Friday, April 11, 2008

Esto no es poesía - Lírica a la provenzal

Hubo momentos de caminar tan extraño
en los que sin amar decía te amo.
Corría el licor gris del desengaño,
los dos mentíamos, sufríamos ambos;
todo lo quisimos y todo lo probamos,
si alguna regla había, nosotros la obviamos.
Aquellos tiempos pasaron haciendo daño,
pasaron sin que quede ya de ellos rastro.

En otro tiempo, el de silencios amargos,
amando de verdad no decía te amo.
Mis labios con fuerza estaban sellados,
la cobardía los mantenía asegurados.
Las lágrimas en mí hacían estragos
siendo el mío un corazón oscuro y arrugado.
Pasó el tiempo y es un ayer sepultado
el de tantas horas de llanto solitario.

Ahora te miro y escucho tus te amo
y siento lo mismo sin querer evitarlo.
Tus ojos me miran con ese tibio encanto,
nuestras manos se acarician sin dudarlo,
nuestros cuerpos se estrechan, y no hay pecado.
Respiras en mi cara, secas mi llanto,
tu corazón late en la palma de mi mano.
De mí todo pensamiento es desterrado
y conozco tu sentir sin preguntarlo.
Los dos, por completo, somos un enunciado
que dice te amo sin decir te amo.

*

SOMBRÍO

Porque tengo a quien no amo
cuando amo a quien no tengo
es oscura desolación
la tinta de mis lamentos.

Porque no amo a quien veo
y el amor de mí se oculta
vivo privado de albas
alimentándome de penumbra.

Porque persigo a una sombra
y a mi lado una sombra percibo
de sombras se llenan mis días
y sombrío entre sombras vivo.

*

Porque en tu lugar encuentro tan sólo una herida
que sangra, duele, arde, por encima de mi vida.
Porque tu falta ahuyenta los días de mis días
y la esperanza resiste a la muerte de rodillas
mientras el corazón deserta y me deja en agonía,
y veo tu figura conmigo y te abrazo todavía
aunque abrace a la sombra que quedó tras tu partida.
Porque recuerdo tus labios y mi boca está vacía,
y así me hago pedazos y mi alma gime, grita,
aunque a pesar de todo no puede y no evita
que el amor mendigue a las puertas de la mentira
y muera, y luego renazca al forzar tu cercanía.
Porque tu recuerdo me inunda el alma sin medida
como anegan las lágrimas mis frías mejillas
al mirarte y no sentir que me acaricias con la vista
o al saber que me encierro en el pasado, y sin salida.

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Poemas (por decirles de alguna forma) escritos entre mis 14 y 16 años, más o menos. Diré en mi defensa que en ese entonces era joven e inocente, y tenía una idea muy errada de lo que es la poesía.
Justificarse está a mitad de camino entre abjurar del pasado y hacerse cargo. Así que ahí está eso.
De todas maneras, esa es la clase de textos que más le gustan a mi vieja y siempre que me pide que vuelva a escribir cosas así. Suele pasar.

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