Sunday, May 30, 2010

Nuevo hobbie, el regreso




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Al final pinté los Gundams con acrílico. Se notan un poco las pinceladas y si los rozás muy fuerte con algo se descascara la pintura, pero dejándolos piolitas en el estante, zafan. De última no son juguetes sino muñecos para exhibir.

El problema es que me está gustando demasiado esto de los muñecos, y estuve mirando unos de superhéroes Marvel y de una colección de Transformers que están bastante buenos. Aunque salen diez veces más que estos baratitos.
Veo un nuevo mundo de gastos chiquilines en puerta. Mi niño interior no se puede quejar.
Pero los niños igual se quejan. Incluso los interiores.


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Dos finales (bastante) decepcionantes

Cómo jode cuando algo avanza perfectamente y al final se cae, se disuelve, cuando una historia se alimenta a sí misma con buenas ideas, buenos personajes, buen ritmo, y en el momento de darle un cierre las cosas fallan, chirrian, no encastran del todo bien o simplemente acaban en un anticlímax.
Bueno, ayer, el mismo día, tuve la misma sensación con dos historias que venía siguiendo. Una es Ex Machina, serie de comics que venía leyendo escaneada, como ya lo posteé antes. La otras es Lost, indudablemente una de las mejores series de televisión que se han hecho pero cuyo final, creo, no estuvo a la altura de lo esperado.


En Ex Machina todo resulto ser muy chiquito, a una escala muy reducida. El peligro estaba ahí pero nunca se hizo presente. Y uno está acostumbrado (o yo, al menos, estoy acostumbrado) a que los comics de superhéroes, por más realistas que pretendan ser (¿y cómo podría un comic de superhéroes ser “realista”?) sean el último refugio de la grandilocuencia, que sean “larger than lifre” como dicen los yankis. Y cuando te contradicen el horizonte de expectativas se te complica digerirlo. Culpa mía capaz.
Igual, lo que leí fue el anteúltimo número, el 49, ya que la serie termina en el 50, pero la historia, el relato, creo, terminó acá. El número final debe ser un epílogo (como lo fue el número 27 de Planetary, otra serie que no me voy a cansar de recomendar y que espero que alguien publique acá antes de que me gaste un fangote de guita en la versión española), aunque todavía es posible que me equivoque y me den una sorpresa. Las cosas no se terminan hasta que se terminan, ¿no?




En cuanto a Lost, ¡carajo! ¡Qué difícil es ser objetivo! Pero la verdad desapasionada que es el último capítulo fue un robo a mano armada. He leído que por ahí lo llaman una falta de respeto, y casi estoy de acuerdo.
Primero habla el fan: el capítulo me emocionó, estuve varias veces al borde de la lagrimeada (sobre todo cuando Sawyer y Juliete se reconocen, cuando nace Aaron), me sacaron una sonrisa casi todos los diálogos de Hugo, le ponía pilas y ganas y apoyo a cada movimiento de Desmond para juntar a los compañeros que faltaban. Emotivamente fue un golazo. Lo único igual de emocionante e incongruente que experimenté antes fue leer Green Lantern: Rebirth hace unos años. Los comiqueros me van a entender. La miniserie fue solamente una excusa para traer al Hal Jordan de nuevo al Universo DC, pero ¡pedazo de excusa! Hay tanto amor a los personajes, tanta emoción genuina, tanta caracterización de los Green Lanterns como esas personas valientes y altruistas que todos deberíamos ser, que te gana la emoción y bloquea el sentimiento de incongruencia, te sale tirar un “¡Qué copado!” antes que un “¡Pero esto no tiene sentido”!”.
Como fan me pasó eso con el último capítulo de Lost.
Pero como “crítico” o como televidente con dos dedos de frente, me sentí estafado. Ya cuando la temporada iba por la mitad me di cuenta de que no tenían tiempo real, fáctico, televisivo, para darle un cierre coherente a todas las cosas que quedaban por explicar. En el capítulo 16 fue incluso más claro. Terminé de verlo y me dije “Bueno, queda un capítulo doble, pero igual, ni a palos van a poder explicarlo todo”. Y claro, la sensación se debía a que no pretendían, ni por las tapas, explicarlo todo.
He leído por ahí que esa indefinición fue adrede, que dejar todo “librado a la inteligencia del televidente” fue siempre la filosofía de los creadores, que “todas las pistas están ahí para quienes quieran verlas”. No me parece. Las pistas están ahí pero hay demasiados espacios en blanco que tienen que ser llenados con teorías propias tiradas de los pelos. Por no hablar de las incongruencias manifiestas. Por tirar un par: por qué Locke al morir no se volvió el humo negro o desapareció, si ese no era su cuerpo sino un constructo a su imagen; por qué Jack tenía un hijo en el “más allá” que todos habían construido por comité; por qué Desmond sabía lo que pasaba en “la otra realidad” después de que le dieron un saque de electromagnetismo si de hecho no era otra realidad sino un “más allá” que crearon sin querer después de muertos (y si Hugo era el nuevo protector de la isla, debe haber tardado décadas o incluso siglos en morir). Y no sigo porque me sube la calentura.
Cada uno lo toma como quiere. Se puede repetir lo que dijeron en los Simpson, en el capítulo de Poochie: “Ellos te dan miles de horas de entretenimiento gratis, ¿qué pueden deberte a ti? (o “a vos”, en mi caso)” Lo que me jode sobre todo es que a mí me encanta recomendar cosas, compartir con otros lo que me parece que vale la pena, y con el final me complicaron todo. Si le decís a alguien que te pregunta sobre Lost: “La serie es maravillosa... el final, una cagada”, no es precisamente la mejor recomendación. Si me tiran eso creo que no me gastaría en mirarla.
Como sea, fueron para mí cuatro años en los que Lost fue parte de mi vida, porque la empecé a ver en la tercera temporada. Cada final de capítulo me dejaba esperando la semana siguiente. En los descansos entre temporadas sentía verdadera abstinencia. Me acuerdo que, cuando Santi recién había nacido y estaba todo el día con él, pendiente, el único momento para mí que me di fue el fin de semana de la maratón de la cuarta temporada. Es la tercer serie que sigo fielmente en mi vida. Las otras fueron ST:NG y X-Files y de las tres me quedan buenos recuerdos.
Al final, voy a tener que repetir lo que postearon otros blogeros: podés mirar Lost y te va a gustar, incluso te puede llegar a fascinar, mientras pongas el énfasis en disfrutar el viaje y no en esperar que todo encastre perfectamente al final.


