuevo inquilino utilizaba ese cuerpo desierto y lo llamaban por el nombre de aquel desaparecido que permanecía flotando en la nada y siendo tan parte de ella que no sabía discernir dónde acababa el no-ser y comenzaba él, o siquiera si eran realmente algo distinto.

Era desesperante.

El nuevo no sabía a quién suplantaba. Si, había escuchado todo acerca de su madre y sus hermanos, su familia, su trabajo y su reputación, pero en realidad no sabía. Y si lo sabía, no lo entendía. Y si lo entendía, no lo sentía realmente.

Así pasaron días y semanas asfixiantes.

Y otro crash entonces. No un choque, no otro accidente. Algo más parecido a una implosión que a una explosión. El final de los principios y el principio final. “La Gran retribución”, escrito en una marquesina gigante con letras de neón cegadoras.

Y entonces el infierno.

Pero no se percibían demonios ni ríos de sangre ni el lugar estaba teñido de rojo ni la temperatura era exageradamente elevada. Es más, no existía allí tal cosa llamada temperatura. No hacía calor ni frío ni estaba templado. No había aire que pudiese transmitir tal cosa llamada temperatura. No había cielo al cual mirar ni tierra que pisar. No había sonido ni luz propagándose en ninguna dirección. Y sin embargo la nada en la que se encontraba no se parecía en absoluto a la nada de la cual procedía.

Segundos estáticos o años en cámara rápida, corriendo como hormigas negras desbocadas, ¿quién podría saber qué era lo que ahí transcurría?

Él no, por supuesto. La travesía en la cual se encontraba embarcado no respetaba un itinerario que conociera. Nadie le había advertido hacia dónde iba ni cuanto tiempo tardaría en arribar ahí.

Si acaso la noción de tiempo se aplicaba en su trance.

Si acaso el viaje algún día llegaría a una meta final

De cualquier forma, esperar-y-no-desesperar parecía ser la consigna del día.

Imprevistamente, en un determinado segundo del tiempo, una puerta intangible se abrió y él, no por casualidad, se encontraba ubicado precisamente en su umbral. No debió hacer ningún esfuerzo ni desplazar alguna de sus dos piernas para alcanzar el terreno que se desplegaba al otro lado, dentro. Inmediatamente estuvo dentro. Pero dentro de qué no lo sabía.

Nada de carteles indicadores. Mucho menos un recibimiento a la usanza fílmica hawaiana: ni coronas floridas de colores chillones, ni tostadas mujeres de ojos rasgados -enfundadas en hojas de palmera- meneando los brazos al ritmo de los tambores. Ni una disculpa. Ni siquiera el anfitrión de “La isla de la fantasía” –su programa favorito- pidiéndole mil perdones por haberlo dejado una fracción de eternidad esperando fuera del tiempo y el espacio mientras las refacciones y la mudanza acababan, porque, después de todo, ¿qué le significaba esperar un día o una veintena de eones a alguien que había ingresado ya como habitante de pleno derecho a la Eternidad con mayúscula y con todas las letras?

No pasó mucho tiempo desde su llegada hasta el momento en que su paciencia protagonizó otro crash. Idéntico o mayor en magnitud a los anteriores.

Una vez descubiertos los pocos secretos del lugar era fácil entrever la realidad y él no era del todo tonto, por lo cual si bien tardó un tiempo, digamos, prudencial en pasar de la sorpresa a la indignación, fue un tiempo menor al que desperdició esperando, limpiándose parsimoniosamente los pies en el felpudo mullido de la nada, antes de entrar. Y una vez consciente del secreto, no pudo sino estallar en blasfemias e imprecaciones. Y en intentos de asesinato, por supuesto.

Pero las antiguas reglas ya no se aplicaban y las nuevas reglas no lo favorecían.

Sí, podía convocar a sus manos cualquier objeto que imaginara y, sí, todos los objetos tenían para él la indiscutible apariencia de algo sólido y contundente, pero ¿quién podía decirle si él mismo era en realidad algo sólido y contundente?

Nadie, por supuesto.

Nadie que se encontrara en su misma situación, al menos.

A lo mejor el jefe, el mandamás, de existir tal cosa, pero ningún otro. Porque quienes habían accedido a esa segunda vida de la cual él, entre comillas, “gozaba”, sabían tanto o menos que él sobre las posibilidades e imposibilidades de su nuevo hábitat. Todos concordaban en que allí la imaginación primaba en poderío, en que el falso “Querer-Es-Poder” de la vida terrenal que antes había conocido tenía allí plena y real vigencia como norma directriz. Al menos en lo que al querer-tener se refería. El querer-hacer ya era otro tema.

Y lo único que él quería hacer todo el tiempo se resumía en cinco armoniosas letras: m-a-t-a-r. Y eso, a juzgar por sus infructuosos e irrisorios intentos, era: i-m-p-o-s-i-b-l-e.

Varias veces había atacado a una de tantas ancianas, tan etéreas o tan reales como él mismo, con un cuchillo preciosamente afilado que había madurado por horas perfeccionándose en su imaginar, pero todo resultaba de la manera más enervante. El filo cortaba sólo el éter o atravesaba a la anciana sin herirla, como si la mujer y el arma pertenecieran a planos terriblemente cercanos y al mismo tiempo intocables entre sí, lo que lo hacía enloquecer aun más. Y máxime cuando la señora –muy educada ella- lo saludaba con una sonrisa estudiada, de abuela en día de visita al geriátrico, y mirándolo como a un nieto díscolo pero adorable se sentaba en un banco antes inexistente alrededor de una flamante mesa colmada de tazas, infusiones y confituras en compañía de otras ancianas adorables para jugar al rummy con mazos de cartas que aparecían de improviso y, a diferencia del cuchillo, daban la impresión de compartir la existencia de las mujeres plenamente, ya que las cartas viajaban de mano en mano sin ninguna dificultad.

La rabia crecía en su interior como una enredadera furiosa que aprisionaba su garganta, sus ojos y su cerebro, y no dejaba filtrar desde sus pensamientos más que unos pocos insultos inflamados de odio. Creciendo todo con el paso del tiempo. Alimentándose la enredadera con cada acto, con cada imposibilidad de actuar a placer, de abrir heridas, de quebrar vértebras, de observar en ojos desorbitados pupilas perdidas y a la deriva. De sentirse vivo quitando vidas.

Y un día, un milagro, una aparición.

Lo miró con ojos escépticos pero a pesar de ello el gozo subía escalando su garganta hasta llegar a la boca y tensar sus labios en una sonrisa. Avanzó hacia él contando los pasos. Lo vio de pie, tal y como lo había imaginado, como lo había admirado en litografías de época o en rudimentarios identy-kits victorianos.

Su prócer. Su héroe.

