Tuesday, September 18, 2012

Altazor (Canto II) - de Vicente Huidobro


CANTO II

Mujer el mundo está amueblado por tus ojos
Se hace más alto el cielo en tu presencia
La tierra se prolonga de rosa en rosa
Y el aire se prolonga de paloma en paloma

Al irte dejas una estrella en tu sitio
Dejas caer tus luces como el barco que pasa
Mientras te sigue mi canto embrujado
Como una serpiente fiel y melancólica
Y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro

¿Qué combate se libra en el espacio?
Esas lanzas de luz entre planetas
Reflejo de armaduras despiadadas
¿Qué estrella sanguinaria no quiere ceder el paso?
En dónde estás triste noctámbula
Dadora de infinito
Que pasea en el bosque de los sueños

Heme aquí perdido entre mares desiertos
Solo como la pluma que se cae de un pájaro en la noche
Heme aquí en una torre de frío
Abrigado del recuerdo de tus labios marítimos
Del recuerdo de tus complacencias y de tu cabellera
Luminosa y desatada como los ríos de montaña
¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos?
Te pregunto otra vez

El arco de tus cejas tendido para las armas de los ojos
En la ofensiva alada vencedora segura con orgullos de flor
Te hablan por mí las piedras aporreadas
Te hablan por mí las olas de pájaros sin cielo
Te habla por mí el color de los paisajes sin viento
Te habla por mí el rebaño de ovejas taciturnas
Dormido en tu memoria
Te habla por mí el arroyo descubierto
La yerba sobreviviente atada a la aventura
Aventura de luz y sangre de horizonte
Sin más abrigo que una flor que se apaga
Si hay un poco de viento

Las llanuras se pierden bajo tu gracia frágil
Se pierde el mundo bajo tu andar visible
Pues todo es artificio cuando tú te presentas
Con tu luz peligrosa
Inocente armonía sin fatiga ni olvido
Elemento de lágrima que rueda hacia adentro
Construido de miedo altivo y de silencio

Haces dudar al tiempo
Y al cielo con instintos de infinito
Lejos de ti todo es mortal
Lanzas la agonía por la tierra humillada de noches
Sólo lo que piensa en ti tiene sabor a eternidad

He aquí tu estrella que pasa
Con tu respiración de fatigas lejanas
Con tus gestos y tu modo de andar
Con el espacio magnetizado que te saluda
Que nos separa con leguas de noche

Sin embargo te advierto que estamos cosidos
A la misma estrella
Estamos cosidos por la misma música tendida
De uno a otro
Por la misma sombra gigante agitada como árbol
Seamos ese pedazo de cielo
Ese trozo en que pasa la aventura misteriosa
La aventura del planeta que estalla en pétalos de sueño

En vano tratarías de evadirte de mi voz
Y de saltar los muros de mis alabanzas
Estamos cosidos por la misma estrella
Estás atada al ruiseñor de las lunas
Que tiene un ritual sagrado en la garganta

Qué me importan los signos de la noche
Y la raíz y el eco funerario que tengan en mi pecho
Qué me importa el enigma luminoso
Los emblemas que alumbran el azar
Y esas islas que viajan por el caos sin destino a mis ojos
Qué me importa ese miedo de flor en el vacío
Qué me importa el nombre de la nada
El nombre del desierto infinito
O de la voluntad o del azar que representan
Y si en ese desierto cada estrella es un deseo de oasis
O banderas de presagio y de muerte

Tengo una atmósfera propia en tu aliento
La fabulosa seguridad de tu mirada con sus constelaciones íntimas
Con su propio lenguaje de semilla
Tu frente luminosa como un anillo de Dios
Más firme que todo en la flora del cielo
Sin torbellinos de universo que se encabrita
Como un caballo a causa de su sombra en el aire

Te pregunto otra vez
¿Irías a ser muda que Dios te dio esos ojos?

Tengo esa voz tuya para toda defensa
Esa voz que sale de ti en latidos de corazón
Esa voz en que cae la eternidad
Y se rompe en pedazos de esferas fosforescentes
¿Qué sería la vida si no hubieras nacido?
Un cometa sin manto muriéndose de frío

Te hallé como una lágrima en un libro olvidado
Con tu nombre sensible desde antes en mi pecho
Tu nombre hecho del ruido de palomas que se vuelan
Traes en ti el recuerdo de otras vidas más altas
De un Dios encontrado en alguna parte
Y al fondo de ti misma recuerdas que eras tú
El pájaro de antaño en la clave del poeta