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Yo tengo el segundo mejor laburo del mundo...




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este tipo tiene el primero. Viajar por el mundo cocinando, comiendo y conociendo lugares nuevos, y que te paguen por eso, debe ser sin duda la descripción del mejor laburo del mundo. Un amigo opina que el mejor laburo del mundo sería viajar catando mujeres en lugar de comida, pero dudo que eso cuente como trabajo... salvo que el Travel & Living tenga una programación de trasnoche que desconozco.

No soy muy fan de los programas de cocina tipo Utilísima, pero el programa de Anthony Bourdain no tiene nada que ver con eso. Es más un programa cultural que gastronómico. Y sobre todo es un programa conducido por un tipo que las tiene bien puestas. En más de un sentido. Hay que tenerlas bien puestas para salir de la corrección política y decir que una tortilla de huevo de avestruz cocinada por los indígenas africanos en medio de la ceniza caliente tiene un gusto horrible. Hay que tenerlas bien puestas para decir que en tu propio restaurante los que cocinan los platos que llevan tu nombre en el menú son todos chefs y cocineros mexicanos ilegales. O para reírse de los libros de cocina pergeñados por famosos con nombre y apellido.
Lo que me cabe de Anthony Bourdain es que, sobre todo, me parece un tipo sincero, que dice lo que piensa y que se mantiene al nivel de la calle, que mira a todas las culturas y a todas las comidas por igual, que elogia platos simples mientras te explica que en tal lugar del mundo durante mucho tiempo se cagaron de hambre y no tenían casi nada con qué cocinar y por eso, aguzando el ingenio, crearon maravillas con dos o tres ingredientes que en otro tiempo y lugar hubiesen parado en el fondo del tacho de la basura, que te enseña que la comida también cuenta historias, que muchas veces no se cocina lo que se quiere sino lo que se puede y que a partir de la necesidad y la inventiva se puede llagar a la exquisitez.
Además, cuando vino a la Argentina, después de ir a los cafés porteños y esas rutinas de folleto turístico, terminó ¡comiéndose un pollo al disco en un camping de El Bolsón! Si con eso el tipo no te cae bien, no sé qué tiene que hacer.


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Sunday, May 23, 2010

Fort

No perdería mi tiempo en escribir esto si no creyera que voy a decir algo que valga la pena, así que bánquenme.

El pibe éste Fort ya me tiene repodrido. Como a todos, creo. Al principio era pintoresco y además llamaba la atención porque despertaba algo muy humano y muy bajo: las ganas que hemos tenido todos alguna vez de estar podridos en guita y hacer lo que sea que se nos cante sin pensar en si podemos o no; estar tan podridos en guita que ni la moral ni las leyes ni la lógica se aplicaran a nuestros caprichos ni a nuestras conductas, que no fueran limitaciones. La gente que lo sigue mirando y admirando todavía es atraída por esa vibración emocional tan rastrera, por la identificación que les dice “Si yo tuviera la guita que él tiene también me podría dar el lujo de ser igual de vacío e igual de pelotudo”. Aparte, esa frase, “darse el lujo”, expresa cabalmente cómo las “excentricidades” son lujos que se pagan, que están al alcance sólo de quien puede pagarlas.
Pero en realidad Fort no es un excéntrico. Ni siquiera es un pelotudo. Simplemente es un cobarde, en el sentido filosófico del término.
Desde Sartre sabemos (capaz que otros lo saben mucho antes pero yo lo sé desde que leí a Sartre) que las miradas de los demás nos conforman mediante su aceptación o su rechazo, mediante la imagen que se hacen de nosotros y que, ya sea en actos o en palabras, nos devuelven como reflejo; que la personalidad es como esas Casas de la Risa que aparecen en las ferias de películas yankis donde la gente va caminando y muchos espejos deformados les muestran reflejos ridículos de ellos mismos.
Este pibe Fort un día, seguramente sin quererlo y aún más seguramente sin buscarlo, vio de reojo el sinsentido de la vida, la nada de la cual venimos y que al mismo tiempo nos espera. Y se cagó en las patas. Como lo único que sabe es comprar y el sentido no se compra, quedó vencido y desarmado ante el sinsentido, abriendo la billetera o sacándole el capuchón a la birome para firmar cheques como su único reflejo natural de defensa. Y en su mente y en su espíritu vacíos apareció la noción de “importancia”. “Nada tiene sentido”, se dijo, “pero aún así hay cosas que a la gente le importan o no, hay cosas a las que le DAN importancia y esas cosas quedan impregnadas de esa cualidad de importante de una vez y para siempre. Y yo tengo que ser una de esas cosas. La gente tiene que DARME la importancia que yo, por mí mismo, no tengo”. Entonces se obsesionó por ser famoso, porque a la gente (a la gente de la peor calaña, de la más baja denominación espiritual e intelectual) le importaran las idioteces que él haría y que, a través de ese acto, le DIERAN importancia no sólo a sus “extravagancias” sino a él mismo como ser, como ente.
Fort no es otra cosa que eso: un cobarde filosófico, un cagón metafísico, alguien que en el momento de cruzar sin querer sus ojos con el abismo de la nada no tuvo los huevos para sostenerle la mirada.
Él se cree un superhombre. Nietszche le escupiría en la cara.