-¿Jack...?- preguntó tímidamente.

Y, sí, era Jack. “El” Jack. El único, verdadero, inconfundible e irrepetible Jack. Alias El Destripador. Alias el Demonio de la Inglaterra Victoriana. Alias El Liberador de Prostitutas Sonámbulas.

Era Jack, sin lugar a dudas. Lo delataba su altura inusitada, el cabello renegrido que poblaba los lados de su cara formando espesas patillas hirsutas, su perversa nariz aguileña, la expresión torcida de su boca repleta de crueles dientes los cuales formaban una cruel sonrisa que avanzaba implacable en su boca ávida, los ojos desorbitados de demente peligroso. También se lo podía reconocer por su parco traje negro y el sombrero de copa que se desplomaba sobre su cabeza manteniendo siempre el ala paralela al piso como por obra de un encantamiento. Y si todo aquello no era suficiente, tal vez serviría de índice el ostensible cuchillo ensangrentado que enarbolaba su mano derecha como continuación natural.

-¿Qué tal caballero? Es un sincero gusto que a uno lo reconozcan por estos lares y en éstos tiempos. ¿Es usted acaso un congénere, un condiscípulo?

-Podría decirse, pero soy mucho más un sincero admirador de su obra. Yo nunca he llegado siquiera a rozar los elevados niveles artísticos que alcanzó usted, y si lo hice fue gracias a su ejemplo. Usted es un prócer.

-Bah! Nada de eso. La teoría del caos, mi amigo. Alguien tenía que hacerlo y me tocó a mí, nada más. No soy nada fuera de lo común, como yo lo hice pudo haber sobresalido otro. Y le aseguro que en mis años de vida trascender era algo por demás fácil. Una pequeña crueldad y ponían el grito en el cielo. Juzgue usted.

Es cierto que muchas veces había soñado esto: un encuentro cara a cara con Jack. Pero algo le molestaba y tardó pocos segundos en darse cuenta de qué era aquello.

En sus imaginerías el encuentro tenía lugar en un oscuro y rancio antro, en alguna taberna húmeda con barriles de licor como único mobiliario, sentados los dos ante una mesa marrón sobre un fondo negro de noche decimonónica. Hablarían durante horas despachando uno o dos litros de vino espeso y agrio, bebida de hombres inmisericordes como ellos. O tal vez se conocerían bajo la mortecina luz de un farol, parados lo dos con ojos repletos de negra desconfianza, una mano en el bolsillo aprestando el puñal que buscaría el cuello del interlocutor a la menor duda, pisando grises adoquines húmedos por la garúa perenne de las noches inglesas.

Había varios escenarios posibles en sus fantasías, pero definitivamente no había cruzado nunca por la sinapsis de sus neuronas la posibilidad de charlar con tan ilustre prócer bajo nubes sonrosadas y rodeado por viejitas adictas a los juegos de azar, en el marco de una amable nada que remedaba el abúlico paraíso de una mente podrida por sobredosis de programas infantiles.

El latigazo de una idea golpeó su sien. Comenzó a pensar que si algo llamado tiempo ocurría en el martirizante lugar en el que pasaba el último segmento de su –llamémosla así- vida, tal vez ese tiempo tenía alguna relación con el tiempo real, lo que significaría que Jack había llegado antes que él allí y tal vez, sólo tal vez, sabía qué demonios era lo que pasaba.

-No. Yo tampoco lo entiendo del todo- pronunció el caballero inglés respondiendo a una pregunta que todavía no se había formulado. –No crea que es magia ni telepatía, simplemente todos preguntan lo mismo y ésta que le doy es la única respuesta que tengo para ofrecerle. No sé por qué el gran hombre nos trajo a éste horrible sitio brillante. El anterior nos gustaba más a casi todos... aunque, pensándolo bien, debe haber sido precisamente por eso.

-¿Qué otro sitio?

-El otro. El anterior. ¿Usted no lo conoció acaso?... El original.

-...

-El sitio sofocante y rojo. El lugar en el que vivíamos antes los de nuestra clase.

-...

-¿Usted no lo conoció?

-No. Pasé mucho tiempo solo, rodeado de... de nada, antes de aparecer acá.

-Entiendo. Llegó en el momento de la mudanza seguramente. Déjeme decirle que aquello era la gloria. Un lugar impúdicamente monstruoso, delicioso en su sanguinolenta libertad. Cada uno de nosotros se ocupaba de dar la bienvenida a los recién llegados, de mostrarles el lugar y llevar a cabo el castigo que les correspondía. Primaba la ley de la selva, por supuesto. Ejercitábamos la crueldad con los débiles. Había castigadores asignados, así es, pero nosotros teníamos la vocación y el sentido del arte del que esas gárgolas desfasadas carecían.

-¿Gárgolas desfasadas?... ¿Quiere decir, demonios?

-Si quiere llamarlos así. Para mí eran sólo unos oficinistas, no demostraban pasión por el trabajo ni aspiración a lo sublime. Eran patéticos.

-¿Y cuánto tiempo estuvo usted en ese lugar?

-Tiempo, tiempo... Se nota que usted ha llegado hace poco, por decirlo de alguna manera. Aquí no existe el tiempo, no existe el hace poco ni el hace mucho, aunque yo llegué aquí primero que usted y de eso no cabe duda. No me haga pensarlo. Me duele la cabeza y ya estoy cansado de ese tema en particular. Y usted verá que aquí no hay forma de sacudirse el stress. Y si lo esperanza la sangre en mi cuchillo, perdóneme que le confiese que es falsa. Yo hice aparecer el arma con la hoja cubierta de sangre. Es un placebo infame, pero la necesidad... ya sabe amigo.

-...

-Veo que no me comprende. Usted piensa como lo hacíamos todos antes de morir aquella vida, razonando a través de dualidades irreconciliables. Así es como piensa el gran hombre y por esa coincidencia se dice que nos creó a imagen y semejanza suya. El que compartimos es un parecido mental, de esquemas de pensamiento. Para él es todo blanco o negro, por eso los sueños, en los cuales nos comunica siempre algo incomprensible por inabarcable, se sueñan en blanco y negro. Pero últimamente algo ha estado ocurriendo. Una retroalimentación, término que le he escuchado pronunciar a ciertos recién llegados. El gran hombre está copiando ideas del mundo material, y de allí obtuvo el concepto de la fusión, de los grises, de los términos medios, pero creo que sin entenderlo del todo, mecánicamente. Por eso mudó a los de nuestra clase del lugar antiguo a éste, que es también antiguo pero estaba destinado a otra calaña de gente... a la élite, vamos, usted me entiende.

-Entonces... es por eso. Yo esperaba otra cosa.

