Sunday, September 14, 2008

Me voy a vender

Sumé dos series a las que veo regularmente: Bones y Justicia ciega (que en realidad se llama Boston legal, lo que me hace preguntarme, ¿si hubiesen traducido Boston public, cómo se hubiera llamado en castellano, Educación ciega?). Miro mucha tele porque dejé de cursar letras. De nuevo.
Ya desperdicié doce años de mi vida tratando de terminar esa carrera, así que he tomado la decisión de de dejar de intentarlo. Me voy a vender. Voy a estudiar algo que dé guita.
Siempre supe que una de las consecuencias de tener hijos era poner su bienestar por encima de tus ideales, y la verdad es que Lucía y Santiago (el bebé que viene en camino) necesitan una casa, necesitan seguridad financiera, necesitan tener su educación asegurada. Así que me toca venderme. Estoy estudiando el terreno, porque ya que me voy a vender, no me voy a vender por poco.
Tiene que ver también con un cambio en mi punto de vista acerca de la educación. Más allá de que mi mujer me diga que no sirvo para enseñar, que cuando intento explicar algo no se me entiende (las mujeres de mi vida siempre me han inflado la autoestima), pasa que yo estudiaba letras por vocación. O sea, no entré a la carrera porque quería aprender a escribir, a ser un escritor: ya sabía desde antes que para eso no sirve. Tampoco porque lea mucho: leo más historietas que libros. Tampoco porque me interese la teoría literaria: prefiero leer lo que los escritores dicen acerca de su propia praxis que leer lo que diga un crítico. Tampoco me interesa la historia literaria: una buena obra se sostiene más allá de los hechos históricos que la generen o rodeen.
Quería se profesor de letras porque, entre otras cosas, había comprado la idea de La sociedad de los poetas muertos, creía que desde una clase podía abrirle la cabeza a los chicos, podía generar un cambio, llevarlos un poco por el camino de lo que creo es convertirse en un ser humano, enseñarles a ver la realidad con sus propios ojos, a pensar en los demás, a saber que todo se construye, que la vida no tiene sentido y por eso tenés que inventarte uno, que somos los mismos a pesar del tiempo y los cambios porque nos contamos una historia en nuestra cabeza que dice que somos los mismos. De las cosas que hice con el grupo de poesía lo que más me llenaba era leer en los colegios, ver cómo un poema podía llegarle a los alumnos, a algunos, obviamente, aunque la mayoría se riera por lo bajo.
Pero ya no creo en poder cambiarle la cabeza a nadie. Ya no creo poder generarles nada a pibes que le queman el pelo a una profesora y lo cuelgan en internet. Perdí la fe en la enseñanza, y así sería una mierda como profesor.
Al menos me queda la fe en mis hijos. Al menos creo poder enseñarle eso a ellos, sin timbres y sin calificaciones.

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