Monday, October 30, 2006

Poemas - de Claudio Prado

Canción

De nube muerta y saliva
están hechos los labios de la pitonisa
zoquetes descalzos la animan
a bailar nocturnalmente
entre las piezas y las tripas.

Canta, oh Diosa, la cólera
de los monstruos cruentos
otra cosa no existe, entonces canta,
oh Diosa, La Cólera.
De harapos hediondos y lágrimas
están llenas las calles empedradas
burbujeantes lenguas te indican
el camino del vicio
y del vidrio en la carne
Canta, oh Diosa, la ira
de los solitarios héroes batallantes
Nada más hay, luego canta,
oh Diosa, La Ira.
La sangre que beben los buitres
y el corazón desgarrado por el plomo
son los ingredientes de tu mente
que se quiebra y resbala
por tu torso enllagado.
Canta, oh Diosa, el silencio
del viento que no sopla hoy,
Es lo único que sentimos, entonces canta,
oh Diosa, El Silencio.

De alcohol y trasnoche
se embriaga un escriba lacerado
y traza signos, que son locura
y miedo y amor
en un blanco indiferente.

Canta, oh Diosa, el rugido
de las bestias parlantes
Ni siquiera el poeta vive, luego canta,
oh Diosa, El Rugido.

La IRA Silenciosa
La CÓLERA Rugiente,

Canta, oh Diosa.


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Cerdos

“A pig in a cage
on antibiotics”.
T. Yorke

Apoltronado estaba el doliente cordel
y la injusticia impura sumíase
en el placer
en el color
y la perenne compañía del vacío
se laceraba con ardientes lenguas de realidad.

Auch! dice el pánico amortajado
que inunda las entrañas
de un ideologema
hipnotizado
y reverbera en el torso animal
con un haz de impaciente hipocresía

Solo, solitario, hundido en un colchón
está el espasmo de una vida hueca
sus nudillos, su cáscara y su pelaje
adormecen la letanía de un final exquisito.

“Ríndeme homenaje, romano
pido una piedra petulante
pido un pecado postizo
Pleitesía anhelaré, heraldo.

Obsérvame noctámbulo can
Tengo el color de una vela
Tengo el temor de un alfanje
Suplicios ordenaré, inmoral”

Omnisciente, el destino de un puerco
predica acerca de tu
creación
insulsa
y una misma excesión
domina tu incipiente voluntad.

de hacendoso e ingenuo mártir; pero
despedida la estupidez
no podrás
alegrarte
tu hado escalda
en la espalda pulguienta de un cerdo.


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Música

Un beat alomórfico estalla repetidamente
y se abre paso
a pura penetración
en el torrente sanguíneo.
Venas abiertas por la mitad y linfocitos
sucios, vencidos
esclavizados por un tambor:
ancestro de plata
Un aullido de tripas electrificadas se impone
al manso aire
que contiene tu vida
y tus dóciles sentidos

graves lenguas de sonido se expanden lastimosamente
se embriagan las reuniones
se mueven las entrañas
y suda el pelo

(No late, acaso, tu estómago.).


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Una palabra

“¿Pensaste que en tu nombre no había otra cosa
más que dos o tres inflexiones?”
W. Withman

Aire - Sonido y Aire
En definitiva,
sólo aire impuro

Excrementos y fantasmas
se oscurecen,
en un mismo medio
se cuecen

Invisible, impalpable
aunque aquí, al sur
choca y desgasta los cuerpos
y el alma

Y se vuelve materia, polvo, humedad
En definitiva,
Sólo aire impuro

Pero aquí, el aire no muere.


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Viento

“Los dioses están muertos, uno a uno en largas filas...”
J. Cortazar

Detrás de la lluvia dejaste la música.

A través de montañas de fuego;
lloraste
con lágrimas de hambre y néctar.

Estuvieron tras tus pisadas
las oscuras marcas de dos fieles fantasmas.

Descubrieron tu guarida
donde toda la fresca menta es veneno
y donde cada gota de agua
es desierto, húmedo desierto.

Están llegando las tropas,
sedientas de venganza
horrorizadas por inútiles presagios
Morirás, no habrá tiempo para el sol
o las estrellas
La Dama de Negro
y el señor de Rojo
encontraron tu última huella.
Ahora:
Eres carne podrida,
Eres la miel que atormenta
Eres la espina en el exacto centro del nervio
Pero todo pasará,
Entonces
No serás más que viento
(y el viento es eterno).


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“We need great, golden copulations.”
J. Morrison

Hiere tanto ese momento:
Tus trenzas se amarran
a la noche de la belleza

Tus mieles simientes se esparcen
sobre la imposibilidad
de unos dientes de sed

Y se hunden los olores de tu sangre
en las superficies de un bouquet
suplicante y salivoso

Única salida:
Entrarle a la sensualidad
y huir juntos jugando a ser saltimbanquis
chorreando aromas
secretando chillidos.


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Deuda saldada.
Hace años que quiero dar a conocer estos textos de alguna manera. Para mí son importantes por al menos dos razones, porque pertenecen a uno de los amigos que más me han durado (supongo que por lo poco que nos vemos) y porque fueron una influencia muy marcada para el primer libro que publiqué, el cien por ciento artesanal Monocromático (Libros Celebrios, 2004).
Claudio Prado es una de las personas más inteligentes y reflexivas que conozco, una de esas mentes que no se limitan a un solo interés sino que pueden investigar acerca de lo que sea con la misma actitud de búsqueda. Compartimos la noción de que el conocimiento es alimento espiritual, tanto o más necesario que la comida para el cuerpo.
Siempre lamenté que no pueda dedicarse a escribir a tiempo completo. A lo mejor algún día.

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