Sueño en un sueño sumergido
La cabellera que se ata hace el día
La cabellera al desatarse hace la noche
La vida se contempla en el olvido
Sólo viven tus ojos en el mundo
El único sistema planetario sin fatiga
Serena piel anclada en las alturas
Ajena a toda red y estratagema
En su fuerza de luz ensimismada
Detrás de ti la vida siente miedo
Porque eres la profundidad de toda cosa
El mundo deviene majestuoso cuando pasas
Se oyen caer lágrimas del cielo
Y borras en el alma adormecida
La amargura de ser vivo
Se hace liviano el orbe en las espaldas

Mí alegría es oír el ruido del viento en tus cabellos
(Reconozco ese ruido desde lejos)
Cuando las barcas zozobran y el río arrastra troncos de árbol
Eres una lámpara de carne en la tormenta
Con los cabellos a todo viento
Tus cabellos donde el sol va a buscar sus mejores sueños
Mi alegría es mirarte solitaria en el diván del mundo
Como la mano de una princesa soñolienta
Con tus ojos que evocan un piano de olores
Una bebida de paroxismos
Una flor que está dejando de perfumar
Tus ojos hipnotizan la soledad
Como la rueda que sigue girando después de la catástrofe

Mi alegría es mirarte cuando escuchas
Ese rayo de luz que camina hacia el fondo del agua
Y te quedas suspensa largo rato
Tantas estrellas pasadas por el harnero del mar
Nada tiene entonces semejante emoción
Ni un mástil pidiendo viento
Ni un aeroplano ciego palpando el infinito
Ni la paloma demacrada dormida sobre un lamento
Ni el arcoiris con las alas selladas
Más bello que la parábola de un verso
La parábola tendida en puente nocturno de alma a alma

Nacida en todos los sitios donde pongo los ojos
Con la cabeza levantada
Y todo el cabello al viento
Eres más hermosa que el relincho de un potro en la montaña
Que la sirena de un barco que deja escapar toda su alma
Que un faro en la neblina buscando a quien salvar
Eres más hermosa que la golondrina atravesada por el viento
Eres el ruido del mar en verano
Eres el ruido de una calle populosa llena de admiración

Mi gloria está en tus ojos
Vestida del lujo de tus ojos y de su brillo interno
Estoy sentado en el rincón más sensible de tu mirada
Bajo el silencio estático de inmóviles pestañas
Viene saliendo un augurio del fondo de tus ojos
Y un viento de océano ondula tus pupilas

Nada se compara a esa leyenda de semillas que deja tu presencia
A esa voz que busca un astro muerto que volver a la vida
Tu voz hace un imperio en el espacio
Y esa mano que se levanta en ti como si fuera a colgar soles en el aire
Y ese mirar que escribe mundos en el infinito
Y esa cabeza que se dobla para escuchar un murmullo en la eternidad
Y ese pie que es la fiesta de los caminos encadenados
Y esos párpados donde vienen a vararse las centellas del éter
Y ese beso que hincha la proa de tus labios
Y esa sonrisa como un estandarte al frente de tu vida
Y ese secreto que dirige las mareas de tu pecho
Dormido a la sombra de tus senos

Si tú murieras
Las estrellas a pesar de su lámpara encendida
Perderían el camino
¿Qué sería del universo?

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Ya había posteado este poema antes, pero lo borré cuando suprimí temporalmente el blog.
Me repito: es el mejor poema de amor escrito hasta el día de hoy en cualquier idioma. Si todos los demás poemas de amor se perdieran pero quedara el Canto II de Altazor, no pasaría nada.
Es en cierta forma inmovilizante, porque sabés que no vas a escribir nada mejor, así que lo lógico sería no intentarlo. Pero lo lógico, también, sería no escribir y dedicarse a otra cosa, más conveniente, social y económicamente hablando. Así que así estamos con las elecciones lógicas.


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Saturday, September 01, 2012