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Wednesday, May 12, 2010

SIlo

Humanizar la tierra - La mirada interna

XIII. Los Principios

Distinta es la actitud frente la vida y a las cosas cuando la revelación interna hiere como el rayo.
Siguiendo los pasos lentamente, meditando lo dicho y lo por decir aun, puedes convertir el sin-sentido en sentido. No es indiferente lo que hagas con tu vida. Tu vida sometida a leyes, esta expuesta ante posibilidades a escoger. Yo no te hablo de libertad. Te hablo de liberación, de movimiento, de proceso. No te hablo de libertad como algo quieto, sino de liberarse paso a paso, como se va liberando del necesario camino recorrido el que se acerca a su ciudad. Entonces, " lo que se debe hacer " no depende de una moral lejana, incomprensible y convencional, sino de leyes: leyes de vida , de luz , de evolución.
He aquí los llamados " Principios ", que pueden ayudar en la búsqueda de la unidad interior.

1.- Ir contra la evolución de las cosas es ir contra uno mismo.

2.- Cuando fuerzas algo hacia un fin produces lo contrario .

3.- No te opongas a una gran fuerza. Retrocede hasta que aquella se debilite; entonces, avanza con resolución.

4.- Las cosas están bien cuando marchan en conjunto, no aisladamente.

5.- Si para ti están bien el día y la noche, el verano y el invierno, has superado las contradicciones.

6.- Si persigues el placer, te encadenas al sufrimiento. Pero, en tanto no perjudiques tu salud, goza sin inhibición cuando la oportunidad se presente.

7.- Si persigues un fin, te encadenas. Si todo lo realizas como si fuera un fin en si mismo, te liberas.

8.- Harás desaparecer tus conflictos cuando los entiendas en su ultima raíz, no cuando quieras resolverlos.

9.- Cuando perjudicas a los demás quedas encadenado. Pero si no perjudicas a otros, puedes hacer cuanto quieras con libertad.

10.- Cuando tratas a los demás como quieres que te traten, te liberas.

11.- No importa en que bando te hayan puesto los acontecimientos, lo que importa es que comprendas que tu no has elegido ningún bando.

12.- Los actos contradictorios o unitivos se acumulan en ti. Si repites tus actos de unidad interna, ya nada podrá detenerte.

Serás como una fuerza de la Naturaleza, cuando a su paso no encuentra resistencia. Aprende a distinguir aquello que es dificultad, problema, inconveniente, de esto que es contradicción. Si aquellos te mueven o te incitan, esta te inmoviliza en circulo cerrado.
Cuando encuentres una gran fuerza, alegría y bondad en tu corazón o cuando te sientas libre y sin contradicciones, inmediatamente agrádese en tu interior. Cuando te suceda lo contrario, pide con fe y aquel agradecimiento que acumulaste volverá convertido y ampliado en beneficio.

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Cartas a mis amigos

SEXTA CARTA A MIS AMIGOS

Estimados amigos:
Varios lectores de mis cartas han vuelto a la carga pidiendo mayor definición en lo que hace a la acción social y política y a sus perspectivas transformadoras. En tal situación, podría limitarme a repetir lo dicho al comienzo de la primera carta: “Desde hace tiempo recibo correspondencia desde distintos países pidiendo explicaciones sobre temas que aparecen en mis libros. En general, se reclama clarificación sobre asuntos tan concretos como la violencia, la política, la economía, la ecología, las relaciones personales y las interpersonales. Como se ve, las preocupaciones son muchas y diversas y es claro que en esos campos tendrán que ser los especialistas quienes den respuesta, Por supuesto, ese no es mi caso”. No obstante, en posterior correspondencia hice algunos comentarios sobre los tópicos citados pero sin lograr satisfacer los requerimientos. ¿Cómo responder a tamañas cuestiones en la extensión y naturaleza de una carta? De este modo, se me ha puesto en un aprieto.
Como todos sabemos participo en una corriente de opinión, en un movimiento que a lo largo de tres décadas ha producido numerosas instituciones y que ha confrontado con dictaduras e injusticias de todo tipo. Sobre todo, ha confrontado con la desinformación, la calumnia y el silencio deliberado. De todas maneras, este movimiento se ha extendido por el mundo conservando su independencia tanto económica como ideológica. Probablemente, si se hubiera rendido a la conveniencia en una corta y sucia especulación contaría con reconocimiento y Prensa. Pero eso hubiera consagrado, finalmente, el triunfo del absurdo y la victoria de todo aquello contra lo que se ha luchado. En nuestra historia hay sangre, cárceles, deportaciones y cercos de todo tipo. Es necesario recordarlo. Nuestro movimiento siempre se sintió tributario del humanismo histórico por el acento que aquél puso en la libertad de conciencia, en la lucha contra todo oscurantismo y en la defensa de los más altos valores humanos. Pero también, nuestro movimiento ha producido trabajos y estudios suficientes para dar respuesta a una época en la que, finalmente, se ha precipitado la crisis. A tales trabajos y estudios habré de apelar explicando, en la extensión de una carta, los temas y propuestas fundamentales de los humanistas de hoy.