-Si. Esa otra cosa que esperaba existía. Lástima que no murió antes para conocerla. Era glorioso. Y usted hubiera sido seguramente uno de nosotros. Pero no vale la pena llorar por la leche derramada, como se dice. Ya algo pasará. El gran hombre siempre puede cambiar de idea, es su prerrogativa. Un economista me dijo en broma que la mudanza se debía a una reducción de presupuesto, que todo volvería a la normalidad cuando el gran hombre pudiese costear de nuevo el alquiler del lugar ardiente. Ojalá sea así. Muchos de los que estábamos allí ayudaríamos gustosos con algunas libras.

-...

-¿En que piensa, amigo?

-En que es gracioso. Esto es un infierno... usted me dice que es en realidad el cielo, pero pasar una eternidad... así... sin... asesinar... va a ser un infierno.

-Cálmese camarada. Si yo pude soportarlo, usted también puede. Además, piénselo, por el hecho de estar aquí debemos enorgullecernos de nuestra condición de seres humanos.

-¿Y eso por qué...?

-Porque si el creador comienza a robarle ideas a sus creaciones no estamos tan distanciados como antes. Significa que los hombres hemos elevado nuestro status en el esquema de las cosas... o que el creador ha caído terriblemente bajo.

Y así, con esa limosna de consuelo y la certeza de su condena, bajo la gloriosa luz de un mediodía eterno, comenzó el arduo trabajo de hacer a un lado la furia y conjurar a la resignación.


*

Friday, May 12, 2023

Elogio de la lentitud - cuento - CFC

 


ELOGIO DE LA LENTITUD


Tras el cataclismo, la humanidad sobrevivió en cuevas bajo tierra. Las cuevas se hicieron cada vez más anchas, intrincadas y profundas, hasta ramificarse en estas ciudades estratificadas que habitamos hoy; laberintos complejos, construidos sin planificación previa a causa de la urgencia y la necesidad de mantenerse en movimiento: por un lado, todo el tiempo nacían bebés que necesitaban nuevos espacios vitales y, por otro, las personas se volvían locas por el hacinamiento y el encierro subterráneo, necesitaban pensar en algo más que en la inmobilidad y la ausencia del sol, y la construcción continua paliaba ambos problemas. A menudo, se comenzaban obras en sectores alejados, destinadas a converger, pero al llegar al punto de encuentro las calles no estaban a la misma altura ni respetaban la misma inclinación: por eso abundan los escalones, desniveles, escotillas, puertas falsas, avenidas que parecen ir a un lugar lejano pero giran en U para emerger, tras una larga caminata, por una puerta ubicada a centímetros de la entrada.

Respiramos mal. Los metales de las plataformas se oxidan constantemente, por acción de la humedad y el calor de las profundidades, y gotean líquidos corrosivos. El nuestro pretendió ser un mundo gris-acero. El paso del tiempo lo ha transformado en marrón-óxido.

Sin la presencia del sol, obtenemos energía de pequeñas centrales hidroeléctricas, alimentadas por los débiles ríos subterráneos cercanos. Esa energía se utiliza para dar luz y calor a los jardines hidropónicos. La comida es mucho más necesaria que la comodidad, por eso se nos raciona la luz y, cuando los relojes marcan que sobre el planeta es de noche, cuando todos los departamentos y pasarelas están oscuros y son trampas temibles, cuando los niños lloran intentando ahogar en lágrimas su miedo a la oscuridad, podemos ver a lo lejos el nivel-jardín como una isla de brillo.

Hoy la oscuridad es el diablo y la idea que tenemos del paraíso es un destello fulgurante que nos contiene como un rayo más. La religión se ha adaptado a las nuevas circunstancias, aunque ciertas cosas se salieron de cauce o cobraron una relevancia que antes no tenían. Pocos lo sabemos. La mayoría de las personas toma todo con naturalidad, como si siempre hubiésemos vivido así y hecho las cosas de la misma manera aunque es obvio que todo cambió, que una vez vivimos en la superficie, bajo la luz directa del sol, donde nuestra piel se bronceaba y estábamos lejos de ser estas criaturas pálidas, débiles y enfermizas que se alimentan de vegetales pálidos, débiles y enfermizos, todos crecidos en cautiverio bajo luces artificiales.

A veces creo que solamente los imbéciles sabemos qué pasó porque nadie más visita el pañol de cosas inútiles, lo que antes se llamó culturteca y antes aún museo, pero museo era un nombre demasiado arcaico y culturteca, seamos sinceros, suena estúpido. Al igual que los lugares donde se guardan elementos necesarios, debía llamarse pañol pero, siendo el lugar donde se guardan objetos improductivos, se lo llamó pañol de cosas inútiles. Y sólo un imbécil se preocupa por mantener y cuidar cosas inútiles, de ahí viene el nombre de todos nosotros, los que no servimos para construir, cavar o cultivar, ni siquiera para oficiar como guardias en el nivel-prision. Cuidar los libros, discos y filmaciones que sobreviven almacenados en el pañol de los imbéciles es una labor de amor y paciencia sólo posible para temperamentos como el mío, acostumbrados a tomarse su tiempo, no apresurar las cosas ni pretender hacer todo de una vez. El pañol recibe tan poca luz como los cubículos particulares. Leer, mirar una película o escuchar un disco es una tarea que debe realizarse en varias sesiones y cada porción debe ser atesorada, repetida mentalmente, memorizada, para poder encastrarla con lo que se percibirá después. Es un rito pero, por lo que he visto en películas o escuchado en canciones, no es tan distinto a la forma antigua de apreciar el arte, sólo más lenta y fragmentada.

Todos los ritos que sobrevivieron al cataclismo sufrieron una adaptación similar, modificaron símbolos y costumbres, los corrieron hacia los extremos. Para bien o para mal, dependiendo a quién se le pregunte. El rito del matrimonio y la providencial tardanza de las novias no fue la excepción.

Se asegura que antes del cataclismo la mayoría de las novias llegaba tarde a su propia boda. Con el tiempo, la tardanza se convirtió en norma y, en algún momento de nuestra vida bajo tierra, en una costumbre sancionada y alimentada. Poco importaba el vestido (los harapos que se hayan podido disimular como un vestido pretendidamente blanco), la belleza de la prometida o la cantidad de invitados a la ceremonia. Se valoraba el desempeño de la novia y, en general, la perfección de una boda, midiendo el tiempo que ella hacía esperar a su prometido al caminar sin detenerse desde su nivel de residencia hasta el nivel-iglesia.

Tal vez por eso me eligieron para acompañar a la novia, aunque ninguna de las dos familias sea cercana a la mía y casi no conozca a la pareja. Digo “casi” porque la población total de la ciudad es de unas veinte mil personas y tenemos sólo cinco niveles para desplazarnos, vivir, comer, estudiar y pasear. Todos nos hemos visto al menos una vez.