Un par de golpazos



1.-Las palmaditas en el hombro le son tan útiles a un artista como un par de anteojos a un ciego. Las verdaderas críticas son las despiadadas. Si sabés encajar el golpe, es lo único que sirve. Las críticas constructivas despiadadas, claro. No simplemente “eso que hiciste es un porquería”, ni siquiera con razones, “eso que hiciste es una porquería por X motivo”, sino con opciones y proyección, “eso que hiciste es un porquería, pero por ahí, en una de esas, si encarás por tal o cual lado, si probás tal o tal variante, puede andar”. Por suerte, he encontrado un grupo de gente que hace precisamente ese tipo de crítica útil y -si querés mejorar- necesaria.
Lo que he sacado en claro de las opiniones de los demás respecto a lo que escribo es que:
a) sobreexplico las cosas,
b) sermoneo o intento mostrar mi punto de vista personal en detrimento de los actos y las ideas de los personajes (me meto como autor, en una palabra), y
c) escribo de una forma hiperracional.
Las dos primeras son sin duda errores. La tercera, según mi opinión, es una inevitablidad: yo vivo de una forma hiperracional, vivo en mi cabeza, me interesa entender las cosas antes que experimentarlas, así que sería muy raro que pudiese escribir de otra manera. Pero, como ya dije, las dos primeras son gruesos errores.
El tema de la sobreexplicar se soluciona de manera por demás sencilla: lapicera roja, tecla de delete, elegir de todas las explicaciones repetidas la que sea más completa, reducir diez páginas a nueve u ocho, y a otra cosa. El segundo error es el que me molesta, me jode y me sorprende. Sobre todo porque lo veo mucho y lo critico mucho en otros y no tenía idea de que yo también lo cometía. Ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, diría alguna persona religiosa.
Me lo marcaron con una frase de esas que, para transmitir la dureza justa, tienen que obviar los buenos modales. Fue, creo que textualmente: “Ese es el autor metiéndose, a nadie le importa un carajo lo que opina el autor, lo que importa es lo que piensan y lo que hacen los personajes”. Y mientras lo escuchaba me corría un frío por la médula espinal. Porque es totalmente cierto, sin pizca de duda o de atenuantes. Si, como autor, querés dar opiniones, escribí un ensayo o una carta de lectores al diario. Si estás escribiendo un relato, centrate en los personajes y borrate como autor, convertite en narrador, que no es más que la herramienta textual que el relato se ve obligada a utilizar para contarse a sí mismo. Porque cuando escribís un relato a nadie le importa un carajo cómo vos, autor, ves el mundo, lo que importa es cómo lo ven los personajes, cómo eso repercute ellos y cómo reaccionan frente a ese mundo al que sólo pueden conocer a través de la manera en que los afecta. Como en la vida.

2.-El segundo sacudón ocurrió hace unos meses pero lo estoy capitalizando ahora: estoy escribiendo sonetos. Así es: so-ne-tos. Dos cuartetos y dos tercetos endecasílabos con rima consonante. Poesía medida y rimada. Algo que no hacía desde que el número que representa mi edad comenzaba con un uno en el lugar de la decena. Años y años. Lo consideraba algo pasado, algo adolescente. ¿Por qué volví a ese tipo de poesía? Porque era necesario. Y porque me dieron otro uppercut en el mentón y me dejaron de espalda en el suelo.
Tengo la teoría de que, para mi generación, la poesía con métrica y rima se siente como un emprendimiento adolescente porque hacemos una equiparación errónea entre lírica y poesía reglada. Es decir, asociamos la métrica y la rima con los poemas de amor, y a los poemas de amor con la adolescencia, entonces pasar al verso libre se siente como ponerse los pantalones largos y la poesía reglada queda relegada al pasado, como algo jocoso, como una burla que nos hacemos a nosotros mismos: “¿te acordás cuándo escribía esos poemas donde todos los versos terminaban en -ar o en -endo?”
El golpazo, el cimbronazo, fue en las clases de literatura española, donde se dejó muy claro que en la Edad Media y el renacimiento, a ningún artistas se le ocurría ponerse a escribir antes de dominar todas las herramientas de su arte. No se vale decir “escribir con métrica y rima es una boludez, entonces no lo hago”, lo que valdría sería decir “ya me harté de la métrica y la rima, ya lo manejo tanto que te puedo inventar un soneto mientras lo pronuncio, ya me aburrió por lo fácil que me resulta, entonces paso a otra cosa”. Y, por supuesto, eso no pasa para nada en mi caso. Escribir poesía según ciertas reglas se me hace trabajoso y me cuesta mucho, y por eso precisamente lo tengo que hacer.
Me hace acordar a la película Anónimo, cuando Ben Johnson y los demás escritores de Londres no pueden entender que alguien haya podido escribir toda una tragedia completa en pentámetro yámbico, y lo racionalizan diciendo “Yo podría hacerlo... pero nunca lo intenté”. Cuando llegás a ese punto, lo único que te queda es intentarlo o callarte la puta boca.

3.-Todo se relaciona en realidad con la música. Hace como un año, o más tal vez, que tengo que escribir letras para la banda de mi hermano (sea la que sea hoy en día). Y he encontrado que tal cosa me resulta casi imposible, porque no manejo las rimas y tengo apenas una noción mínima del ritmo y los procedimientos poéticos como la anáfora, la repetición, el paralelismo, que son básicas para estructurar el ritmo interno de la letra de una canción. Esa imposibilidad, esa carencia, sumada a la llamada de atención que fue compararme a mí mismo con artistas de tiempos pasados que a mi edad ya habían leído todo lo que había que leer y dominaban su arte con los ojos cerrados, fue lo que me llevó a revalorizar la poesía reglada. Sin esas cosas, ambas, seguiría riéndome de los sonetos. Pero el que daría risa sería yo.


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