DOCUMENTO DEL MOVIMIENTO HUMANISTA
Los humanistas son mujeres y hombres de este siglo, de ésta época. Reconocen los antecedentes del humanismo histórico y se inspiran en los aportes de las distintas culturas, no solamente de aquellas que en este momento ocupan un lugar central. Son, además, hombres y mujeres que dejan atrás este siglo y este milenio, y se proyectan a un nuevo mundo.
Los humanistas sienten que su historia es muy larga y que su futuro es aún más extendido. Piensan en el porvenir, luchando por superar la crisis general del presente. Son optimistas, creen en la libertad y en el progreso social.
Los humanistas son internacionalistas, aspiran a una nación humana universal. Comprenden globalmente al mundo en que viven y actúan en su medio inmediato. No desean un mundo uniforme sino múltiple: múltiple en las etnias, lenguas y costumbres; múltiple en las localidades, las regiones y las autonomías; múltiple en las ideas y las aspiraciones; múltiple en las creencias, el ateísmo y la religiosidad; múltiple en el trabajo; múltiple en la creatividad.
Los humanistas no quieren amos; no quieren dirigentes ni jefes, ni se sienten representantes ni jefes de nadie. Los humanistas no quieren un Estado centralizado, ni un Paraestado que lo reemplace. Los humanistas no quieren ejércitos policíacos, ni bandas armadas que los sustituyan.
Pero entre las aspiraciones humanistas y las realidades del mundo de hoy, se ha levantado un muro. Ha llegado pues, el momento de derribarlo. Para ello es necesaria la unión de todos los humanistas del mundo.

I. El capital mundial
He aquí la gran verdad universal: el dinero es todo. El dinero es gobierno, es ley, es poder. Es, básicamente, subsistencia. Pero además es el Arte, es la Filosofía y es la Religión. Nada se hace sin dinero; nada se puede sin dinero. No hay relaciones personales sin dinero. No hay intimidad sin dinero y aún la soledad reposada depende del dinero.
Pero la relación con esa “verdad universal” es contradictoria. Las mayorías no quieren este estado de cosas. Estamos pues, ante la tiranía del dinero. Una tiranía que no es abstracta porque tiene nombre, representantes, ejecutores y procedimientos indudables.
Hoy no se trata de economías feudales, ni de industrias nacionales, ni siquiera de intereses de grupos regionales. Hoy se trata de que aquellos supervivientes históricos acomodan su parcela a los dictados del capital financiero internacional. Un capital especulador que se va concentrando mundialmente. De esta suerte, hasta el Estado nacional requiere para sobrevivir del crédito y el préstamo. Todos mendigan la inversión y dan garantías para que la banca se haga cargo de las decisiones finales. Está llegando el tiempo en que las mismas compañías, así como los campos y las ciudades, serán propiedad indiscutible de la banca. Está llegando el tiempo del Paraestado, un tiempo en el que el antiguo orden debe ser aniquilado.
Parejamente, la vieja solidaridad se evapora. En definitiva, se trata de la desintegración del tejido social y del advenimiento de millones de seres humanos desconectados e indiferentes entre sí a pesar de las penurias generales. El gran capital domina no solo la objetividad gracias al control de los medios de producción, sino la subjetividad gracias al control de los medios de comunicación e información. En estas condiciones, puede disponer a gusto de los recursos materiales y sociales convirtiendo en irrecuperable a la naturaleza y descartando progresivamente al ser humano. Para ello cuenta con la tecnología suficiente. Y, así como ha vaciado a las empresas y a los estados, ha vaciado a la Ciencia de sentido convirtiéndola en tecnología para la miseria, la destrucción y la desocupación.
Los humanistas no necesitan abundar en argumentación cuando enfatizan que hoy el mundo está en condiciones tecnológicas suficientes para solucionar en corto tiempo los problemas de vastas regiones en lo que hace a pleno empleo, alimentación, salubridad, vivienda e instrucción. Si esta posibilidad no se realiza es, sencillamente, porque la especulación monstruosa del gran capital lo está impidiendo.
El gran capital ya ha agotado la etapa de economía de mercado y comienza a disciplinar a la sociedad para afrontar el caos que él mismo ha producido. Frente a esta irracionalidad, no se levantan dialécticamente las voces de la razón sino los más oscuros racismos, fundamentalismos y fanatismos. Y si es que este neo-irracionalismo va a liderar regiones y colectividades, el margen de acción para las fuerzas progresistas queda día a día reducido. Por otra parte, millones de trabajadores ya han cobrado conciencia tanto de las irrealidades del centralismo estatista, cuanto de la falsedades de la democracia capitalista. Y así ocurre que los obreros se alzan contra sus cúpulas gremiales corruptas, del mismo modo que los pueblos cuestionan a los partidos y los gobiernos. Pero es necesario dar una orientación a éstos fenómenos que de otro modo se estancarán en un espontaneísmo sin progreso. Es necesario discutir en el seno del pueblo los temas fundamentales de los factores de la producción.
Para los humanistas existen como factores de la producción, el trabajo y el capital, y están demás la especulación y la usura. En la actual situación los humanistas luchan porque la absurda relación que ha existido entre esos dos factores sea totalmente transformada. Hasta ahora se ha impuesto que la ganancia sea para el capital y el salario para el trabajador, justificando tal desequilibrio con el “riesgo” que asume la inversión... como si todo trabajador no arriesgara su presente y su futuro en los vaivenes de la desocupación y la crisis. Pero, además, está en juego la gestión y la decisión en el manejo de la empresa. La ganancia no destinada a la reinversión en la empresa, no dirigida a su expansión o diversificación, deriva hacia la especulación financiera. La ganancia que no crea nuevas fuentes de trabajo, deriva hacia la especulación financiera. Por consiguiente, la lucha de los trabajadores ha de dirigirse a obligar al capital a su máximo rendimiento productivo. Pero esto no podrá implementarse a menos que la gestión y dirección sean compartidas. De otro modo, ¿cómo se podría evitar el despido masivo, el cierre y el vaciamiento empresarial? Porque el gran daño está en la subinversión, la quiebra fraudulenta, el endeudamiento forzado y la fuga del capital, no en las ganancias que se puedan obtener como consecuencia del aumento en la productividad. Y si se insistiera en la confiscación de los medios de producción por parte de los trabajadores, siguiendo las enseñanzas del siglo XlX, se debería tener en cuenta también el reciente fracaso del socialismo real.
En cuanto a la objeción de que encuadrar al capital, así como está encuadrado el trabajo, produce su fuga a puntos y áreas más provechosas ha de aclararse que esto no ocurrirá por mucho tiempo más ya que la irracionalidad del esquema actual lo lleva a su saturación y crisis mundial. Esa objeción, aparte del reconocimiento de una inmoralidad radical desconoce el proceso histórico de la transferencia del capital hacia la banca resultando de ello que el mismo empresario se va convirtiendo en empleado sin decisión dentro de una cadena en la que aparenta autonomía. Por otra parte, a medida que se agudice el proceso recesivo, el mismo empresariado comenzará a considerar éstos puntos.
Los humanistas sienten la necesidad de actuar no solamente en el campo laboral sino también en el campo político para impedir que el Estado sea un instrumento del capital financiero mundial, para lograr que la relación entre los factores de la producción sea justa y para devolver a la sociedad su autonomía arrebatada.