Llegué a su casa a la hora señalada y en ese momento dio inicio la ceremonia. Los invitados estaban ya reunidos en el nivel-iglesia, relajando sus músculos, preparándose para esperar de pie todo el tiempo que fuera necesario. La iglesia como espacio físico cambió, ya no tiene techo, naves ni campanario. Ni siquiera paredes. Se trata de un anfiteatro sin delimitaciones claras (se diría “a cielo abierto”, si aún tuviera sentido). El sacerdote se ubica en terreno elevado y los fieles forman un semicírculo a su alrededor: un regreso a los orígenes, pregonó la iglesia, a los sermones al aire libre (otra frase hoy sin sentido) que pronunciara el Cristo según la Biblia.

El poder que la iglesia ha retenido se exterioriza en todo momento. Cuenta con un nivel entero, mientras comedores, hospitales, escuelas y demás instituciones se conforman con cubículos apenas más grandes que una casa de familia. Sólo los jardines y la iglesia ocupan un nivel entero, lo que en cierta forma significa que a lo largo de la reconstrucción del cosmos humano la religión resultó ser tan vital como el alimento. Sus ritos puntúan nuestras vidas, le dan medida y sensación de avance en un mundo que, por lo demás, parece detenido en el tiempo, encontrando en la repetición y la rutina su materia primordial y su razón de ser. El bautismo, la comunión, la confirmación, el casamiento, y después el bautismo de los hijos, la comunión de los hijos y el resto de los sacramentos, volvieron a constituir los hitos fundamentes del desarrollo de una vida. Tras cada ceremonia, los niños se anotan en los archivos de la iglesia, como en esa Edad Media cuya existencia sólo los imbéciles conocemos, antes de que surgieran gobiernos laicos y registros civiles donde inscribir a los ciudadanos. Desde su punto de vista, tiene toda la lógica del mundo: ¿quién podría tener más derecho que Dios, en el caso de existir, para saber quiénes somos y cómo nos llamamos?

Como ya lo dije, mi llegada a la casa de la novia marcó el comienzo de la ceremonia. Dos de sus amigas me recibieron y me hicieron esperar en la calle, sin permitirme poner un pie dentro del cubículo familiar, no sé si por falta de espacio físico o para dejar en claro que yo no era un familiar ni un invitado sino simplemente quien la ayudaría a demorarse camino a la iglesia.

Esperé de pie al lado del destartalado vehículo en el que iniciaríamos el recorrido, evitando tocarlo o apoyarme en él para que no se deshiciera en pedazos antes de tiempo. Las dos mujeres cubrían la puerta con sus cuerpos pálidos y menudos. Escuché a la novia acercarse y me cuadré, esperando verla de cerca, porque desde lejos ya la había visto, insistentemente, muchas veces, sentado en alguna pasarela, con los pies colgando en el vacío, mientras charlaba con sus amigas en un nivel inferior, mientras trabajaba en los jardines o hacía fila frente al comedor o el hospital. Era imposible no quedarse mirándola porque destacaba en cualquier grupo: era una de las pocas mujeres morenas, de piel oscura y cabello negro, que quedaban. Comparada con los demás, parecía siempre llena de vida, de color. Sus ojos azabache proyectaban la mirada como una línea recta de luz oscura, como un láser de sombra comprimida.

Cuando las escoltas dieron un paso al costado, pude contemplar de cerca a la mujer más hermosa que hubiera visto fuera de una pintura. Su cabello, habitualmente largo y lacio, había sido abreviado en abultados bucles. Uno de los misterios insolubles de la naturaleza humana es: ¿cómo, a pesar de vivir en la privación casi absoluta, sin herramientas ni utensilios, las mujeres pueden rizarse el cabello cuando la ocasión lo amerita?

La cubría un vestido color crudo sin costuras visibles, que se ataba al costado con un nudo, como las batas de las viejas películas de dramas hospitalarios. Tenía mangas cortas y apenas llegaba a sus rodillas; el calor perpetuo de las ciudades subterráneas impide usar ropa larga o abrigada. Miré sus brazos morenos cubiertos de vello decolorado, sus piernas esbeltas y firmes. Lo hice furtivamente, para no parecer irrespetuoso, pero una mirada rápida bastó para convencerme de su desnudez bajo el vestido. Giró para despedirse de sus amigas y entonces pude admirar cómo la tela marcaba aquella curva maravillosa que bajaba desde su espalda. Se me cerró la garganta y, cuando me saludó, subiendo a ese vehículo destinado a fallar, respondí con un ahogo gutural seguido de tos.

Como estaba planeado, tras algunos metros, el vehículo empezó a fallar. Cayeron las puertas, se desprendió el piso, y aún así intenté continuar, empujando el cacharro con los pies como en un dibujo animado. Rubicundo, con las venas de la frente a punto de explotar, resoplaba a cada paso.

Cuando el vehículo al fin perdió una rueda, seguimos a pie. La tradición exigía que avanzáramos de la mano para no perderla entre la gente que se agolpaba en las estrechas y siempre atestadas pasarelas. Como no me decidía a hacerlo, fue ella quien aferró mi mano. Fuego eléctrico nació de ese contacto. Recorrimos dos niveles con una lentitud pasmosa. La marea humana no nos permitía avanzar más que unos pasos por minuto, nadando a contracorriente. Eran los niveles más sencillos de recorrer: los unía una pasarela inclinada, resbalosa, sin escalones, por la que los niños se deslizaban sobre una chapa engrasada cuando no había peatones atravesándola, es decir, de noche, en plena oscuridad.

Para bajar hasta el tercer nivel sin morir en el intento, teníamos que encontrar una exclusa que no diera al vacío y que además fuera lo suficientemente grande como para permitir nuestro paso. Para calcularlo tuve que pensar de nuevo en su cuerpo: pequeño, compacto, armonioso, flexible… no era lo más recomendable.

La costumbre indicaba que yo debía guiar el rumbo pero la dejaba adelantarme para poder observarla caminar, ver cómo la tela se movía sobre su piel a cada paso. Sus brazos y piernas brillaban como metal virgen, libre del deterioro del óxido. Más allá de todos los ejemplos que podía sacar de tantas obras de arte, mi mundo era mi mundo y mis metáforas de belleza lo reflejaban.

Encontramos una escotilla y bajamos sin problemas al tercer nivel. Alguien (su familia, seguramente) había apilado bolsas de semillas bajo la abertura, que intentarían frenar nuestra caída. Faltaba un nivel para llegar a la iglesia. Llevábamos un buen tiempo caminando y me dolían los músculos, pero al menos estaba en movimiento. Imaginar a los invitados de pie, inmóviles, sin poder estirar las piernas, me hacía sentir bien por contraste.