II. La democracia formal y la democracia real
Gravemente se ha ido arruinando el edificio de la democracia al resquebrajarse sus bases principales: la independencia entre poderes, la representatividad y el respeto a las minorías.
La teórica independencia entre poderes es un contrasentido. Basta pesquisar en la práctica el origen y composición de cada uno de ellos, para comprobar las íntimas relaciones que los ligan. No podría ser de otro modo. Todos forman parte de un mismo sistema. De manera que las frecuentes crisis de avance de unos sobre otros, de superposición de funciones, de corrupción e irregularidad, se corresponden con la situación global, económica y política, de un país dado.
En cuanto a la representatividad. Desde la época de la extensión del sufragio universal se pensó que existía un solo acto entre la elección y la conclusión del mandato de los representantes del pueblo. Pero a medida que ha transcurrido el tiempo se ha visto claramente que existe un primer acto mediante el cual muchos eligen a pocos y un segundo acto en el que estos pocos traicionan a los muchos, representando a intereses ajenos al mandato recibido. Ya ese mal se incuba en los partidos políticos reducidos a cúpulas separadas de las necesidades del pueblo. Ya, en la máquina partidaria, los grandes intereses financian candidatos y dictan las políticas que éstos deberán seguir. Todo esto evidencia una profunda crisis en el concepto y la implementación de la representatividad.
Los humanistas luchan para transformar la práctica de la representatividad dando la mayor importancia a la consulta popular, el plebiscito y la elección directa de los candidatos. Porque aún existen, en numerosos países, leyes que subordinan candidatos independientes a partidos políticos, o bien, subterfugios y limitaciones económicas para presentarse ante la voluntad de la sociedad. Toda Constitución o ley que se oponga a la capacidad plena del ciudadano de elegir y ser elegido, burla de raíz a la democracia real que está por encima de toda regulación jurídica. Y, si se trata de igualdad de oportunidades, los medios de difusión deben ponerse al servicio de la población en el período electoral en que los candidatos exponen sus propuestas, otorgando a todos exactamente las mismas oportunidades. Por otra parte, deben imponerse leyes de responsabilidad política mediante las cuales todo aquel que no cumpla con lo prometido a sus electores arriesgue el desafuero, la destitución o el juicio político. Porque el otro expediente, el que actualmente se sostiene, mediante el cual los individuos o los partidos que no cumplan sufrirán el castigo de las urnas en elección futura, no interrumpe en absoluto el segundo acto de traición a los representados. En cuanto a la consulta directa sobre los temas de urgencia, cada día existen más posibilidades para su implementación tecnológica. No es el caso de priorizar las encuestas y los sondeos manipulados, sino que se trata de facilitar la participación y el voto directo a través de medios electrónicos y computacionales avanzados.
En una democracia real debe darse a las minorías las garantías que merece su representatividad pero, además, debe extremarse toda medida que favorezca en la práctica su inserción y desarrollo. Hoy, las minorías acosadas por la xenofobia y la discriminación piden angustiosamente su reconocimiento y, en ese sentido, es responsabilidad de los humanistas elevar este tema al nivel de las discusiones más importantes encabezando la lucha en cada lugar hasta vencer a los neofascismos abiertos o encubiertos. En definitiva, luchar por los derechos de las minorías es luchar por los derechos de todos los seres humanos.
Pero también ocurre en el conglomerado de un país que provincias enteras, regiones o autonomías, padecen la misma discriminación de las minorías merced a la compulsión del Estado centralizado, hoy instrumento insensible en manos del gran capital. Y esto deberá cesar cuando se impulse una organización federativa en la que el poder político real vuelva a manos de dichas entidades históricas y culturales.
En definitiva, poner por delante los temas del capital y el trabajo, los temas de la democracia real, y los objetivos de la descentralización del aparato estatal, es encaminar la lucha política hacia la creación de un nuevo tipo de sociedad. Una sociedad flexible y en constante cambio, acorde con las necesidades dinámicas de los pueblos hoy por hoy asfixiados por la dependencia.

III. La posición humanista
La acción de los humanistas no se inspira en teorías fantasiosas acerca de Dios, la Naturaleza, la Sociedad o la Historia. Parte de las necesidades de la vida que consisten en alejar el dolor y aproximar el placer. Pero la vida humana agrega a las necesidades su previsión a futuro basándose en la experiencia pasada y en la intención de mejorar la situación actual. Su experiencia no es simple producto de selecciones o acumulaciones naturales y fisiológicas, como sucede en todas las especies, sino que es experiencia social y experiencia personal lanzadas a superar el dolor actual y a evitarlo a futuro. Su trabajo, acumulado en producciones sociales, pasa y se transforma de generación en generación en lucha continua por mejorar las condiciones naturales, aún las del propio cuerpo. Por esto, al ser humano se lo debe definir como histórico y con un modo de acción social capaz de transformar al mundo y a su propia naturaleza. Y cada vez que un individuo o un grupo humano se impone violentamente a otros, logra detener la historia convirtiendo a sus víctimas en objetos “naturales”. La naturaleza no tiene intenciones, así es que al negar la libertad y las intenciones de otros, se los convierte en objetos naturales, en objetos de uso.
El progreso de la humanidad, en lento ascenso, necesita transformar a la naturaleza y a la sociedad eliminando la violenta apropiación animal de unos seres humanos por otros. Cuando esto ocurra, se pasará de la prehistoria a una plena historia humana. Entre tanto, no se puede partir de otro valor central que el del ser humano pleno en sus realizaciones y en su libertad. Por ello los humanistas proclaman: “Nada por encima del ser humano y ningún ser humano por debajo de otro”. Si se pone como valor central a Dios, al Estado, al Dinero o a cualquier otra entidad, se subordina al ser humano creando condiciones para su ulterior control o sacrificio. Los humanistas tienen claro este punto. Los humanistas son ateos o creyentes, pero no parten de su ateísmo o de su fe para fundamentar su visión del mundo y su acción. Parten del ser humano y de sus necesidades inmediatas. Y, si en su lucha por un mundo mejor creen descubrir una intención que mueve la Historia en dirección progresiva, ponen esa fe o ese descubrimiento al servicio del ser humano.
Los humanistas plantean el problema de fondo: saber si se quiere vivir y decidir en qué condiciones hacerlo.
Todas las formas de violencia física, económica, racial, religiosa, sexual e ideológica, merced a las cuales se ha trabado el progreso humano, repugnan a los humanistas. Toda forma de discriminación manifiesta o larvada, es un motivo de denuncia para los humanistas.
Los humanistas no son violentos, pero por sobre todo no son cobardes ni temen enfrentar a la violencia porque su acción tiene sentido. Los humanistas conectan su vida personal, con la vida social. No plantean falsas antinomias y en ello radica su coherencia.
Así está trazada la línea divisoria entre el Humanismo y el Anti-humanismo. El Humanismo pone por delante la cuestión del trabajo frente al gran capital; la cuestión de la democracia real frente a la democracia formal; la cuestión de la descentralización, frente a la centralización; la cuestión de la antidiscriminación, frente a la discriminación; la cuestión de la libertad frente a la opresión; la cuestión del sentido de la vida, frente a la resignación, la complicidad y el absurdo.
Porque el Humanismo se basa en la libertad de elección, posee la única ética valedera del momento actual. Así mismo, porque cree en la intención y la libertad distingue entre el error y la mala fe, entre el equivocado y el traidor.

IV. Del Humanismo ingenuo al Humanismo consciente
Es en la base social, en los lugares de labor y habitación de los trabajadores donde el Humanismo debe convertir la simple protesta en fuerza consciente orientada a la transformación de las estructuras económicas.
En cuanto a los miembros combativos de las organizaciones gremiales y los miembros de partidos políticos progresistas, su lucha se hará coherente en la medida en que tiendan a transformar las cúpulas de las organizaciones en las que están inscriptos dándole a sus colectividades una orientación que ponga en primer lugar, y por encima de reivindicaciones inmediatistas, los planteos de fondo que propicia el Humanismo.
Vastas capas de estudiantes y docentes, normalmente sensibles a la injusticia, irán haciendo consciente su voluntad de cambio en la medida en que la crisis general del sistema los afecte. Y, por cierto, la gente de Prensa en contacto con la tragedia cotidiana está hoy en condiciones de actuar en dirección humanista al igual que sectores de la intelectualidad cuya producción está en contradicción con las pautas que promueve este sistema inhumano.
Son numerosas las posturas que, teniendo por base el hecho del sufrimiento humano, invitan a la acción desinteresada a favor de los desposeídos o los discriminados. Asociaciones, grupos voluntarios y sectores importantes de la población se movilizan, en ocasiones, haciendo su aporte positivo. Sin duda que una de sus contribuciones consiste en generar denuncias sobre esos problemas. Sin embargo, tales grupos no plantean su acción en términos de transformación de las estructuras que dan lugar a esos males. Estas posturas se inscriben en el Humanitarismo más que en el Humanismo consciente. En ellas se encuentran ya protestas y acciones puntuales susceptibles de ser profundizadas y extendidas.