En el cuarto nivel nos esperaba el mercado: puestos diminutos con vegetales o baratijas para canjear, iniciando una rudimentaria economía basada en el trueque. Yo deseaba que no prosperara. Muchos libros, películas y discos se dedicaban a cantar las desgracias de los sistemas económicos, y si alguien había traicionado la esencia del arte musical (transmitir emociones en un estado de pureza absoluta) para atacar algo, ese algo debía ser decididamente maligno.

Sin soltar nuestras manos, descansamos unos segundos sentados en la fuente de agua en medio del mercado. Estuve a punto de abrir la boca pero no me decidí a tiempo y, cuando volvimos a estar de pie, no quedaba sino seguir caminando.

Llegamos a la escotilla que bajaba hacia el nivel-iglesia dos horas después de comenzar la travesía, exhaustos y doloridos por el inusual esfuerzo: nadie camina tanto en un solo día, no hay motivos para hacerlo. Frente a la escotilla suspiré tan fuerte que ella se quedó mirándome un rato, y estuve a punto de hablarle de nuevo pero la inutilidad de cualquier palabra me golpeó y enmudeció. Solté su mano y traté de girar la rueda que permitía abrir la escotilla.

No se movió.

Traté de nuevo. Sin resultados. Ella lo intentó también, para mi vergüenza, pero por suerte no logró el más mínimo desplazamiento. Las ruedas atascadas eran algo habitual: el óxido solía solidificarse con el calor y sellar las puertas. Otras veces, los grupos de trabajo improvisados, creyendo eliminar una entrada falsa o peligrosa, soldaban escotillas funcionales. Cualquiera fuese el motivo, teníamos que buscar otro lugar de paso: ella debía hacerse esperar, llegar tarde, sí, pero en algún momento tenía que llegar. La otra escotilla oficial de ingreso quedaba en el extremo opuesto del nivel y, si bien podíamos ir hasta ahí cumpliendo con nuestro cometido de tardar todo lo humanamente posible, nos hubiéramos desmayado de cansancio antes de recorrer la mitad del camino. No quedaba más opción que buscar algún pasadizo diminuto. Vimos varios, pero daban a una larga caída, daban a túneles de los cuales tal vez nunca saldríamos o eran demasiado pequeños.

Encontramos una rejilla rectangular por la que apenas podíamos pasar. La oscuridad ahí abajo era absoluta. Dejé caer una piedra para calcular la distancia que nos separaba del nivel inferior, el nivel-iglesia. Estábamos a unos cuatro metros por encima del campo penitencial, un sector en el que nunca se habían instalado luces para conservar inalterada la perpetua oscuridad. Ahí los fieles cumplían sus penitencias rezando en la negrura, pensando en cómo los pecados habían teñido sus almas antes luminosas del color más detestable.

Era obvio que los habitantes del cuarto nivel utilizaban esa trampilla para bajar de forma regular, ya que, soldada a un costado, había una varilla de metal que se doblaba en una L: se podía apoyar un pie en ella y desde ahí saltar hacia abajo dividiendo los cuatro metros de caída en dos saltos de dos metros, todavía peligrosos pero posibles.

Salté al vacío mientras la novia me esperaba en la superficie del cuatro nivel, raspando mis brazos contra los bordes de la trampilla. Apoyé ambos pies en el soporte y esperé a que ella bajara. Pero no bajó: se zambulló hacia el suelo. Vi pasar por el hueco de la rejilla, recortado en un haz de luz, sus brazos con las palmas unidas, sus hombros pequeños y el resto de su cuerpo, sin provocarse ni un rasguño. Reaccioné por instinto y estiré una mano hacia la oscuridad: con la otra me aferraba a la barra de metal. Ella caía a medida que mis dedos se cerraban en el lugar por donde intuía que pasaba su cuerpo. Mi mano se cerraba en cámara lenta. Encontré una de sus piernas. Rozar su piel era como acariciar una flor con miles de pétalos diminutos.

Un segundo después, ella colgaba de cabeza y se balanceaba, mientras la sostenía arduamente con un brazo. En cualquier otra situación, soportar su peso hubiera sido extremadamente difícil, pero yo casi no sentía el peso porque la gravedad había hecho caer sobre su torso la falda del vestido, sostenida por un cinto de tela. Intenté mirar, confirmar si estaba desnuda debajo, pero sólo una pequeña franja de su pierna se encontraba con el haz de luz. Me agaché todo lo que pude para acercarla al suelo y, cuando solté su tobillo, apoyó las manos, dio un giro y cayó de pie bajo la zona iluminada como una artista de circo. No sólo parecía más vital que las demás mujeres gracias al color de su piel sino que, evidentemente, lo era.

Faltaba poco. La oscuridad absoluta del campo penitencial hacía posible reconocer, a unos cien metros de distancia, las antorchas encendidas de los invitados. Una puerta rectangular nos llevaría hasta la ceremonia. La luz aún lejana volvía transparente su vestido y le daba relieve a toda la superficie de su cuerpo: su cuello largo, sus hombros erguidos, su cintura pequeña continuada en caderas hermosamente torneadas, semi circulares, marcaba cada parte de su cuerpo como si la ropa fuera un espejismo del cual la vista se libraba de repente.

A metros de la puerta la detuve con cierta brusquedad. Giró sorprendida. Aferré sus brazos, inmovilizándola para escondernos en las sombras, lejos de la débil luz de antorchas que se acercaba en oleadas. La besé, sin haberlo hecho antes y sin saber cómo hacerlo. Ella no respondió. Su cabeza escapaba hacia atrás. Quería conseguir un beso sorpresivo pero consentido, compartido, como el que corona el final de las películas. Lo intenté de nuevo y de nuevo su cuello se estiró hasta el límite. Sus labios no se movían. La besaba de forma rígida, con un nudo en la garganta, invadido por una sensación de condena, de última oportunidad fallida o desperdiciada.

Hubo un segundo corte y un tercer intento. Tampoco respondió.

La solté entonces. Mis manos dejaron marcas oscuras en sus brazos. Comenzó a caminar para cruzar sola la puerta y entrar en la luz, a su celebración, a su fiesta. Al día siguiente me reprocharían haberla abandonado antes de tiempo, pero no me importaba.

Dio dos pasos. Después giró. Sonreía, creo, pero la luz había quedado detrás suyo y su cara estaba en las sombras. Soltó el nudo que ataba su vestido y lo dejó caer. Mientras pegaba su cuerpo al mío la escuché susurrar:

-Que esperen un poco más.

No quiero pensar que ese final estaba previsto, que era tan sólo la última parte de un ritual tan viejo como el matrimonio.


Saturday, May 06, 2023

Origami

 


ORIGAMI


*


Para mis hermanos Damián y Ariadna

quienes me enseñaron que

aunque está bien usar una remera con el sigilo de tu banda favorita

es mejor formar una banda y usar una remera con tu propio sigilo.

Así se colabora con la gran conversación.


*


Tierno es el día

en que los demonios se van

-Blur-



Quedan dos tipos de personas en el mundo:

consumidores y destructores.

Antes también había creadores,

pero desaparecieron todos.

-D. Oswald Heist-



Cada rosa tiene su espina

así como cada noche tiene su amanecer

así como cada vaquero

canta una triste triste canción

-Poison-


*


LO INNOMBRADO


Los primeros hombres dieron nombre a lo útil

los animales comestibles las hierbas

los espacios habitables que les daban cobijo

Otros nombraron la belleza

en flores nubes trinos atardeceres

Luego las cosas sin sustancia

el alma el miedo el amor algún dios

Mucho después las máquinas los edificios

los aparatos que extendían sus sentidos

productos de la inventiva humana

al igual tal vez

que las propias cosas sin sustancia


Escribir es ir descubriendo qué nos queda

qué dejaron innombrado para nosotros

Tal vez el final de todo lo que existe

tal vez el nombre nuevo que cada cosa obtenga

en su último día


*


ENSAYOS


Escuchá a los santos gritar

desde el infierno que crearon para sí


no había en ellos nada absoluto

menos aún perfecto

que originara a un dios merecedor de tal nombre

sólo soberbia y prejuicio

vergüenza y condena


sólo temor de dios

con el que dar cuerpo de barro

a un dios del temor


un bucle cerrado

emitiendo perpetuamente el miedo

del cual se alimenta


al que tras manifestarse en nuestro mundo

no quedó sino adorar

con sacrificios


*


TINTA


No siempre somos un ojo incisivo

de mirada profunda y potente

mirada microscópica


no siempre vemos los gérmenes

que van descomponiéndonos en vida

la moda el conformismo

el entretenimiento el dinero

la religión la impostura

la mala conciencia


parásitos invisibles

sanguijuelas de dimensiones altas o bajas

proyectan pseudópodos filamentos

espiritrompas

hasta alcanzar nuestro ser etéreo


no siempre podemos verlo ni oírlo todo

salir de nosotros para abarcarnos desde fuera


no siempre podemos evitar

devolver el golpe que los hace triunfar

ceder ante la violencia que los alimenta


no siempre podemos negarnos a ser eso

a lo que nos fuerza el mundo y sus amos


pero durante

segundos a veces

minutos con suerte

horas tal vez en algún extraño e irrepetible estado de éxtasis

ingresamos en la zona del milagro


entonces un reflejo de calamar

destiñe nuestras almas

y el color se nos escapa por los dedos

hacia cualquier objeto que sostengamos

y desde allí a a una página


sólo esos momentos

nos justifican


*


LA ROSA


La rosa

siempre la rosa

crear la rosa ser la rosa

hacerla florecer en el poema


pero en realidad


deberíamos disgregar la rosa

separarla en átomos para rearmarla luego

colocar cada uno de esos átomos

en un lugar distinto al original

para que la rosa sea

a ojos de los demás

la misma idéntica rosa

y sólo nosotros

sepamos la verdad


*


ABISAL


El lenguaje es un océano

al que cada día

agregamos una gota


en su fondo abisal

gotas arcaicas

conforman los diccionarios


*


IDEAS MECANICAS AVANZADAS


Hoy encuentro difícil

la tarea de ser bueno


mejor enfrascarme en procesos inconscientes

en malvivir

vegetar

tragar comida sin masticarla

sentir las tripas que fuerzan la piel de mi abdomen

ceder al odio la envidia la desesperanza

los productos y desechos de la mente mecánica


nuestra programación es destructiva

si dejamos a la máquina actuar

produce un mal en masa

un mal en serie

prefabricado torpe tosco

igual a sí mismo en cada nula evolución


es un acto creativo construir el bien

lograr lo que siempre estuvo allí en potencia

corregirlo a cada paso

ajustar su ritmo y tonalidades

hasta alcanzar una forma exacta


*


SÍ SEÑORAS


a las señoras que se lo preguntan


señoras que se lo preguntan

un tipo parco puede abrazar a su bebé

levantarla en brazos

como un avión

hacer ruidos y morisquetas


puede reír

demostrar felicidad

pero sólo

con

su

gente

señoras que se preguntan

si un tipo callado

puede hablarle como un bebé

a su bebé


señoras

que se lo preguntan

un tipo triste

puede contar un chiste

ser algo gracioso

hacer equilibrio sobre las veredas

imitando animales

ladrando como un cuzco

si camina al lado

de personas que cuentan

con su confianza y aprecio


un tipo opaco

puede esconder colores dentro

reservados a los ojos

señoras

de quienes se aventuran a pesar

del exterior cortante


lo que ven es una fachada

señoras

construida a conciencia

mostrada adrede

porque verán señoras

hay tanta gente chispeante

agradable

que reparte desde la mañana risas

y saludos

sin el menor motivo

y estrecha cada mano

para después traicionar

al primer impulso

que la risa fácil resulta

discúlpenme

extremadamente sospechosa


Sabrán comprender

señoras


*


LA LEY


La pregunta es el preámbulo de la sentencia


dios divide su perfección modélica

entre sus seguidores

y les da una vara para medir


aún más que la salvación

de un alma eterna

allí reside la razón profunda

tras la religión


creerse con autoridad delegada

para juzgar si lo que hacen los simples mortales

están bien

o mal


¿pero qué valor tiene el juicio

de un ente no humano

que no comparte nuestra vida

en este mundo?


seguiremos pecando

forzando los límites de la ley divina

a ver si dios movido por su afamada ira

decide dar la cara


*


EL HAZ DE LUZ PURÍSIMA


Golpeado a plena potencia por el infortunio ajeno

convertido en metal herrumbrado

con grietas que escorian manchan

dejan heridas adrede a la infección como ofrendas

alguien se siente desplazado

porque han girado injustamente

el reflector principal del escenario


otro muere

otro se debate

otro ha sido privado de parte de su cuerpo

de su casa

de su amor

de todo a veces


o encerrado en la espera

aguardando ser privado de parte de su cuerpo

de su casa

de su amor

de todo a veces


sin embargo lo único relevante

parece ser la negación de ese reflector

que singulariza al protagonista de la existencia

en cuya obra los demás somos simple decorado


debe hacerlo notar debe notarse


¡giren el haz de luz purísima!

¡el reflector ha de volver a iluminarme!

¿a quién le importa si se muere

si ha sido privado de parte de su cuerpo

de su casa

de su amor

de todo incluso?

¡la luz se debe a mí

soy su razón de brillar!