V. El campo antihumanista
A medida que las fuerzas que moviliza el gran capital van asfixiando a los pueblos, surgen posturas incoherentes que comienzan a fortalecerse al explotar ese malestar canalizándolo hacia falsos culpables. En la base de estos neofascismos está una profunda negación de los valores humanos. También en ciertas corrientes ecologistas desviatorias se apuesta en primer término a la naturaleza en lugar del hombre. Ya no predican que el desastre ecológico es desastre, justamente, porque hace peligrar a la humanidad sino porque el ser humano ha atentado contra la naturaleza. Según algunas de estas corrientes, el ser humano está contaminado y por ello contamina a la naturaleza. Mejor sería, para ellos, que la medicina no hubiera tenido éxito en el combate con las enfermedades y en el alargamiento de la vida. “La Tierra primero”, gritan histéricamente, recordando las proclamas del nazismo. Desde allí a la discriminación de culturas que contaminan, de extranjeros que ensucian y polucionan, hay un corto paso. Estas corrientes se inscriben también en el anti-humanismo porque en el fondo desprecian al ser humano. Sus mentores se desprecian a sí mismos, reflejando las tendencias nihilistas y suicidas a la moda.
Una franja importante de gente perceptiva también adhiere al ecologismo porque entiende la gravedad del problema que este denuncia. Pero si ese ecologismo toma el carácter humanista que corresponde, orientará la lucha hacia los promotores de la catástrofe, a saber: el gran capital y la cadena de industrias y empresas destructivas, parientes próximas del complejo militar-industrial. Antes de preocuparse por las focas se ocupará del hambre, el hacinamiento, la mortinatalidad, las enfermedades y los déficits sanitarios y habitacionales en muchas partes del mundo. Y destacará la desocupación, la explotación, el racismo, la discriminación y la intolerancia, en el mundo tecnológicamente avanzado. Mundo que, por otra parte, está creando los desequilibrios ecológicos en aras de su crecimiento irracional.
No es necesario extenderse demasiado en la consideración de las derechas como instrumentos políticos del Anti-humanismo. En ellas la mala fe llega a niveles tan altos que, periódicamente, se publicitan como representantes del “Humanismo”. En esa dirección, no ha faltado tampoco la astuta clerigalla que ha pretendido teorizar sobre la base de un ridículo “Humanismo Teocéntrico” (?). Esa gente, inventora de guerras religiosas e inquisiciones; esa gente que fue verdugo de los padres históricos del humanismo occidental, se ha arrogado las virtudes de sus víctimas llegando inclusive a “perdonar los desvíos” de aquellos humanistas históricos. Tan enorme es la mala fe y el bandolerismo en la apropiación de las palabras que los representantes del Anti-humanismo han intentado cubrirse con el nombre de “humanistas”.
Sería imposible inventariar los recursos, instrumentos, formas y expresiones de que dispone el Anti-humanismo. En todo caso esclarecer sobre sus tendencias más solapadas contribuirá a que muchos humanistas espontáneos o ingenuos revisen sus concepciones y el significado de su práctica social.

VI. Los frentes de acción humanista
El Humanismo organiza frentes de acción en el campo laboral, habitacional, gremial, político y cultural con la intención de ir asumiendo el carácter de movimiento social. Al proceder así, crea condiciones de inserción para las diferentes fuerzas, grupos e individuos progresistas sin que éstos pierdan su identidad ni sus características particulares. El objetivo de tal movimiento consiste en promover la unión de fuerzas capaces de influir crecientemente sobre vastas capas de la población orientando con su acción la transformación social.
Los humanistas no son ingenuos ni se engolosinan con declaraciones propias de épocas románticas. En ese sentido, no consideran sus propuestas como la expresión más avanzada de la conciencia social, ni piensan a su organización en términos indiscutibles. Los humanistas no fingen ser representantes de las mayorías. En todo caso, actúan de acuerdo a su parecer más justo apuntando a las transformaciones que creen más adecuadas y posibles en este momento que les toca vivir.

Confío en que podamos continuar con otros asuntos en la próxima carta.
Reciban con ésta, un gran saludo.

5 de abril de 1993

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Estoy leyendo ya hace un par de meses el primer tomo de las Obras Completas de Silo. Me lleva bastante porque me quiero concentrar y como lo leo en el laburo por ahí tengo distracciones (¿ya mencioné que tengo el segundo mejor trabajo del mundo, no?). Es un librazo de más de mil páginas, dentro del cual creo que lo más flojo son las experiencias guiadas y los relatos. No me llega para nada la forma de narrar de Silo, demasiado esquemática incluso en la construcción de las oraciones; el ritmo de los cuentos es tan monótono y machacoso que parecen textos legales o informes policiales antes que escritos pensados con una finalidad estética. Pero los ensayos me gustaron y me generaron una sensación importante de descubrimiento e identificación. Sobre todo los dos que posteo ahora.
Los principios son simples. Hasta demasiado simples. Pero si uno los mira bien resultan válidos, importantes y hasta útiles en la vida diaria. Y la Sexta carta, con su enumeración de los puntos decisivos dentro de la cosmovisión humanista, me hizo darme cuenta de que toda mi vida adulta he sido humanista y ni siquiera lo sabía. A lo mejor a alguien más que los lea acá le puede pasar lo mismo.

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Sunday, May 02, 2010

Buenos tiempos (el regreso)


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Seguimos con la bonanza comiquera en los kioscos. Ahora llegaron Batman y Tarzan, además de otras novedades.
Para completar la idea del post anterior sobre los comics que se pueden conseguir en Neuquén, tengo que decir que en las revistas de Superman se está serializando For Tomorrow, una historia escirta por Brian Azzarello y dibujada por Jim Lee, que tuvo bastante repercusión en Norteamérica cuando se editó allá. Supongo que por los dibujos de Lee, porque el guión es enrevesado, poco interesante, lleno de conversaciones que no van a ningún lado, con frases incompletas y silencios largos e inútiles, como si escucharas hablar a dos locos. Leí unos número de 100 balas, la serie más famosa de Azzarello, y me gustaron, más allá de que al ser una serie de esas que se planifican con principio y final, en dos número del medio no entendés un carajo, pero igual fue una buena lectura. Pero ya cuando Sticker Design sacó Batman: Ciudad quebrada, la forma de guinozar de Azzarello me pareció una porquería, por los mismos defectos que señalo ahora en Superman, así que debe haber alguna falencia ahí, alguna tara. A lo mejor en inglés los diálogos son buenos y se estropean al traducirlos. No sé. Lo que sé es que no está entre mis guionistas favoritos seguro.
El dibujo de Lee garpa un montón, para contrastar.



Pasando a Batman, están publicando Tierra de nadie. La historia está buena y ver a los personajes en un contexto tan distinto al habitual es raro, pero la premisa está bien aprovechada. Los dibujantes son buenos, al menos en estos dos primeros números, pero en sus comienzos. Nada que ver con el Maleev de hoy o el Eaglesham que vimos en Villanos unidos. Supongo que los veremos mejorar con el paso de os números.
El papel y la impresión son impresionantes, valga el juego de palabras. Y son los tomos más gordos que he visto en un kiosco para una serie regular. Salen el dobre que los de Superman (o sea, 15 y 30 mangos) pero traen más de el doble de material (3 números versus 7) con una calidad mucho mejor. Así que, salvo por lo deslucido del dibujo, es un oferta muy buena.

Los tomos de Tarzán son el sueño del pibe si sos coleccionista de comics. Tiras de prensa imposibles de conseguir de otra forma y dibujadas por Hal Foster, uno de los mejores dibujantes de todos los tiempos (el mismo del Príncipe Valiente), junto con el Alex Raymond de Flash Gordon.



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Ex Machina – de Brian K. Vaughan & Tony Harris


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El otro día estaba mirando las solicitations de DC para dentro de tres meses y me di cuenta de que en el número 50 termina Ex Machina, una de las tantas series de autor que están de  moda ahora. Entonces, como he leído muchas buenas críticas acerca de esta obra, descomprimí los archivos .rar o .cbr que tenía y me puse a leerlos.
Y ahora no puedo parar.
Tengo hasta el número 47, porque las solicitations siempre vienen con tres meses de adelanto.

Para quien no sepa de qué estoy hablando, se le llama solicitations a la lista de comics que una compañía va a publicar dentro de unos meses y que se le envía a los dueños de distribuidoras y comiquerías para que puedan hacer pedidos por adelantado. En varios sitios de internet las cuelgan también, por lo general con el dibujo que va a ser la portada y un pequeño resumen de lo que pasa en ese capítulo. De las solicitations he sacado un alto porcentaje de todas las imágenes de comics que tengo guardadas y que por ahí uso para los GAH o para hacer posters y regalarle a amigos.

Otro aparte: una de las mejores cosas del fandom de los comics es que es lo más confiable que puedas encontrar. Por lo general en otro tipo de arte el público se vuelca al mínimo denominador y consume y recomienda cosas horribles. He escuchado a gente decirle a otros que miren 1, 2 ,3 a ganar porque “¡Está bueníííísimo!”; y con las películas suele pasar más o menos lo mismo: lo más pochoclero es lo más recomendado. Y en libros, ¡puff!, no hay ni que decir que el éxito de cosas como El código Da Vinci o los libros de Cohelo se deben al boca a boca entre personas que creen que les están contando “la verdad” o que están leyendo algo espiritual. Pero en los comics, sobre todo en sitios de crítica de fans o periodismo especializado en el noveno arte como PAMMHG! o Zona negativa (que, obviamente, están como links al costado), cuando muchas personas te recomiendan algo hay un 90% de posibilidades de que eso que te venden como excelente sea de verdad excelente.
Bueno, en el caso de Ex Machina, todo lo que había leído era cierto y, efectivamente, es una serie excelente.

Cualquiera creería que una historieta que trata principalmente de política sería aburrida, o que de una serie que mezcla los superhéroes con una visión realista del gobierno de una ciudad saldría un guiso imposible de tragar. Pero no. Ex Machina mezcla las dos cosas con acción, buenos personajes, drama, misterio, ciencia ficción y reflexiones de todo tipo: políticas, obviamente, ya que el protagonista es un ex-superhéroe que después de revelar su identidad es elegido alcalde de New York, pero también filosóficas, sociológicas, o sea, centrada sobre hacia donde vamos como sociedad, y también económicas, religiosas, educativas, de todo.

Una de las cosas que más me gusta es que el personaje es fan de los superhéroes y aún siendo alcalde sigue leyendo comics, sólo que manda a su abogado a comprarlos para que no lo escrachen en los diarios saliendo de una comiquería. Su idealismo sale de ahí, de las historias que lo moldearon de chico... y su madre hippie colaboró también un poco. Me hace acordar a una entrevista que le hicieron a Mark Millar, un guionista que escribe historias llenas de sangre y puteadas, donde casi todos los personajes son perdonavidas cínicos que se las saben todas y resuelven todo a los tiros... pero así y todo él decía que los lectores de comics de superhéroes somos casi las últimas personas idealistas que quedamos y que, incluso él, si mañana llegara un enano cabezón azul del espacio y le diera un anillo todopoderoso, está seguro de que lo usaría para hacer todo el bien que esté a su alcance, y que también está seguro de que cualquier otro comiquero haría lo mismo, solamente porque en su fuero interno, en su cosmovisión, las cosas son así y no hay vuelta que darle, porque hacer el bien no es una entre tantas opciones sino que “es la que va” (frase célebre que le he robado a mi hermano menor).
Como sea, si pueden, lean Ex Machina. Escribiendo en cualquier buscador “download Ex Machina” les va a tirar varios links de descarga.
No se van a arrepentir.

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