¡devolvé mi luz

y quedate con tu muerte

con la privación de parte de tu cuerpo

de tu casa

de tu amor

de todo si es que lo has perdido todo!


¡pero no te acerques al haz de luz purísima!

¡mi cuota de luz no!

¡mi tiempo bajo el reflector nunca!


porque la luz es privilegio del actor principal

y no necesito otro motivo”


*


ESPEJOS


Sólo un perverso

comete atrocidades frente al espejo


nos basta mirar hacia otro lado

no mirar

esconder el espejo

para estar tranquilos


justificar desde la necesidad o el egoísmo

la mano que sostiene ese cuchillo

que una y otra vez

hace aquello

para lo que fue afilado


*


CON LAS MANOS VACÍAS


Paso por la vida de noche y con las luces rotas


no sé cómo se mide una victoria


me prohibieron la entrada al éxito por número bajo


nunca pude ser el pibe del sueño en el sueño del pibe


salí del extremo del arco iris con las manos vacías


soy el as en la manga de un manco


escasean las figuritas difíciles

para el coleccionista de fracasos que hay en mí


ansío hacer eso que hacen los deportistas

creo que se llama “ganar”


*


TAUTOLOGÍA


Mirás hacia atrás y ves todas las ocasiones

en que hubieras podido irte

pero no era el momento


la vida es una comedia y ya se sabe

en la comedia el timming lo es todo


mirás en el retrovisor infinito

e ignoraste tantos carteles de desvío

tantas bajadas laterales mal iluminadas

donde no había señal alguna que te indicara

si ese era el paraje de tu destino


metáforas estúpidas


sé que muchas veces pude irme

y sé que voy a irme por mi mano

sólo espero

que sea el punto final de un trabajo bien realizado

y no el botón de autodestrucción que oprimimos

cuando toda esperanza se ha perdido


la muerte no es un gesto

no es una declaración

no es algo que se pueda estudiar comprender

ni comprimir en una metáfora


la muerte tal vez sea

la única tautología inevitable

porque nada la equipara


nada puede ocupar

el lado opuesto de esos dos puntos

que definen en espejo


la muerte

simplemente

es la muerte


*


TONO


¿Cuál es el tono correcto para hablar de la muerte?


¿Bajo y espeso

carraspeado

arrastrando las letras como en gravilla

lentamente?


¿Iracundo

soez

de rebeldía ante lo inevitable?


¿Respetuoso

con inflexión de puntos suspensivos

para no ofender a quién incorpóreo

tal vez aún nos rodea?


*


DISCURSO PARA SER LEÍDO EN UNA CENA DE ALTA SOCIEDAD


Damas y caballeros

-mojigatas y reprimidos-

la venganza es una ensalada rusa


aunque el registro histórico señale

que en momentos de viraje

un traidor ha sido siempre

de utilidad


y aunque Bugs Bunny nos demuestre

que un beso

es la mejor forma de distraer al enemigo


sigo eligiendo

la antiquísima ordalía


asi que “¡Hola!

¿qué tal?

¿qué cuentan?

¿algo que hayan estado

comentando a mis espaldas

y quieran decirme

en la cara

como deben hacerlo

las personas?”


*


VEHICULOS


Quería vivir libre es decir pobre

sin tener ni deber

sin obligaciones que me forzaran a bajar la cabeza

sonreír a los hijos de puta

chupar las medias al jefe


imaginaba un puente

yo debajo

mis pies hundidos en agua estancada

dentro de un fuerte hecho con libros

encuadernados de ser posible en tapa dura


hoy pago cuotas

contamino

soy un arma cargada


para mí siempre ha sido difícil

hacer eso que llaman progresar


cambiar el auto fue una ignominia

cabizbajo y apretando los dientes

aceptaba felicitaciones

por esa mejora estratégica

ese ascenso en la cadena trófica


nunca quise un séquito de lavacoches

nunca quise estrenar cada año

un signo de estatus cada vez más amplio

brillante y envidiable

donde viajar sin compañía desperdiciando espacio


porque son sólo lo que son

y su contacto no abre a nada


*


VINCHAS DEL CHE


Miro alrededor y veo

campeones del proletariado

que no le han trabajado un día a nadie

salvo detrás de un escritorio frente a una computadora


héroes de la clase obrera

sin manos quemadas por el cemento helado

encalladas por los ladrillos

mutiladas por los filos de la maquinaria


veo montoneros de los noventa el dosmil y más allá

que guardan en un cajón imaginario

sus ecografías portando un fusil revolucionario

dentro del útero de su madre


veo remeras del Ché

vinchas del Ché

pins del Ché

cereal de granola del Ché

camperas de cuero estilo Top Gun con apliques bordados del Ché


tanto niño burgués con tristeza

intentando acallar la absurda mala conciencia

de tener un padre subcomisario

un abuelo gerente

un bisabuelo concejal



enviando consignas antisistema desde su celular táctil

grafiteando paredes con frases de mayo del sesenta y ocho

mientras cuidan que la pintura no salpique las zapatillas

con cámara de aire

que les compró mamá


Oh, guerrilleros de laptop!

Oh, revolucionarios de twitter!

Oh, comunistas de facebook!


Oh, ese orgullo sin fundamento

esa promocionada resistencia

frente al peligro pasado


Oh, esa alegada valentía

esa lucha contra fantasmas terribles ya derrotados


Oh, esas citas a libros que en otras circunstancias

hubieran quemado o escondido

profundamente

bajo tierra!


*


NENE DE LOS '90


nene de los '90

que te reís de la dialéctica histórica

que te reís de todo

lo que no entendés

no viviste no te importa


nene de los '90

el fin de la historia te engulló vivo

la amnesia posmoderna es un océano interminable

en tu ceguera adrede

el bosque de dólares tapa a las personas


confundís peligros reales con teorías

preferís la falsa torpeza de un CEO bien afeitado

a la lucidez de un barbudo loco


tu predicador viene el domingo

como muchos antes que él

a refrescar tus convicciones

el credo de que el dinero todo lo permite

que un país es una simple billetera


nene de los '90

sin opciones que considerar

capitalismo o muerte capitalismo o nada

todos vivimos dentro del sistema

o simplemente es lo que hay


mirás el mundo como se mira un film

sin pensar siquiera en modificar la trama

como se observa un video con música de máquinas

donde el ruido y la actitud suplen el contenido


nene de los '90

para vos la historia nunca será biografía

te pasa de largo

como un colectivo lleno de indultados


nene de los '90

yo sé que vas a crecer pero te necesitamos hoy


cuando crezcas puede ser

demasiado tarde

cuando crezcas puede que ya no quede nada


*


PUNTO


¿Qué importancia puede tener

mi grano de arena de vista

mi huella de chinche de vista

mi punta de alfiler de vista

mi mota de polvo de vista

mi minipixel de vista

mi átomo de hidrógeno de vista

mi diámetro de cabello de vista?


nuestra vida se proyecta

desde un punto solitario

en medio del plano infinito


Aunque el poeta pueda caer

en delirios de grandeza

megalomanías

ínfulas de pequeño dios


ahí están las palabras

que no cesan de regresarlo

a su sitio


*


HALLOWEEN


No la dejen entrar en casa

por favor no la dejen entrar de nuevo

aunque inaugure poemas

y haga nacer una fuerza iracunda que rompe la madera

una hermandad en dolor y desesperanza


que no vuelva nunca más


destiérrenla a merodear por las calles

que cada uno se ocupe de alejarla de su puerta

de sus niños de sus padres

de sus amores y compromisos


aléjenla todo lo que sea posible

con gualichos y rezos y música y proyectos

en un tiempo fuera condenado a caducar

distráiganla con canciones con pinturas con juegos


hagan planes imposibles a larguísimo plazo

y nunca pronuncien ese nombre

que la hace real y temible que le da carnadura


nunca la nombren

ni aún llorando frente a la tumba abierta


*


DESPEINADO


La primera imagen que veo esta mañana

es mi cabello en el espejo


una mitad perfectamente peinada

a pesar de las horas de sueño

filas paralelas como vías de autopista


la otra mitad es un desastre enmarañado

con rulos en oleadas

mechones que se disparan como rayos oblicuos

valles vacíos aplastados contra el cráneo


la mitad despeinada puede normalizarse

sin preservar diferencias notables

con agua y un peine fino


pero no imagino despeinar la mitad ordenada

de forma orgánica

sin generar un artificio planeado

un intento obvio de imitar lo original


no es necesario decir

que la mitad caótica se ve más viva

más interesante

y la prefiero


*


RUTA PROVINCIAL 13


De tanto señalar curvas

los rombos repiten comillas

sobre un fondo amarillo


encallada en tierra cual ballena

nos rodea una nube

nadie va a salvarla

no habrá aquí rescatistas

hélices que la eleven a la tropósfera

el autoaplauso final

porque ¡somos tan buenos!


la intranquilidad al conducir

es seguridad de una foto

¿retratar qué? me preguntan


la ausencia del lago

montañas ocultas

postal negada por la bruma

nieve fundida en la nada


¿sacarle o no sacarle

una foto al vacío?

he ahí la cuestión


*


SALTAMONTES


Nunca había visto una langosta negra

esa es mi excusa

la mancha oscura

en la silla delante de mí

me hizo pensar en un trozo de tela

en una cucaracha

en una gota de brea endurecida

la descuidada terminación de un mueble producido en masa

la rocé con el pie

para probar su resistencia

o provocar su caída

dos cosas llegaron al suelo

un saltamontes marrón caoba

y a su lado una pata gruesa fuerte perfecta

-mente arrancada

observé con angustia

al insecto agitarse de espaldas

no sé si un saltamontes puede desesperar

pero sus movimientos se percibían

inequívocamente desesperados


cuando al fin pudo girarse

lo observé avanzar sintiéndome culpable

había condenado toda

su existencia futura

sin intención

por un ensayo erróneo

por miopía ante las consecuencias

en caso de poder sentir algo

así debe sentirse dios


*


NO SOY VOS, SOS YO


a A.R.


Cada mujer tiene su atmósfera propia

pero ¿quién tiene tiempo para aclimatarse?


cuando el amor se consuma y se consume en el mismo acto

busco coincidencias perspectivas a futuro

en nuestras nadas paralelas


tratando de alejar el próximo Viernes Santo

la procesión del Corpus Tristi

que recorre antros calientes de hacinamiento y ansias

con más alcohol y menos luz


busco diferenciar esos espejos recursivos

y me pregunto si alguna vez una mujer

será otra cosa que un cuerpo o un fantasma

una sonrisa que me hará preguntarme de qué color serán sus sábanas


¿acaso no rueda el dado aunque esté hecho

específicamente para no rodar?


invadiendo tu espacio vital de la forma más íntima posible

entenderás por qué el adjetivo más usado

para describir el amor

es profundo


me gustaría darte importancia y no quitártela jamás

pero escapa a mis posibilidades


presto mi atención como un niño egoísta

que observa cómo juegan con ella

contando los segundos para que la devuelvan

sin un rayón sin una mancha


un mecanismo universalmente repetido y funcional

que tal vez sea la insignificancia misma

y tal vez sea todo lo que hay


*


AL BORDE

a J.F.


Al borde del puente y del vértigo

a punto de probar la resistencia de una soga recién comprada

apoyado en la boca del hierro frío entre el click y el bang

¿qué tan buena piedra de afilar harán mis venas?

en casting para cobayo farmacéutico de corta carrera

curtiendo una funda de facón en el pericardio

de rodillas para revisar las vías de cerca y a oídos sordos

a punto de medir el fondo del mar a zancadas

ensayando la fotosíntesis horno adentro

en medio del salto previo a imitar pluma y plomo por igual

así


*


LA PLAYA


Es la playa

un vasto espacio común entre acantilados

sin fiscal que determine propiedad

ni estado que defienda mediante las armas los límites establecidos


bajo atardeceres color frutos del bosque

no hay prefectura que tase y divida el mar en parcelas líquidas

conflictos insalvables

peligro de derrumbe social


los niños al cuidado del grupo

son escoltados entre aplausos hacia las manos correctas


la arena es de todos


ante un vecino molesto

se toman las pertenencias familiares

para emprender una mudanza oblicua


pruebas perfectas

de que la anarquía funciona


*


AQUI Y AHORA


Aquí-y-ahora

deícticos que nada significan


suenan a dictadura y a deidad

a la dictadura de una deidad

que nos ha confinado en una celda

de cuatro dimensiones


aquí y ahora

sentencia perentoria

el giro decisivo

el disparo mortal

el beso en la escalera del avión

el compromiso eterno del que salva una palabra

pronunciada en el instante y lugar preciso


aquí y ahora no hay elección

inmóviles sobre el dilema agustiniano

como sobre un electrón que gira sin pausa


aquí y ahora

una flecha incrustada en el espaciotiempo

cuya sombra se pierde en el vacío


aquí y ahora

un juego de palabras carente de inventiva

hoy no se vive mañana sí” circular e infinito


aquí y ahora

punto de referencia

mal necesario

porque el tiempo sin ancla es una frase hecha:

la nada misma


aquí y ahora

momento con destino de pasado inerte

si no pesa en la memoria con densidad de recuerdo

en otro lugar en un futuro


*


BSO


Vivir

luchar

enamorarse

crear

emprender proyectos


se siente menos heroico

sin música orquestal de fondo


*